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COLUMNA | La paz no es gratis

No resulta sorprendente que el gobierno haya propuesto postergar esos fondos, sobre todo cuando es claro que un sector del oficialismo tiene una incomodidad evidente con la fuerza militar.  

11 de Octubre de 2024 El Líbero Pilar Lizana
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COLUMNA | La paz no es gratis

La última guerra que peleó Chile fue la Guerra del Pacífico a fines del siglo XIX, luego de eso, ha estado cerca pero no se ha concretado un conflicto bélico. El motivo de eso, en parte, es por el poder de disuasión que tiene el país. Y, esa disuasión no es gratis. Para tenerla se requiere de una fuerza preparada, con capacidades modernas y de vanguardia, interoperable con sus socios y que supere en fuerza y poder a su competencia.

La Parada Militar, el desfile del 21 de mayo, la Fidae y la Exponaval, todo eso es pura disuasión. Las Fuerzas Armadas cuentan con armamento estratégico no sólo por tenerlo, sino que, porque a través de él logran mantener la paz. Paz, que requiere de un presupuesto, presupuesto que, por segundo año consecutivo postergó la entrega de recursos para el Fondo de Contingencia Estratégico.

Los cañones y la mantequilla, la metáfora que se usa para analizar la discusión presupuestaria en materia de Defensa y que busca simplificar una decisión que es fundamental para la sobrevivencia de la nación, vuelve a la memoria de quienes seguimos el debate.

La decisión política sobre postergar el fondo de contingencia por segunda vez puede tener un solo efecto, dejar a Chile sin los recursos necesarios para mantener las capacidades estratégicas que le permiten tener ese poder de disuasión que lo ha mantenido sin guerras por más de un siglo. Lo único que se consigue con esa decisión es encarecer la preciada paz.

Resulta paradójica esta situación pues, si se considera que en el contexto de violencia urbana se está recurriendo a militares para custodiar la frontera y, hasta algunos alcaldes han pedido desplegarlos en las ciudades, lo lógico sería dotarlos de los recursos necesarios para que puedan responder a sus funciones primarias y a las nuevas funciones que se le han asignado.

Sin embargo, no resulta sorprendente que el gobierno haya propuesto postergar esos fondos, sobre todo cuando es claro que un sector del oficialismo tiene una incomodidad evidente con la fuerza militar. El problema es que cuando se simplifica una decisión como esta sin el peso y análisis correspondiente el riesgo es muy alto y más aún si nuestros vecinos están incrementando sus propias capacidades estratégicas.

Lo barato cuesta caro, y en este caso, podría costar muy caro. La desactualización de los sistemas y capacidades a la que se ve expuesta Chile no sólo disminuirá su capacidad de disuasión, si no que encarecerá la puesta al día en un futuro.

El hecho de que Chile no tenga guerras en un horizonte cercano no es motivo suficiente para no entregar esos fondos. La razón de contar con Fuerzas Armadas modernas y de vanguardia no tiene que ver con la posibilidad de enfrentar una guerra, tiene que ver con el costo que se debe pagar por la paz.

Lo que no se pague hoy, se pagará mañana. Y, es de esperar que esta segunda postergación no le cueste tan cara a Chile.

Sobre el autor

Investigadora senior AthenaLab

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