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Chile frente a la geopolítica de los minerales críticos: litio, cobalto y tierras raras

En uno de los bordes externos del desierto de Atacama se levanta una planta de refinación de litio de SQM. Se trata de una empresa de propiedad mayoritariamente chilena, aunque el 22% de la propiedad pertenece al grupo chino Tianqi.

27 de Agosto de 2024
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Chile frente a la geopolítica de los minerales críticos: litio, cobalto y tierras raras

En uno de los bordes externos del desierto de Atacama se levanta una planta de refinación de litio de SQM. Se trata de una empresa de propiedad mayoritariamente chilena, aunque el 22% de la propiedad pertenece al grupo chino Tianqi. A solo 14 kilómetros de ahí, una carretera conduce a instalaciones similares de la estadounidense Albemarle. Bajo el polvo que se cuela entre tuberías, correas transportadoras, tanques de almacenamiento, piscinas de decantación y camiones que entran y salen, emerge una creciente competencia por este mineral imprescindible para la transición energética[1],. De su empleo masivo dependen, entre otras cosas, la masificación de los vehículos eléctricos, los cuales ya son objeto de una guerra arancelaria entre Beijing, Bruselas y Washington, debido a discrepancias respecto a lo que se considera su costo real de producción.

Junto con el litio, minerales como el cobalto y los elementos de tierras raras, desempeñan hoy un papel crucial en las industrias tecnológicas, desde la electrónica de uso cotidiano hasta la defensa. La avidez que exhiben potencias como Estados Unidos, China, Japón, la Unión Europea[2] y otras por obtener estos recursos, las tiene buscando acuerdos con productores o fomentando proyectos[3] para garantizar su acceso, en un mundo donde las cadenas de suministros son bastantes más frágiles de lo que se creía; tal como probó la pandemia y que luego vino a ratificar la guerra ruso-ucraniana. En visita reciente a nuestro país, el ministro de Industria y Recursos Minerales de Arabia Saudita, Bandar Ibrahim Alkhorayef, dijo: “Nuestro interés está en asociarnos con países como Chile para explotar la posibilidad de tener acceso al litio, y en Arabia Saudita hacer el procesamiento”[4]. Sin duda, una declaración importante y sorprendente al mismo tiempo, por venir de uno de los mayores productores de petróleo del mundo.

En la medida que los países consumidores de estos minerales están concentrados en promover un “comercio confiable” entre naciones afines e implementar  políticas de “reducción de riesgos” (“de-risking”), mediante la reorientación de negocios a mercados más seguros, a los productores se les presenta una oportunidad única para capitalizar en el ámbito internacional el nuevo protagonismo que les brindará estar en uno de los extremos de las cadenas de suministros clave, más allá de las recompensas económicas en sí mismas.

Si se revisa la historia, las fuentes energéticas —y todo lo relacionado con ellas— y el poder político siempre han ido de la mano; es claro que sin petróleo ni gas natural la importancia estratégica de Medio Oriente sería distinta. Por eso, conceptos como “política exterior extractiva”, “diplomacia extractiva”, “diplomacia de las materias primas” o “seguridad mineral” empiezan a dar cuenta del empleo posible de recursos naturales como palancas de influencia y atención.

Si se actúa estratégicamente, se puede obtener un “nuevo lugar” en los mapas de interés de las potencias, en la medida que descubran que ahí donde existen recursos también hay contrapartes decididas, confiables y seguras de su nuevo rol en el combate del cambio climático y las nuevas industrias. Si son hábiles, los países deberían estimular el desarrollo de proyectos en torno a esos minerales, y no sabotearlos con decisiones contraproducentes.

“La transición a las energías verdes emerge como un pilar básico en el futuro de las relaciones internacionales y los asuntos nacionales”, considera el jefe de la división de Previsión Estratégica de Mando Conjunto Norfolk de la Organización del Tratado del Atlántico Norte, Gergely Németh[5].

El destino de minerales críticos tales como el litio, el cobalto y los elementos de tierras raras ya está hoy indisolublemente ligado a estrategias de seguridad nacionales de distintos Estados. Cuanto más concentrados los mercados y menos robustas sean las cadenas de suministros, mayor será la influencia de su controlador y también mayor el potencial de disrupción.

Debido a que Chile dispone de litio, cobalto y tierras raras, urge una reflexión sobre cómo estas materias pueden impactar el rol del país en el mundo. Ello demandará del ejercicio de una “diplomacia extractiva” con todas las nuevas oportunidades que ofrece. No obstante, eso parte por comprender el vínculo entre el auge energético verde y la geopolítica. De partida, hay que responder las siguientes interrogantes.

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