El 30 de agosto, a los 91 años, falleció Mijaíl Gorbachov, quien es reconocido como el artífice de la transformación al sistema comunista que llevó finalmente al colapso de la Unión Soviética.
Gorbachov es muy apreciado en Occidente por su intento de apertura política y económica a contar de 1985, que permitió tanto la libertad y democracia en muchos países de Europa del Este, así como el término de la Guerra Fría y de la amenaza de un holocausto nuclear.
Sin embargo, este sentimiento no es necesariamente compartido en Rusia.
La línea dura nacionalista y comunista lo critica porque la disolución del bloque soviético derivó en una pérdida de poder de Rusia que, en palabras del actual presidente Vladimir Putin, significó la principal catástrofe geopolítica del siglo, un momento de vergüenza y derrota.
Aquellos de ideas liberales dentro de la Unión Soviética sostienen que la acción de Gorbachov no fue suficientemente audaz para erradicar la estructura de poder del Partido Comunista y que los costos de la transformación produjeron un rechazo en la población rusa, al no cumplir expectativas de una mejora en la calidad de vida que se asemejara a las democracias occidentales.
Al asumir como secretario general del Partido Comunista de la Unión Soviética (líder de facto en el sistema de partido único), Gorbachov estaba convencido de que era necesario modificar el sistema político-económico que llevaba siete décadas desde la Revolución Bolchevique, con tal evitar un desastre.
Para ello siguió dos grandes líneas de acción: la Glasnost o apertura, permitiendo la libertad de prensa y de expresión; y la Perestroika, o reestructuración de la sociedad y del sistema económico. Con esto intentaba corregir la alta corrupción oficial, la baja productividad e incentivos laborales, poca eficiencia en la producción y en la cadena de suministros, entre otros aspectos que resultaban en una economía muy débil para sustentar el poder de la Unión Soviética.
Estas dos líneas de acción, para algunos analistas, representaron una espada de doble filo, que abrió las ansias de libertad y nacionalismo en las repúblicas soviéticas y en su esfera de influencia, principalmente en Europa del Este, como también una resistencia dura por parte de la estructura del partido único, para quienes esto representaba una amenaza a los privilegios logrados en las décadas anteriores.
Si bien nunca fue un objetivo para Gorbachov, lo anterior derivó finalmente en la independencia de muchos países que se alejaron del modelo marxista-leninista para integrarse al sistema democrático liberal con economía social de mercado, incluyendo la reunificación de Alemania y la caída por lo tanto del muro de Berlín.
A diferencia de la doctrina soviética de la era de Leonid Breznev, Gorbachov no intervino militarmente para mantener a los países de Europa del Este dentro del dominio soviético, lo que resultó finalmente en el fin del Pacto de Varsovia, fuerza de oposición a la Organización del Tratado Atlántica Norte (OTAN), y la disolución de la Unión Soviética, manteniéndose la Federación Rusa como heredera, pero geopolíticamente disminuida.
Durante su período de gobierno y consciente de que para regenerar la economía se necesitaba disminuir su gasto militar, Gorbachov retiró las tropas desde Afganistán y negoció un acuerdo de disminución de armas nucleares con Estados Unidos. Por su parte, el presidente Ronald Reagan (1980-1988) incrementó el gasto militar y anunció la Strategic Defense Initiative, un escudo de armas espaciales antimisiles balísticos, con un desarrollo tecnológico relevante, destinado también a presionar a la Unión Soviética.
Asimismo, como parte del proceso de apertura, Gorbachov liberó restricciones a medios de comunicación, permitiendo la publicación de libros previamente censurados y la proyección de películas también vedadas hasta la fecha. Entre otras medidas, destaca la liberación del disidente Andrei Sajarov, famoso físico que participó en el desarrollo de la bomba nuclear de hidrógeno.
Un hito que expresa la visión revisionista respecto al pasado de la Unión Soviética fue el cierre en 1985 del Instituto Smolny, reconocido como el centro de la ortodoxia comunista y desde donde el mismo Lenin declaró el triunfo del bolchevismo en 1917. En ese lugar llamó a cambiar las actitudes, del trabajador al ministro, secretario general y líderes del gobierno incluidos. Esto fue seguido por la autorización de elecciones con múltiples partidos y medidas de combate a la corrupción en altas esferas, lo que significó que muchos jerarcas y burócratas del Partido Comunista perdieran sus puestos.
La mala situación económica, las resistencias internas y su baja popularidad general, incentivaron un intento fallido de golpe de Estado en 1991, por parte de facciones de línea dura del Partido Comunista y la KGB. Este movimiento fue resistido por el liderazgo de Boris Yeltsin, pero generó un daño que llevó finalmente a la renuncia de Gorbachov a fines de ese mismo año.
PANORAMA INTERNACIONAL
El proceso abierto por las reformas de Gorbachov si bien no logró sus objetivos iniciales para la entonces Unión Soviética, produjo una transformación en la estructura de seguridad europea y mundial, cambiando el escenario geopolítico para siempre.
Es así que tras el término de la Guerra Fría existió la visión de lograr una comunidad Euroatlántica libre, incluyendo a Rusia, Estados Unidos y los países de Europa, en un sistema integrado de seguridad. Esto, sin embargo, no ha sido logrado, tal como lo demuestra la situación y fricción entre la Rusia de Putin y la OTAN ampliada hacia el Este.
Para muchos analistas han existido probablemente errores en los procesos de transformación del esquema de seguridad y la ampliación de la OTAN hacia el Este, sin integrar adecuadamente a la nueva Rusia a este esquema. Pero, por otra parte, Moscú ha evolucionado hacia un Estado que difiere fundamentalmente del ideal democrático liberal europeo y mantiene un liderazgo personalizado y basado en un fuerte nacionalismo, una visión de una Rusia llamada a ser grande y poderosa en toda su esfera natural de influencia, que recela y desconfía de la OTAN y, en particular, de Estados Unidos como una amenaza.
Existe una teoría que califica a la paz no solamente como ausencia de conflicto armado, sino como un período previo a la siguiente guerra, a menos que se aproveche ese tiempo para generar una arquitectura y condiciones que hagan la guerra una opción altamente inconveniente frente a otras opciones de solución de conflictos.
La gran transformación iniciada hace más de treinta años por Mijaíl Gorbachov ha permitido esa oportunidad en Europa y el resto del mundo. Es de esperar que en el mediano plazo no se desperdicie y se logre llegar a un esquema de convivencia en paz y en libertad. Es difícil, pareciera casi imposible, pero para eso están llamados los liderazgos políticos y las mentes abiertas y creativas.
Cristián de la Maza
Research Fellow en AthenaLab
31 de agosto de 2022
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