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COLUMNA | Debemos recuperar la libertad perdida
El uso legítimo de la fuerza existe sólo para controlar al estado de naturaleza humana, a esa guerra constante de la que hablaba Hobbes, a esos criminales que hoy se han quedado con las libertades de muchos chilenos que prefieren dejar de salir por temor.
Los protagonistas del debate han sido las balaceras en las ferias de Navidad, las incautaciones de fentanilo y el prontuario de los cada vez más jóvenes delincuentes. Pero lo cierto es que el problema de seguridad de Chile es mucho más profundo que eso. Esos datos sólo reflejan cómo ha avanzado la enfermedad en un país donde, hasta hace muy poco se insultaba a quienes debían cuidarnos y se indultaba a quienes debían ser sancionados.
Se han cruzado muchos límites y aún el péndulo no llega a su centro, pero la vuelta a las labores policiales del cabo Zamora pareciera mostrarnos una luz al final del túnel. Pasó de ser acusado de empujar intencionalmente a un manifestante al Mapocho en octubre de 2020 a ser absuelto por unanimidad.
La Justicia tarda pero llega, dicen. Pareciera bastante cierto el dicho, aunque ojalá no tardara tanto, pues no fue mucho lo que se demoraron en obviar la presunción de inocencia y acusar de intencionalidad. Lo más loable de todo es que el cabo Zamora, al final de su juicio, decía esperar poder reintegrarse lo más pronto posible a la institución.
Ese compromiso es el que debe estar en la base de todas las políticas públicas que se diseñen para enfrentar la crisis de seguridad que desestabiliza al país. Servir a la patria con las ganas del cabo Zamora debiese ser la premisa. Porque esto es por Chile, no por un gobierno de cuatro años. Recuperar las libertades que se han perdido por el avance de la delincuencia es para que los niños de hoy puedan alcanzar sus sueños mañana. Y, para eso se requiere de la voluntad para ocuparse del problema.
El uso legítimo de la fuerza existe sólo para controlar al estado de naturaleza humana, a esa guerra constante de la que hablaba Hobbes, a esos criminales que hoy se han quedado con las libertades de muchos chilenos que prefieren dejar de salir por temor.
Ese servicio a la patria del cabo Zamora que lo lleva a decir sin cuestionamientos que quiere volver a vestir su uniforme y servir a su país demuestra el coraje y la generosidad que se necesita. Coraje para no tener miedo a decir lo que muchos no quieren escuchar y para hacer lo que muchos no se atreven por las consecuencias políticas que esa acción pudiera traer. Generosidad, para poner a Chile primero y no al gobierno.
El país no necesita héroes, necesita patriotismo, el mismo que se observa en cada plaza donde un organillero junto a su loro entretiene a los niños.
No existen balas de plata ni recetas mágicas, sólo existen servidores públicos comprometidos y dispuestos a hipotecar su capital político, si fuese necesario, para devolverle la libertad a los chilenos.
No existe país en el mundo que haya terminado con el crimen organizado, pero sí casos que lo han mantenido como un problema de seguridad pública abordable por aquellos que están dispuestos a hipotecar el capital político, usar la fuerza legítima y disuadir a los criminales con un solo objetivo: que los ciudadanos puedan volver a caminar tranquilos por la calle.
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Investigadora senior AthenaLab
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