El Reino Unido publicó recientemente su estrategia nacional para la seguridad marítima, elemento clave para una nación que ha dependido vitalmente del mar desde sus inicios. Como un territorio isleño con limitados recursos naturales, su supervivencia se ha basado en mantener ininterrumpidas sus líneas de comunicaciones marítimas, en la protección de sus costas frente a invasores y en la capacidad de explotar libremente sus recursos naturales, como la pesca y la extracción de hidrocarburos, protegiéndolos además de terceros que intenten apropiárselos.
La publicación de este documento coincide con un aumento de las tensiones en Europa, en particular con la invasión rusa a Ucrania y las consecuencias geopolíticas que esto está provocando, además de la salida del Reino Unido de la Unión Europea, y la renovación de sus intereses en la región del Indo-Pacífico, representado por el AUKUS.
Esta estrategia de seguridad marítima busca enfrentar los problemas de seguridad en ese dominio de una manera integral, mejorando el proceso interagencial para responder en mejor forma a las amenazas y dando una priorización a los riesgos que afectan a esa nación.
Esta estrategia no responde a un esfuerzo individual ni tampoco aleatorio. Por el contrario, es subsidiario a la reciente revisión integrada de seguridad, defensa, desarrollo y política exterior, titulado como “Una Gran Bretaña global en una época de competitividad”. Esta estrategia sectorial reconoce que el dominio marítimo requiere una atención especial, por las repercusiones que tendría su disrupción en el bienestar y desarrollo de sus habitantes y del Estado. Estas, de acuerdo con el documento, pueden ser provocadas por diversas entidades y factores, que van desde los actores internacionales tradicionales hasta el mismo cambio climático.
Quizá lo más interesante del documento es quién lo elabora. La propuesta es un esfuerzo mancomunado entre nuestros equivalentes del Ministerio del Interior, Medio Ambiente, Relaciones Exteriores, Defensa y Transportes, liderados por este último. Esto demuestra que la seguridad, al menos desde la perspectiva británica está lejos de ser un esfuerzo exclusivo de la defensa, involucrando una aproximación más amplia, incluyendo por cierto la dimensión de la defensa, y donde el foco está puesto en la coordinación interagencial para enfrentar las amenazas que se le pudiesen presentar al Reino Unido en el dominio marítimo.
Esta política de seguridad marítima hace énfasis en cinco objetivos estratégicos, los cuales se encuentran interconectados entre sí. Estos son: protección de la nación; respuesta a las amenazas; asegurar la prosperidad de Gran Bretaña; la promoción de sus valores; y el apoyo a mantener océanos seguros y resilientes. De cada uno de estos objetivos se desprenden declaraciones de intención, que clarifican cómo la administración entiende el significado de cada una de estas metas. En otras palabras, los aterriza desde nivel conceptual a efectos concretos, los cuales son trazables y permiten determinar grados de avance.
Vale la pena considerar que el documento se enmarca en los lineamientos de la UNCLOS, es decir, sus objetivos estratégicos están alineados con un concepto cooperativo del mar, buscando defender y consolidar el concepto del mare liberum, esto es, el mar como un bien común global, donde la libre navegación e intercambio de bienes y servicios son la norma.
No es una sorpresa que Gran Bretaña esté reorganizando sus estrategias de seguridad y defensa. Su salida de la Unión Europea (aunque no de la OTAN), las acciones de Rusia en Europa y la creciente asertividad de China en temas de libre navegación en el Pacífico Occidental han afectado el orden mundial. Para una potencia marítima como Gran Bretaña, que depende vitalmente de que las líneas de comunicaciones marítimas globales se mantengan abiertas, la postura estratégica de China respecto de sus aguas adyacentes, sumado a su particular visión sobre la territorialización de los mares y a su deseo de competir con EE.UU., aliado estratégico histórico de Gran Bretaña, ha sido vista como un desafío sistemático al orden mundial, llegando incluso a rechazar resoluciones de la Corte Internacional de Justicia de La Haya en temas de dominio marítimo, generando que el buen orden en el mar, uno de los pilares fundamentales de procesos como la globalización, estén siendo afectados. Este cambio en el entorno ha significado que países como el Reino Unido, adopten nuevas estrategias de seguridad marítimas e imponen a los países marítimos, como Chile, la necesidad de pensarlas y definirlas.
Ignacio Mardones
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