El Líbero, 15 de marzo 2025
La toma sirve porque cuenta con ese manto de oscuridad que cubre al delito; lo secuestros, extorsiones y muertes permiten someter al otro y el dinero obtenido del negocio es para comprar a agentes del Estado.
Nuevo Amanecer y Vicente Reyes, los campamentos de Cerrillos y Maipú que han alertado a todos y que hoy tienen a las autoridades hablando de los territorios son una muestra más de la profesionalización del crimen y de la falta de comprensión de un problema mayor llamado crimen organizado.
A la conversación sobre las tomas se ha sumado otra sobre la ruralidad y la llegada de la violencia y el narco. La verdad es que detrás de ambos aparece el mismo fenómeno: grandes territorios donde la presencia de Estado es baja o nula, es decir, el crimen puede controlar el espacio y hacer y deshacer a su antojo. Sin fiscalización ni institucionalidad la oportunidad es única y no la dejarán pasar.
Poco a poco en medio de grandes ciudades como Santiago, Iquique o Viña del Mar han aparecido campamentos cada vez más sofisticados. Arriendos ilícitos de terreno, instalación de locales de entretenimiento nocturno y servicios de todo tipo esconden un orden criminal que los utiliza para desarrollar el menú de delitos al que se dedican.
Algo de esto se conversó en 2020 luego del asesinato de un empresario de Concón por la toma de terrenos de su propiedad. Sin embargo, el problema se ha vuelto aún más visible después del hallazgo del cuerpo del exmilitar venezolano en la toma de Maipú.
Alcaldes pidiendo despliegue de militares en sus barrios han llevado la conversación a si es correcto o no utilizar a las Fuerzas Armadas en materias de seguridad interior, debate que por cierto urge tener, pero que no aborda el fondo del problema y, este es, el real conocimiento y comprensión del crimen organizado.
Esta amenaza transnacional necesita comprar a los agentes del Estado para desarrollar el negocio. Algunas de las bandas o carteles basan su empresa ilícita en prestar servicios a otros. Secuestran, extorsionan y asesinan por otros que pagan por ello. Pero, al mismo tiempo, requieren de territorio donde el Estado haya retrocedido con el fin de manejar el negocio sin fiscalización ni persecución.
La corrupción es un aspecto clave. Sin ella no penetran el Estado y el negocio no avanza. La violencia es sólo necesaria para someter al Estado y la competencia, una vez logrado el objetivo, ésta disminuye.
Entonces, la toma sirve porque cuenta con ese manto de oscuridad que cubre al delito; lo secuestros, extorsiones y muertes permiten someter al otro y el dinero obtenido del negocio es para comprar a agentes del Estado.
En un contexto como este, más que preguntarse por qué en las tomas, habría que analizar otros datos relevantes y que tienen que ver con la real comprensión del fenómeno. Por ejemplo, la disminución de los homicidios que comenta el gobierno ¿tiene que ver con la acción del Estado o con haber sometido a la competencia y la llegada de un nuevo liderazgo criminal?
El crimen organizado está operando en Chile, para combatirlo es necesario plantear las preguntas correctas, observar el fenómeno en su conjunto y comprender en profundidad la lógica económica que está detrás. Sólo así en vez de responder a por qué pasan las cosas, estaremos contestando qué es lo que podría venir. Si no entendemos el fenómeno, no podremos combatirlo.
Pilar Lizana
Investigadora AthenaLab
Fuente: El Líbero
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