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¿Qué esperar de un programa en Relaciones Internacionales, Seguridad Nacional y Defensa?

27 de junio de 2024
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¿Qué esperar de un programa en Relaciones Internacionales, Seguridad Nacional y Defensa?

El Líbero, 26 de junio 2024

No necesitamos un Ministerio de Seguridad, pero bueno sería tener un Asesor de Seguridad Nacional de rango ministerial que integre y coordine los esfuerzos.

Como parte de una serie de columnas dirigidas a los que esperan liderar a la derecha en las próximas elecciones presidenciales, la primera de las cuales está titulada como ¿Qué debe hacer la derecha en materias de Seguridad Nacional, incluyendo la Seguridad Publica?, seguida por una que se llama Seguridad Pública: ¿Cuál será la estrategia de Rincón, Carter, Kaiser, Matthei y Kast?, en esta oportunidad la idea es revisar qué debe incluir un programa de gobierno en estas materias, todas las cuales son por cierto importantes, pero que de cara a la actual situación de Chile son aún más importantes que en elecciones pasadas, las que estaban más bien dominadas por salud, educación y previsión social.

Relaciones Internacionales

Partamos por lo que no hay que hacer y para eso podemos usar el programa del actual gobierno en estas materias, el que confundió los fines con los medios, estableciendo una política exterior feminista, turquesa, con foco en los derechos humanos, y de alta integración con los países latinoamericanos. Una política exterior que olvida el interés nacional y los objetivos del país en materia de relaciones internacionales.

No hay nada malo que la política exterior lleve un acento femenino, que se preocupe de los temas de conservación y medio ambiente, y de los derechos humanos en otros países, pero ello se debe entender como formas o medios para alcanzar y satisfacer lo que importa a los chilenos, que está más en el ámbito de la seguridad de las fronteras, el control de la inmigración, y el crimen organizado que viene del extranjero. Todo sirve conforme el interés nacional se vea satisfecho. Lo mismo aplica a lo multilateral, que algunos consideran un foco en sí mismo, pero que no entienden que es un medio para países de nuestro tamaño para cumplir con nuestros objetivos nacionales.

La política exterior de Chile debe reconocer su realidad geográfica, económica, y de seguridad y defensa. Estamos ubicados en un barrio complicado, lo que exige ser muy profesionales en la forma en que administramos nuestras relaciones vecinales. Estamos abiertos a todo el mundo, pero con clientes principales en el Indo Pacífico, y en menor medida en Norteamérica y Europa.

Somos un país que está alineado con Occidente, algo que es importante no olvidar en estos tiempos polarizados en que hay presiones para que los países se alineen a uno u otro bando. Ello no quita que podamos comerciar con todos los países del planeta, pero siempre y cuando no sea bajo presiones indebidas o tengamos que transar en nuestros valores y principios.

Lo anteriormente descrito requiere de un servicio diplomático profesional y moderno, preparado para representar adecuadamente el interés nacional. Requiere de una Cancillería organizada para ello, una Cancillería más estratégica, que efectivamente lidere los esfuerzos de política exterior, y que requiera del apoyo presidencial sólo en contadas excepciones o cuando el jefe de Estado como tal es requerido.

En resumen, teniendo claro el interés y los objetivos nacionales, se puede diseñar la estrategia que se necesita para darles forma, incluyendo los medios humanos, materiales y técnicos que se necesiten, y por qué no, toques femeninos si así se estima adecuado.

Seguridad Nacional

El principal problema que tiene Chile en seguridad nacional es la ausencia de un sistema de seguridad nacional, lo que implica una arquitectura y organización que le dé forma, a la cual concurren e integran todos los poderes del Estado. Sin un sistema que se haga cargo vamos a continuar dando botes en materias de seguridad, sea pública, o eventualmente externa. Problemas siempre vamos a tener, y más en los tiempos actuales, pero no tener un sistema que lidie con ellos es un problema mayor.

La seguridad nacional requiere de un efectivo sistema de inteligencia, ya que sin eso vamos a andar ciegos. No requiere de reinventar la rueda. Estamos hablando de conectar lo que existe actualmente en Defensa y las policías con la ANI, la que por cierto requiere de más presupuesto, dotación y capacidades operativas.

Los problemas de los que hay que hacerse cargo están claramente identificados y no son otros que el crimen organizado y narcotráfico, la insurgencia mapuche, y la porosidad de nuestras fronteras, que adquiere una categoría de aspecto crítico debido al mal barrio en que estamos ubicados. Son complejos, pero manejables si tenemos un sistema con las características indicadas anteriormente, pero será inefectivo si no hay voluntad política de uso de la fuerza, y un sistema judicial, que incluye al Ministerio Público, que acompañe los esfuerzos y no atornille al revés.

Hacer cumplir el Estado de Derecho junto a proveer la seguridad que necesita Chile son funciones principales del Estado. Para ello no necesitamos un Ministerio de Seguridad, pero bueno sería tener un Asesor de Seguridad Nacional de rango ministerial que integre y coordine los esfuerzos.

El Estado de Derecho debe asegurar el orden público, ya que sin orden ni justica, como indica Macchiavello, los derechos pierden su significado ante el terror que diariamente enfrentamos.

Defensa

La Defensa Nacional a través de las Fuerzas Armadas que la integran es la última ratio, la que tiene la fuerza y el poder que las policías no tienen, ya que estas últimas sólo están focalizadas en el orden y seguridad pública. Es la que sólo se debe usar cuando todo lo anterior falla, es la fuerza letal que aplica el Estado cuando lo estima necesario.

Como todo en Chile no está exenta de desafíos. El tenerlas desde hace varios años desplegadas en modo Estado de Emergencia no es gratis y las desgasta para su rol principal, que no es otro que la defensa del territorio, mares, espacios aéreos y espaciales, la soberanía nacional y la protección del interés nacional donde sea que esté ubicado.

Todo lo anterior requiere de presupuesto y gente. Requiere de no hacerse trampa en el solitario con los presupuestos y asignaciones de fondos, los que siguiendo una constante a nivel mundial, van al alza, ya que el costo de proveer seguridad y defensa ha aumentado debido a la complejidad y variedad de desafíos a atender. Requiere de la gente adecuada, sean mujeres u hombres. Es una función abierta a todos los chilenos, pero siempre y cuando estén preparados y capacitados para ello, lo que lleva a repensar la forma en que funciona el servicio militar o bien formas alternativas de dar a las Fuerzas Armadas las capacidades humanas que requieren para las realidades actuales y futuras a resolver.

Las Fuerzas Armadas no sirven para todo. Están diseñadas para fines y funciones específicas. Claro que pueden mejorar sus capacidades de coordinación y de operaciones conjuntas, pero el tema principal es que tengan los recursos materiales y humanos que necesitan, y que estén entrenadas para proveer el servicio que dan, que debe ser efectivo y letal, ya que en los conflictos armados y en la guerra no hay segundos lugares.

Su uso en tareas excepcionales sólo debe ser eso, excepcional. Pueden apoyar a las policías, pero sólo, valga la redundancia, en forma excepcional. No se puede transformar en una constante su empleo en la seguridad pública, o en la atención de todos los desastres naturales que nos afectan.

Un programa de gobierno en esta materia no debe ser muy extenso. Basta que diga cuál es el objetivo de la Defensa Nacional, el uso y propósito de las Fuerzas Armadas, y el cómo se financia el presupuesto que se necesita para las capacidades que se requieren, sean humanas o materiales.

El programa de gobierno sí debe incluir la evaluación de riesgos y amenazas externas e internas que se estima se deberán atender y resolver, siendo muy deseable que los aspectos principales de la política de Defensa sean conocidos al comienzo de la administración y la política publicada antes del primer año en funciones, tal como se exige en los Estados Unidos de América.

Las mujeres pueden contribuir en forma importante en materias de defensa y nada ni nadie les impide hacerlo. Tener civiles preparados en materias de defensa y seguridad nacional es mandatorio, y todos los últimos gobiernos están al debe. La Anepe está claramente subutilizada.

Tener claro por qué se necesita un régimen previsional diferenciado es algo clave, como lo es también la necesidad de protección jurídica cuando se actúa en temas de seguridad pública o bajo regímenes de excepción. Quienes integran las Fuerzas Armadas así lo exigen.

Richard Kouyoumdjian
Vicepresidente AthenaLab

Fuente: El Líbero

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