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COLUMNA | Chile, Estados Unidos y la identidad nacional
Hoy más que nunca Chile necesita de candidatos que le hablen a esa esencia, que la comprendan, que se pongan en su lugar y, lo más importante, que le respondan considerando sus principios. De otra forma la desconexión con la política se profundizará.
Si algo dejó la elección de Donald Trump esta semana es una reflexión sobre la identidad nacional y cómo encarnar esos valores. La agenda woke de la Vicepresidenta Kamala Harris dejaba de lado a ese americano profundo de clase media que busca que su líder sea firme, claro y que genere las oportunidades que le permitirán desarrollarse.
Ese americano elegirá al candidato que no ponga en riesgo la democracia y la libertad, y, para muchos, Donald Trump con todos los calificativos que se puedan venir a la mente, representaba eso: ese líder que pone a Estados Unidos primero. Ahora, los votantes tendrán que juzgar si encarna o no esos valores. Ahí está el secreto del sistema estadounidense, los pesos y contrapesos están definidos de forma tal que el Presidente puede ser juzgado y debe serlo en caso de que no cumpla los estándares.
El sistema electoral americano, con su elección indirecta busca equilibrar las fuerzas entre estados grandes y pequeños, algo que viene de la época de la independencia cuando las colonias luchaban contra una monarquía absoluta y se revelaban contra tal acumulación de poder. Entonces, quien mejor domine la calculadora electoral, más probabilidades tiene de ganar. Algo que ya mostró Trump en su elección anterior. La diferencia esta vez, está en el hecho de que ahora también ganó el voto popular.
La identidad nacional que se construye a partir de lo creado por los Padres Fundadores le da sentido a Estados Unidos y, cada uno de sus ciudadanos lo tiene clarísimo. Esos valores originarios son sagrados y quien vaya contra ellos no tendrá el apoyo del pueblo americano, de la “Deep America”, esos que no están cerca de las élites intelectuales de las costas ni del establishment de Washington, esos que, día a día construyen Estado con su esfuerzo y contribuyen a su desarrollo.
Esta es una gran lección que debiésemos sacar en Chile, sobre todo de cara a un proceso electoral donde elegimos parlamentarios y Presidente. Un triunfo contundente como el de los Republicanos en EE.UU. no se logra sin apelar a esa esencia, a ese corazón, en otras palabras, a la identidad nacional. Hoy más que nunca Chile necesita de candidatos que le hablen a esa esencia, que la comprendan, que se pongan en su lugar y, lo más importante, que le respondan considerando sus principios. De otra forma la desconexión con la política se profundizará.
Muchos son los calificativos con los que se referían a Donald Trump, las características del personaje tampoco ayudaban a disminuirlos, sin embargo, logró posicionarse en grupos latinos, donde algunos incluso justificaron su voto apelando al hecho de que recibió una bala por América y que de eso se trata esta elección, de América, es decir, de la identidad nacional.
En nuestro caso, la elección también es por Chile, por su esencia. Una que debemos tener clara y proteger, una que no puede olvidarse en medio de agendas que no consideren sus principios. Así, el candidato que ponga a Chile y sus valores fundacionales al centro, y, que esté dispuesto a poner su capital político pavimentará un camino a La Moneda.
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