El 13 de marzo pasado, los jefes de Gobierno de Estados Unidos, Reino Unido y Australia se reunieron en la base naval de San Diego para anunciar formalmente que el país oceánico adquiriría la capacidad de operar submarinos de ataque de propulsión nuclear (SSN) en los próximos años.
Al respecto, es importante analizar el significado de este anuncio en cuanto a su contenido e hitos del programa previsto, y la capacidad militar lograda, considerando los elementos que la conforman y su efecto disuasivo.
Asimismo, es interesante tener una visión acerca de cómo se integra esta decisión en la evolución de la gran estrategia seguida por Estados Unidos y China, tanto en lo que respecta a la región del Indo-Pacífico como a un alcance global, con rasgos similares a una Guerra Fría.
EL PACTO AUKUS
El pacto considera la construcción de hasta ocho SSN por parte de Australia, con un modelo común con el Reino Unido y con apoyo tecnológico de Estados Unidos denominado SSN-AUKUS. Sin embargo, el tiempo requerido para esta construcción y capacidad es de al menos 20 años. Desde el punto de vista del efecto de disuasión, es claramente insuficiente, ya que los anuncios de programas a largo plazo, e incluso la posibilidad de construir SSN en ese país, no significa una capacidad militar real que pueda afectar a un potencial adversario en un horizonte de 20 a 30 años.
Pera resolver este problema de brecha en las capacidades militares aumentadas, el anuncio considera algunas fases previas:
- En 2023, incremento de visitas de submarinos de Estados Unidos y, posteriormente, de Reino Unido (a contar del 2026).
- En 2027, inicio de una rotación permanente de SSN (se estima que serían tres de Estados Unidos y uno del Reino Unido), operando desde la base australiana HMAS Stirling, integrando personal australiano en entrenamiento e instrucción.
- A contar del año 2030, adquisición por parte de Australia de tres a cuatro SSN de la clase Virginia de segunda mano a Estados Unidos.
Esto es la continuación de un primer anuncio del pacto de seguridad AUKUS (Australia, UK, USA) iniciado en septiembre de 2021. El objetivo es aumentar significativamente la capacidad militar de Australia como un elemento importante de la estrategia de alianzas entre Estados Unidos y los países de la región que presenten un contrapeso al creciente poderío militar de China.
El acuerdo permite la cooperación más directa entre los tres países que comparten origen, visiones, intereses y una historia de combatir juntos que data de la Primera Guerra Mundial. Este incluye aspectos de ciberdefensa avanzada, inteligencia artificial, vehículos autónomos, computación cuántica, armas hipersónicas y guerra electrónica, entre otras. Hay que considerar que estos tres países, además, conforman la alianza para compartir inteligencia denominada “Five Eyes”, y que incluye a Canadá y Nueza Zelanda.
El anuncio de este pacto el 2021 significó un problema diplomático importante con Francia, socio en la OTAN de los países que proveerían la transferencia tecnológica para construir submarinos nucleares a Australia, debido a que significó desahuciar un billonario programa de construcción en Australia de submarinos convencionales de diseño francés.
PODER MILITAR: FUERZA X POSICIÓN
Desde el punto de vista estratégico, la decisión es un cambio importante en el equilibrio de fuerzas que la coalición de países aliados a Estados Unidos podrá presentar frente a China en el futuro.
En la visión clásica de valoración del poder naval, entendiéndolo como la integración de fuerza x posición, siendo el conector x la voluntad de empleo, en esta decisión se aprecian los tres factores.
Fuerza. La fuerza es otorgada por la capacidad operacional de actuar ofensivamente, tanto contra fuerzas navales adversarias como contra objetivos estratégicos en tierra. En efecto, las capacidades de los submarinos de propulsión nuclear (SSN) son muy superiores a las que pueden entregar los submarinos convencionales cuyo programa fue cancelado.
Factores como mayor velocidad, autonomía, armamento —está previsto que los SSN australianos porten misiles de largo alcance Tomahawk ampliamente probados como armas de proyección militar en anteriores conflictos— y tiempo operando sumergido sin necesidad de aflorar, potencian las características distintivas de los submarinos en furtividad y dificultad de detección. Adicionalmente, uno de los roles importantes de los SSN es la defensa frente a la amenaza de submarinos con armas nucleares balísticas (SSBN) y la amenaza de SSN adversarios.
Esta arma de proyección es la parte visible pero no suficiente para lograr su efectividad, dado que necesariamente requiere una capacidad elevada de ISR (inteligencia, vigilancia y reconocimiento), así como de mando y control integrado, todos aspectos que son parte tanto del pacto AUKUS como de Five Eyes.
Posición. El elemento posición, en este caso, es otorgado por el continente australiano y las bases navales de ese país, con apoyo logístico integral y protegidos por sistema defensivo soberano. Ello sería aumentado a través del desarrollo específico para operaciones de SSN, de la base australiana HMAS Stirling en el océano Índico, en la costa australiana occidental. Al respecto, es importante destacar que HMAS Stirling se encuentra a una distancia similar que la base avanzada de los Estados Unidos en la isla de Guam, para acceder al Mar del Sur de China o al estrecho de Taiwán.
Con una fuerza de SSN operando desde esta posición, aumenta la capacidad de gravitar o influir en el área Indo-Pacífico, por la posibilidad de actuar efectivamente sobre las líneas de comunicaciones marítimas vitales, tanto a nivel regional como global, así como la posibilidad de accionar sobre fuerzas navales y objetivos estratégicos al interior de una potencia adversaria.
Voluntad estratégica. El pacto AUKUS significa para Australia un compromiso económico de largo plazo sin precedentes y un alineamiento irreversible con Estados Unidos y sus aliados frente a la hegemonía militar china en la región; un país que es potencia económica y del cual Australia depende por la magnitud en su intercambio comercial. Asimismo, ha significado un costo político, diplomático y económico con Francia; un país de la esfera occidental naturalmente aliado de Australia y con importante presencia en el océano Pacífico.
Para Estados Unidos significa compartir una capacidad militar diferenciadora y actualmente restringida a muy pocos países. Adicionalmente, implica un riesgo de debilitar la arquitectura de no proliferación nuclear, no por el tema de la propulsión nuclear, sino porque el combustible nuclear utilizado en estos submarinos puede otorgar la capacidad de producir armas nucleares. También esto puede abrir la posibilidad de que otros países, con apoyo de las actuales potencias contrarias al bloque occidental, puedan también incorporar submarinos de propulsión nuclear y generar inestabilidad.
Para el Reino Unido, AUKUS representa una ampliación más explícita de su postura alineada con Estados Unidos frente a China, con quien también tiene una relación comercial importante, y un compromiso de despliegue operacional de sus SSN a la región del Indo-Pacífico. Por otra parte, este pacto permitirá economías de escala, transferencia tecnológica e inyección de capital necesario para mantener su capacidad de producción de SSN en las próximas décadas.
A todo lo anterior, se suman los riesgos evidentes de escalamiento de tensión con China, país que ya declaró que este pacto AUKUS amenaza con dañar la paz regional e intensificar la carrera armamentística y acusó a los tres países firmantes de mantener una “mentalidad obsoleta de la Guerra Fría”. El portavoz del Ministerio de Relaciones Exteriores de China, Wang Wenbin, expresó que esos tres países “caminan cada vez más por el camino del error y el peligro”.
A pesar de todas las dificultades, costos y riesgos asumidos por los firmantes de AUKUS, incluyendo la reacción esperable de China, se ha dado el paso concreto para materializarlo con metas, financiamiento y plazos precisos. Esto es un indicativo de que existe la evaluación de la necesidad y la voluntad política de contar con una aumentada capacidad militar presencial en la región del Indo-Pacífico
Ahora bien, esto implica la voluntad de emplear esta nueva capacidad, en primer lugar, como parte de una estrategia de disuasión, para evitar que el creciente poderío militar chino sea utilizado en forma coercitiva contra los aliados e intereses occidentales en el Indo-Pacífico, y si esta disuasión falla, contar con mayores posibilidades de éxito en un eventual conflicto armado.
AUKUS COMO PARTE DE LA GRAN ESTRATEGIA DE ESTADOS UNIDOS FRENTE A CHINA
Para la República Popular China (RPC), la visión sobre la gran estrategia de Estados Unidos respecto de su país se describe en cinco verbos (the five to’s): aislar, contener, degradar, dividir internamente y
sabotear el liderazgo de China.
Bajo esa conclusión, para la RPC, el efecto en las relaciones con Estados Unidos se resume en que el principal tema bilateral a largo plazo será la “contención y contracontención”[1].
Por su parte, el gobierno de los Estados Unidos ha declarado que la República Popular China plantea el mayor desafío al orden internacional a largo plazo, al tener este país tanto la intención de redefinir el orden internacional, así como el poder económico, diplomático, militar y tecnológico para hacerlo. En ese sentido, la visión de Pekín alejaría al mundo de los valores universales que han sostenido gran parte del progreso conseguido en los últimos 75 años[2].
Estados Unidos ha planteado una estrategia para enfrentar a China en tres ejes:
- Invertir en la propia competitividad, innovación y protección de su democracia.
- Alinear a países e instituciones con las cuales existe una comunidad de ideas e intereses.
- Competir con China en áreas clave del presente y futuro, tales como tecnología, inteligencia artificial, acceso a suministros estratégicos, entre otros.
En este sentido, Estados Unidos reconoce la necesidad de mantener una superioridad militar para utilizar una “disuasión integrada” con aliados y socios en diferentes áreas. Esta disuasión integrada implica articulación de instrumentos de poder diplomático, económico, informacional y militar; algunos de estos efectos se han podido apreciar en los últimos meses.
Al respecto, destaca el fortalecimiento del Quadrilateral Security Dialogue (QSD), más conocido como QUAD, que integra diplomáticamente a potencias marítimas democráticas en la región: India, Australia, Japón y Estados Unidos.
En su última cumbre organizada por Japón, en mayo de 2022, sus miembros reafirmaron su compromiso con un Indo-Pacífico libre y abierto, la desnuclearización de Corea del Norte y, a raíz de la invasión rusa a Ucrania, declararon que no se pueden tolerar cambios unilaterales y por la fuerza del statu quo en ninguna región del mundo[3], lo que puede entenderse que incluye la situación de disputas territoriales con China en el Mar del Sur y Mar del Este, además de la situación de Taiwán.
Otro elemento importante es el cambio en la política de seguridad y defensa de Japón, con un aumento relevante de su presupuesto militar orientado a generar y sostener capacidades no sólo de autodefensa, sino también capacidades de actuar ofensivamente con misiles de largo alcance y un fortalecimiento de los acuerdos de seguridad con Estados Unidos.
Japón también ha mejorado su relación con Corea del Sur, otro actor importante dentro de los aliados de Estados Unidos en la región, superando diferencias históricas originadas en la invasión japonesa a Corea y el uso de trabajo forzado que Corea demandaba compensar.
En los análisis respecto de estas relaciones, se coincide que la amenaza militar de China y Corea, sumado a la inquietud por el efecto de la situación de seguridad en Europa por la invasión rusa a Ucrania, demanda de ambos países superar el pasado y enfocarse en estos problemas comunes, sobre la base de comunidad de valores y de intereses en la región.
En ese sentido, las reuniones tripartitas de alto nivel entre Estados Unidos, Japón y Corea (“Trilateral Partnership for the Indo-Pacific”, 13 de noviembre de 2022)[4] son un indicativo de fortalecimiento de alianzas regionales, destacando el alineamiento de sus esfuerzos colectivos en demanda de un Indo-Pacífico libre y abierto, inclusivo resiliente y seguro. A ello se suma la reanudación de ejercicios militares trilaterales, incluido un ejercicio de defensa ante misiles balísticos realizado inmediatamente después de un lanzamiento de este de misil por Corea del Norte.
La mención y condena explícita a la invasión rusa a Ucrania es un elemento común en los comunicados de las diferentes alianzas regionales con los Estados Unidos, defendiendo el principio universal de que no se debe emplear unilateralmente la fuerza para “modificar el statu quo”, lo que, aplicado a la región Indo-Pacífico, claramente alude a China y su cada vez más asertiva actitud en disputas territoriales con diferentes países de la región.
Al respecto, a la secuencia de visitas para expresar apoyo a Ucrania por parte de líderes occidentales a Ucrania, incluida la del presidente Biden el mes de febrero pasado, se suma la reciente visita (21 de marzo) del primer ministro de Japón, Fumio Kishida.
La visita del primer ministro japonés a Ucrania se produce al mismo tiempo en que el líder chino Xi Jinping viaja a Rusia, donde califica como un “nuevo impulso” a las saludables y estables relaciones entre China y Rusia, país que lo describe como “buen vecino” y “socio fiable”.
En la práctica, debido al creciente aislamiento y sanciones económicas que ha recibido Rusia, China ha logrado posicionarse como el único aliado poderoso de Rusia, tanto en lo económico y comercial como en lo diplomático, al negarse a condenar la invasión y presentar un plan de paz que podría ser la única salida a una derrota humillante para Putin, sin perjuicio de tener la capacidad de apoyar militarmente a Rusia para extender el conflicto armado.
Esto convierte a Rusia, y en particular al presidente Putin, en un país con una creciente dependencia de la voluntad de China para su supervivencia política, permitiéndole a China, por lo tanto, tener la llave del posible alargue o resolución del conflicto de acuerdo con sus intereses y su estrategia respecto de Estados Unidos y sus aliados.
Así es como la disputa hegemónica entre China y Estados Unidos, cuyo eje geográfico principal aparece en la región del Indo-Pacífico, con dimensiones económicas, tecnológicas y militares, también alcanza una dimensión global, teniendo esta vez a Rusia como proxy en la competencia estratégica entre ambas potencias.
COMENTARIOS FINALES
El pacto AUKUS es un elemento más en la dimensión militar de una estrategia coherente de Estados Unidos que incorpora alianzas militares y diplomáticas con otras potencias del Indo-Pacífico, tales como Japón, Corea del Sur, Taiwán, India y otras que comparten valores similares y aprecian la amenaza de la expansión de China en sus áreas geográficas.
Este pacto permitirá generar un vector de capacidad ofensiva relevante operando desde el continente australiano, bajo una esperable conducción estratégica operacional combinada y teniendo como aliado principal a los Estados Unidos.
La posibilidad de construcción por parte de Australia de sus propios submarinos de construcción nuclear, si bien es un requisito de aceptabilidad por los beneficios económicos y transferencia tecnológica, no genera capacidades reales en las próximas dos décadas al menos y, por lo tanto, no es un factor que contribuya a la disuasión en este período.
Por ello, la importancia del último anuncio AUKUS es el inicio, en un corto plazo, de una operación de SSN aliados desde bases australianas, seguido de la incorporación de actuales SSN clase Virginia a la Armada de Australia.
AUKUS, junto a las otras iniciativas mencionadas, aumenta la capacidad militar combinada entre diferentes países aliados, tendiente a disuadir a China de emplear su creciente poderío militar para modificar unilateralmente el statu quo regional. Estas alianzas también consideran a Corea del Norte como factor disruptivo de la estabilidad en la región y tienen el objetivo común de lograr la desnuclearización de ese país.
Este empleo del instrumento de poder militar para disuadir ha estado acompañado de un importante esfuerzo de los instrumentos diplomáticos, económicos e informacionales en una estrategia de contención, en el marco de una competencia hegemónica global.
La competencia estratégica entre China y Estados Unidos no está limitada a la región Indo-Pacífico, sino que abarca el resto del mundo e integra también dimensiones políticas, culturales, tecnológicas y económicas. En particular, la aproximación y toma de posiciones antagónicas respecto de la invasión rusa a Ucrania es una demostración de esta competencia entre superpotencias llevada a otras regiones y del uso de otros países en conflicto como parte de la gran estrategia de cada una de ellas.
Si lo anterior no se denomina una nueva Guerra Fría, a lo menos se parece, con nuevos actores, en un mundo más interconectado y globalizado, y con diferentes herramientas e instrumentos de poder.
Cristián de la Maza Riquelme
Research Fellow AthenaLab
31 DE MARZO 2023
[1] Mayor desarrollo se encuentra en: De la Maza, C. “Taiwán y la trampa de Tucídides”, publicado por AthenaLab en agosto de 2022. Disponible en https://www.athenalab.org/ensayo-taiwan-y-la-trampa-de-tucidides/
[2] Blinken, A. Secretario de Estado de los Estados Unidos, en su discurso: “The administration’s Approach to the People’s Republic of China”. The George Washington University, 26 de mayo de 2022. Disponible en https://www.state.gov/the-administrations-approach-to-the-peoples-republic-of-china/
[3] El comunicado oficial emitido por el gobierno de Japón se encuentra en https://japan.kantei.go.jp/101_kishida/statement/202205/_00013.html
[4] Phnom Penh Statement on US–Japan–Republic of Korea Trilateral Partnership for the Indo-Pacific, disponible en https://www.whitehouse.gov/briefing-room/statements-releases/2022/11/13/phnom-penh-statement-on-trilateral-partnership-for-the-indo-pacific/
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