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COMENTARIO | Nuevas realidades estratégicas del Atlántico Sur: La apuesta de Brasil

8 de Septiembre de 2022
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COMENTARIO | Nuevas realidades estratégicas del Atlántico Sur: La apuesta de Brasil

Dentro de todos los espacios marítimos, el Atlántico Sur es uno de los que se presenta más estable, en la medida que parece escapar de la competencia estratégica entre grandes potencias, a diferencia de lo que ocurre en partes del Indo-Pacífico, océano Ártico, mar Negro, Mediterráneo Oriental y el golfo Pérsico.

No obstante, los acontecimientos en esas regiones antes mencionadas justamente nos debieran llevar a concluir que los ámbitos marítimos se han vuelto cada vez más centrales para la estabilidad del sistema internacional en su conjunto, por lo cual resulta pertinente revisar el estado actual del Atlántico Sur y las nuevas realidades que ahí se están incubando.

Enmarcado entre la línea del ecuador, la costa occidental de África, la costa oriental de Sudamérica y las aguas antárticas, el valor estratégico de este espacio puede justificarse por varios factores:

  1. La presencia de pasos interoceánicos que conectan Atlántico con el Índico (cabo de Buena Esperanza) y con el Pacífico (estrecho de Magallanes y cabo de Hornos). Aunque esas rutas son poco transitadas hoy, siempre pueden ser alternativas a cualquier disrupción en los canales de Suez o Panamá.
  2. El descubrimiento de grandes depósitos de hidrocarburos en las aguas de Brasil, conocidos como el pré-sal, así como la presencia de enormes bancos de peces y calamares que atraen flotas pesqueras de países lejanos, dan prueba de la existencia de importantes recursos en su interior, que ante futuras situaciones de escasez irán cobrando más importancia.
  3. También está la proyección antártica que les otorgan territorios continentales e insulares a los países con presencia en el Atlántico Sur, como Argentina, Brasil, Reino Unido y Sudáfrica.
  4. Por último, en el plano de las amenazas, es cierto que el Atlántico Sur se presenta como un escenario menos militarizado que otros. La pesca ilegal, la piratería (sobre todo en el golfo de Guinea) y el narcotráfico figuran como desafíos recurrentes que hoy afectan el buen orden en el mar[1]; aunque sí existen disputas abiertas en este océano, como la que hay entre Argentina y el Reino Unido, que hace justo 40 años derivó en una guerra. La pretensión de Buenos Aires sobre un conjunto de islas (Falkland/Malvinas, Georgias del Sur y Orcadas del Sur) permanece intacta, así como la determinación de Londres de no ceder al respecto. Por lo demás, el dominio británico se extiende a posesiones como Santa Elena, Tristán de Acuña y Ascensión, de probada importancia en el mismo conflicto de 1982.

También se advierte que algunas potencias estarían explorando instalar bases, como es el caso de China en Guinea Ecuatorial[2], país que ofrecería una puerta de entrada a zonas interiores de África y una plataforma para combatir la piratería.

En el flanco sudamericano, es destacable que Brasil esté en un proceso de renovación de sus plataformas navales, con la ambiciosa apuesta de construir un submarino de propulsión nuclear y cuatro convencionales de la clase Scorpène (el primero comisionado el 1 de septiembre), y que Argentina haya mencionado públicamente su interés de adquirir hasta cuatro sumergibles[3].

Todo lo anterior nos lleva a hacer un acercamiento a la visión de Brasil respecto de la evolución del Atlántico Sur; en particular, de la mano de los proyectos de su armada expuestos en el Plan Estratégico da Marinha 2040[4], que acaba de cumplir 200 años de existencia.

Soberanía y recursos

El influyente diplomático George F. Kennan acuñó el término “Monster-Countries” para describir a naciones como Estados Unidos, Rusia (en ese entonces Unión Soviética), China, India y Brasil. Países que tienen tamaño continental con grandes poblaciones y que en esencia son un problema para sí mismos a la hora de gobernarlos. Habría que agregar que todos cuentan con grandes economías para completar la descripción.

En el caso de Brasil, el gigante sudamericano posee un vasto territorio continental de 8,5 millones de kilómetros cuadrados, el que a su vez presenta una amplia costa de más de 7.300 kilómetros muy expuesta al Atlántico, desde donde el país fue descubierto por los portugueses. Algunas islas bien protegidas en el litoral y las bahías dibujan la línea costera.

En su dimensión marítima, el 95% de su comercio exterior se realiza por esta vía; el 60% de una población total de 210 millones vive en o a no más de 15 kilómetros del litoral, y cuenta con una zona económica exclusiva (ZEE) de 3,5 millones de kilómetros cuadrados.

Estas realidades son cruciales para dar forma a una serie de documentos oficiales que reúnen la visión estratégica del país[5], identificando sus intereses nacionales y las posibles amenazas que pueden afectarlos, donde la “Amazonia Azul” cobra un lugar destacado. Se trata de una inmensa superficie que se proyecta de forma calcada desde el continente hacia el este, la cual incluye la ZEE actual y que en el futuro podría extenderse hasta 5,7 millones de kilómetros cuadrados si se consideran las reclamaciones sobre la plataforma continental extendida. Consiste en un área de vital importancia por los hidrocarburos ahí contenidos, los que justifican la protección de recursos como una de las misiones que se imponen las fuerzas armadas.

Para el caso de la Marinha do Brasil, fuerza históricamente abocada a la defensa costera y más tarde hemisférica, la necesidad de hacer soberanía y proteger la “Amazonía Azul” ha generado una enorme responsabilidad. En especial, porque el país no es una potencia naval, ni por unidades ni poder de fuego. Por lo cual, tuvo que iniciar un gran esfuerzo para dotarse de las capacidades de disuasión en el mar que vayan a la par de sus nuevas demandas estratégicas. Como de forma temprana determinó la Estrategia de Defensa de 2008, esa disuasión se alcanzaría por medio de la construcción endógena de la fuerza de submarinos diésel-eléctrica y nuclear, proyecto que incluye el levantamiento de una serie de instalaciones y logística para darle apoyo permanente.

Bautizado PROSUB, el proyecto se encuentra en plena marcha, con la incorporación del primero de cuatro submarinos Scorpène, construido por el consorcio Águas Azuis, que integra el fabricante francés Naval Group. Las otras tres unidades deben comisionarse sucesivamente en 2023, 2024 y 2025, según el calendario oficial. El submarino de propulsión nuclear, cuyo desarrollo se realiza de forma simultánea, debe ser botado en 2029. Sin embargo, la complejidad de este proyecto es mayor, puesto que los países que construyen unidades de este tipo deben dotarse del combustible para alimentarlas, ya que este no se vende en el mercado. Al respecto, Brasil tiene la ventaja de poseer la sexta reserva de uranio del mundo.

El costo total de este proyecto de 51 billones de reales (unos US$9.700 millones) ha llevado a compararlo con la construcción de la represa de Itaipú, como ejemplo de megaobra pública. Si bien han existido demoras desde que se firmó el acuerdo de Brasil y Francia en 2008, hay que tomar en cuenta que los contratos firmados incluyen los submarinos, torpedos y contramedidas, infraestructura de apoyo, interfaces y transferencia tecnológica.

Estadísticas recopiladas por la Marina indican que existen más de 700 empresas involucradas, mientras se están creando 24.000 empleos directos y 40.000 indirectos.

Más allá de la proeza tecnológica que implica la construcción de submarinos, en especial uno de propulsión nuclear —capacidad que solo tienen Estados Unidos, Rusia, China, Francia, Reino Unido e India—, el propósito de esta nueva fuerza es dar un renovado salto de disuasión y constituir un verdadero “Sea Tripwire” (“trampa cazabobos marítima”) para potenciales agresores. El valor de los submarinos de ataque de propulsión nuclear quedó justamente demostrado cuando el “HMS Conqueror”, del Reino Unido, hundió al crucero “ARA Belgrado” hace 40 años en aguas del Atlántico Sur[6].

El escenario geoestratégico para Brasil tiende a ser desventajoso, ya que por su extensión y ausencia de obstáculos naturales, un oponente puede acercarse por múltiples direcciones para atacar varios objetivos de forma simultánea. Aunque la capacidad de disuasión que se conseguirá puede que sea limitada, lo cierto es que unidades como el futuro submarino de propulsión nuclear “Álvaro Alberto” debiera permitir negar el uso del mar en zonas costeras y oceánicas.

Ahora bien, debido a que la protección de las líneas marítimas de comunicaciones y la vigilancia de instalaciones costeras las realizan las unidades de superficie más que los submarinos, la Marinha do Brasil se vio también en la necesidad de empezar a reemplazar sus buques, ya que tienen una media de 38 años de vida.

Mientras el programa PROSUB avanza, la flota de combate ha experimentado una contracción continua, quedando hoy representada por cuatro fragatas clase Niterói, una o dos fragatas Tipo 22 y una corbeta. Se estima que la escuadra podría quedar compuesta solo por cuatro o cinco unidades en un futuro próximo[7].

Para suplir este déficit, dentro de los múltiples proyectos que desarrolla la armada se encuentra el PROSUPER, cuya meta es la construcción de cuatro fragatas livianas clase Tamandaré, basadas en modelo Meko A-100 del fabricante alemán Thyssen-Group, de 107,2 metros de eslora, 15,95 metros de manga y 3.455 toneladas de desplazamiento. Aunque su velocidad máxima es de solo 26 nudos, se espera compensar esta situación con el alcance de armas y su radio de acción de 5.500 millas náuticas.

El costo del proyecto asciende a US$ 1.700 millones[8], previéndose la construcción entre 2025 y 2028. Los empleos generados serían del orden de 2.000 directos y 6.000 indirectos. La Marina calcula que los componentes locales del primer navío serán el 32%, para ascender a 41% en el segundo. Uno de los criterios que primaron en la selección del modelo fue el costo de mantención durante su vida útil, más que el valor de la unidad en sí mismo, además de la transferencia tecnológica.

Consideraciones

El Estado brasileño muestra capacidad para llevar adelante proyectos de alcance estratégico que están por sobre la contingencia de los cambios de gobierno y los vaivenes de la economía, lo cual no deja de ser notable. Aunque el mismo submarino de propulsión nuclear es un sueño de cuarenta años o más, se están dando los pasos materiales para su construcción y, además, ya está navegando el “SS Riachuelo”, el primer Scorpène de fabricación nacional.

También es interesante la mirada realista que se hace sobre la política internacional, en la medida que se asume que la protección de los intereses nacionales es de carácter permanente. En ese sentido, la “Amazonía Azul” aparece como un punto de referencia muy orientador; así como la Antártica lo fue para concretar la reconstrucción de la base Comandante Ferraz y decidir la fabricación de un nuevo buque polar.

Sin duda, el Atlántico Sur goza de una mayor estabilidad comparado con otras regiones, pero dos libros de reciente publicación en Brasil y Argentina no dan por sentado que esta situación vaya a permanecer inmutable en el tiempo:

“Varios Estados con intereses en este océano tienen armadas poderosas y, aunque ninguno de ellos es un enemigo potencial de Brasil, la aparición de crisis es posible incluso entre Estados amigos”[9].

“La inestabilidad regional en el Atlántico Sur continúa en modo restringido, aunque hay que subrayar el potencial de una futura transformación hacia una inestabilidad crítica en tres casos específicos: la agudización de tensiones sino-estadounidenses y/o ruso-estadounidenses; la escalada de tres temas no convenciona­les, como pesca, recursos y piratería; y finalmente, la finalización de facto del tratado antártico”[10].

Todo lo anterior debiera despertar el interés en esta zona de quienes estudian los ámbitos marítimos de hoy y mañana, incluso si están concentrados en el Pacífico. La última guerra aeronaval se libró en aguas del Atlántico Sur y es objeto de estudio hasta nuestros días. Por lo demás, desde el punto de vista geopolítico, el océano es uno[11].

Juan Pablo Toro
Director ejecutivo de AthenaLab
Río de Janeiro, 7 de septiembre de 2022

NOTA DEL AUTOR

Apuntes del Seminario – “O Poder Naval Brasileiro: da independencia ao futuro”, organizado por la Diretoria do Patrimonio Histórico da Marinha (DPHDM), el Centro de Estudos Político-Estratégicos da Marinha do Brasil (CEPE-MB) y la Escola de Guerra Naval de la Marinha do Brasil entre el 5 y 6 de septiembre de 2022, en Río de Janeiro.


[1] Till G. (2007). Poder marítimo: una guía para el siglo XXI. Buenos Aires: Instituto de Publicaciones Navales, p. 385.

[2] The Wall Street Journal (5/12/2021). China Seeks First Military Base on Africa’s Atlantic Coast, U.S. Intelligence Finds. By Michael M. Phillips. Disponible en: https://www.wsj.com/articles/china-seeks-first-military-base-on-africas-atlantic-coast-u-s-intelligence-finds-11638726327

[3] Infobae (28/08/2022). Submarinos, aviones y una base militar en el sur: el plan del gobierno para reequipar las Fuerzas Armadas, Andrés Kipphan. Disponible en: https://www.infobae.com/politica/2022/08/28/submarinos-aviones-y-una-base-militar-en-el-sur-el-plan-del-gobierno-para-reequipar-a-las-fuerzas-armadas/

[4] Plano Estratégico da Marinha 2040. Disponible en : https://www.marinha.mil.br/sites/all/modules/pub_pem_2040/book.html

[5] Política Nacional de Defesa y Estratégia Nacional de Defesa (2020). Disponible en: https://www.gov.br/defesa/pt-br/arquivos/estado_e_defesa/pnd_end_congresso_.pdf

[6] Freedman. L. (2005). The Official History of the Falkland Campaign. New York: Routledge P.284.

[7] Waters, C. (2019). World Naval Review 2020. Yorkshire: Seaforth Publishing, p25.

[8] Defense News (04/05/2022). Delay hits Brazil’s $1.7 billion frigate program, by José Higuera. Disponible en:  https://www.defensenews.com/naval/2022/05/04/delay-hits-brazils-17-billion-frigate-program/

[9] Abreu de Moras, J. A. (2022). Power, deterrence and the role of the brazilian nuclear-propeller submarine project, en The Influence of sea power upon the maritime studies, Alves de Almeida, Fernandes da Silva Ribeiro y De Sousa Moreira. Río de Janeiro: Editora SDM, p.301.

[10] Gonzalez Levaggi, A (2022). Del Indo-Pacifíco al Atlántico Sur: Estrategias Marítimas de las Grandes Potencias del siglo XXI. Buenos Aires. Instituto de Publicaciones Navales, p.209.

[11] Stavridis, J. (2017), Sea Power: The history and geopolitics on the world’s oceans. Random House: New York, p.5.

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