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COLUMNA | Universidad y política

Que sus integrantes participen en política y se identifiquen con uno u otro partido nunca ha sido un problema para el debate académico y la formación de futuros profesionales, mientras la institución mantenga su espíritu, el que, justamente, se ve afectado por situaciones como las vividas esta semana.

27 de septiembre de 2024 El Líbero Pilar Lizana
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COLUMNA | Universidad y política

Las universidades vuelven al centro del debate. Tiempo atrás fue la Universidad Arcis y las platas del régimen de Venezuela, hoy, la Universidad San Sebastián y todo lo que ha envuelto a sus académicos y presidente. Sin embargo, estos hechos, más allá del debate político contingente debiesen servir para reflexionar sobre la importancia de esa institución en el desarrollo del país. Son los llamados a generar conocimiento, aportar al debate público y, muy importante, a formar a los futuros líderes.

Las universidades nacen en el siglo XI en torno a la filosofía y teología, su vocablo se refería a aquella comunidad de magistrados y alumnos al mismo tiempo que a aquel lugar que reunía todo el saber. En su origen fueron una institución dedicada al mundo intelectual, al conocimiento, lo que se ha expandido a lo largo del mundo con universidades en todos los continentes.

Entonces ¿cómo pasamos de ser la institución que reúne el saber a verse envuelta en polémicas políticas? Sus académicos y alumnos pueden participar de la vida política, es más, en muchos casos, de los centros de alumnos nacen líderes políticos importantes y en las asambleas universitarias se instalan temas que saltan al debate político público, pero, nada de ello cambia ese espíritu original de formación y conocimiento. Es más, nada debiese empañarlo.

Las universidades tienen un rol fundamental en la sociedad, no sólo porque de alguna manera se transforman en un lugar de crecimiento social y de orgullo para esas familias cuyo hijo llega por primera vez a la universidad, sino porque, también, a través de la vinculación con el medio aportan a la comunidad.

La universidad es ese entorno de libertad donde alumnos y profesores pueden debatir los más variados temas, intercambiar puntos de vista y hasta generar corrientes de pensamiento que pueden tener impacto global. De esto último, ejemplos hay muchos. Henrry Kissinger fue director del programa de estudios de Defensa, del seminario internacional y del proyecto de estudios especiales de Harvard antes de transformarse en Secretario de Estado y Consejero de Seguridad Nacional de Estados Unidos; Joseph Nye académico de la universidad de Harvard creó, junto a Robert Keohane, la teoría neoliberal y su análisis sobre el poder ha tenido impacto mundial, fue presidente del Consejo Nacional de Inteligencia, Secretario de Estado y Subsecretario Adjunto de Estado y, como ellos hay muchos más a lo largo del mundo.

La universidad reúne los distintos puntos de vista en un entorno de libertad de pensamiento desde donde nuevas teorías pueden surgir. Que sus integrantes participen en política y se identifiquen con uno u otro partido nunca ha sido un problema para el debate académico y la formación de futuros profesionales, mientras la institución mantenga su espíritu, el que, justamente, se ve afectado por situaciones como las vividas esta semana.

Necesariamente la generación de conocimiento y la formación debe darse en un entorno de libertad, de otra forma, la universidad pierde su propósito y su relevancia en la esfera pública.

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