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COMENTARIO | Revisitando la última guerra entre Estados en Latinoamérica: Ecuador-Perú (1995)

4 de Febrero de 2025 Juan Pablo Toro
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COMENTARIO | Revisitando la última guerra entre Estados en Latinoamérica: Ecuador-Perú (1995)

Hace justo tres décadas, Ecuador y Perú protagonizaron un breve y acotado conflicto en la selva amazónica, que incluyó fuego de artillería y derribo de aeronaves en combates poco comunes en la región.

Desde entonces, nunca dos Estados latinoamericanos han vuelto a enfrentarse directamente haciendo empleo de sus fuerzas armadas; hasta ahora han preferido resolversus disputas territoriales recurriendo a cortes internacionales, abriendo negociaciones bilaterales o sencillamente postergando los temas. Aun así, eso no significa que las rupturas de relaciones, notas de protestas y hasta amenazas hayan desaparecido del paisaje regional. 

Revisitar la “Guerra del Cenepa” resulta pertinente, dado que en 1995 nadie se esperaba que dos países que se concentraban en tratar de crecer económicamente y lidiaban con problemas internos terminaran enfrentándose. A continuación, algunos apuntes de la última guerra latinoamericana.

ANTECEDENTES. Siguiendo el principio del uti possidetis iuris, tras sus independencias, Ecuador y Perú reclamaron como propios los territorios definidos durante la colonia española. No obstante, algunos tramos de la frontera amazónica no pudieron ser bien definidos por su accidentada geografía y la falta de medios técnicos de la época para delimitarlos.

Esta realidad generó un foco permanente de tensiones que llevó a múltiples enfrentamientos a lo largo de dos siglos. Tras un breve conflicto en 1941, las partes firmaron un año después el Protocolo de Río de Janeiro para establecer los límites definitivos y resolver cualquier futura discrepancia apelando a naciones garantes;para el caso, Argentina, Brasil, Chile y Estados Unidos.

Pero, una vez más, las dificultades para identificar los límites en una línea de 78 kilómetros sobre el lado oriental de la cordillera del Cóndor crearon las condiciones para una confrontación, la que se desató el 26 de enero de 1995, cuando tropas ecuatorianas y peruanas se enfrentaron en la región del río Cenepa. 

En su momento más álgido, se estima que Ecuador movilizó unos 3.000 soldados, incluidas fuerzas especiales, y Perú, unos 2.000 militares, muchos conscriptos entre ellos. Puestos de avanzada reforzados, morteros, artillería de cohetes y baterías antiaéreas se desplegaron en el teatro de operaciones.

Vigentes en la época, se emplearon aeronavesde combate Kfir, Mirage F-1, A-37 y Sukhoi 22, así como distintos helicópteros. La defensa aérea en los cielos de Ecuador quedó rápidamente de manifiesto, lo cual se tradujo en el derribo de cuatro aviones y tres helicópteros peruanos, en lo que es un hito para la Fuerza Aérea de ese país.

Luego de intensos enfrentamientos cuyas cifras finales varían —en Ecuador se habla de 33 bajas propias y en Perú de 60—, la declaratoria de un cese al fuego no siempre respetado y la presión de Washington, los gobiernos de Sixto Durán Ballén y Alberto Fujimori accedieron a buscar una solución diplomática ceñida al Protocolo de Río. Así,el conflicto concluyó el 28 de febrero, y en el proceso que vino después desembocó en la firma del Acta de Brasilia, en 1998.

¿GANADORES Y PERDEDORES? A la hora de los balances, Gabriel Marcella, investigador del U.S. Army War College,sostuvo que Ecuador logró una “limitada victoria” en el Cenepa, a la vez que infligió una derrota militar a Perú por primera vez desde 1829. Lo más importante, a su juicio, es que “los ecuatorianos integraron exitosamente la estrategia, las operaciones y las tácticas militares con una campaña de información asertiva, tanto a nivel nacional (diplomacia) como militar (operaciones psicológicas). Este es un logro significativo para la nación ecuatoriana”. 

Ahora bien, como no se trató de una guerra a gran escala, nunca fue claro el objetivo político de las partes enfrentadas, más allá dehacer respetar lo que ambos consideraban su frontera. Sin embargo, la victoria militar de Ecuador no se vio reflejada en la delimitación misma, en la que los 30 hitos dispuestos por los garantes ratificaron los límites descritos por Perú y su vecino solo obtuvo el acceso a un kilómetro cuadrado, donde se ubicaba la emblemática base de Tiwintza. Aunque esasuperficie pertenece al Estado ecuatoriano, lo es como propiedad privada. 

Entonces, a la hora de identificar ganadores y perdedores, es importante tener el cuadro completo. Tras firmar la paz en 1998, los países incluso lograrían, años más tarde,resolver de forma pacífica su delimitación marítima (2011), poniendo fin a todas sus disputas que se remontaban al siglo XIX.

POPULISMO. La caída de Alberto Fujimori, en 2001, permitió conocer mejor el funcionamiento de su régimen y el rol de su asesor Vladimiro Montesinos, un exmilitarsin escrúpulos que prácticamente terminó gobernando en tándem con el presidente.

A pesar de las preocupaciones expuestas por los altos mandos militares sobre un inminente conflicto, Montesinos vio en la guerra una oportunidad para garantizar la reelección de Fujimori en los comicios de abril y, como tal,hizo lo posible para promover la imagen del mandatario, incluso organizando sus viajes al teatro de operaciones con prensa. 

A diferencia de Durán Ballén, quien solo dio una amplia orden a sus militares (“Ni un paso atrás”) y los dejó conducir la guerra, en Perú la confrontación se manejó con fines de política interna desde un principio, en clave populista. Desde luego, los resultados fueron evidentes. Según una investigadora ecuatoriana, el comandante de las fuerzas militares, general Paco Moncayo, pudo aplicar una defensa activa y un combate tierra-aire aprendido durante sus años como agregado militar en Israel.

También, con el tiempo se conocería que el asesor peruano incluso exigió comisiones de dinero a traficantes de armas para no denunciar públicamente que Ecuador estaba contrabandeando equipos y municiones para evadir los embargos durante el conflicto. 

Quizás, en el empleo de esta guerra con fines netamente electorales y particulares se encuentra la explicación de que Perú no haya decidido abrir otros frentes para mejorar su posición en el conflicto, lo que pudo haber incluido emplear sus buques para bloquear el puerto de Guayaquil o usar sus mejores aviones para bombardear instalaciones petroleras de su vecino. Durante el conflicto, no pocos analistas se preguntaron sobre las razones de mantener el enfrentamiento acotado a una zona selvática despoblada.

LECCIONES. Al volver a visitar la “Guerra del Cenepa”, resulta atractivo identificar algunos puntos de interés para la situación actual de la región.

Primero, es necesario asumir que los conflictos tienden a ser inesperados y tienenpotencial de estallar cuando disputas fronterizas muy puntuales hacen parte de un historial mayor de tensiones que se pueden remontar a siglos. Aunque las posibilidades sean remotas, siempre existen.

Segundo, aunque los países no quieran ir a la guerra, deben prepararse conscientemente para prevalecer en un potencial conflicto. Es lo que hizo Ecuador, al mantener sus equipos operativos, adoptar nuevas doctrinas,capacitar a sus fuerzas especiales y construir puestos reforzados en altura en la cordillera del Cóndor, mientras Perú se dio cuenta tarde de la obsolescencia de su material soviético, mayormente, que data de la década de 1970. Años de combate a Sendero Luminoso y al Movimiento Revolucionario Tupac Amarudejaron de lado las capacidades convencionales. El resultado del conflicto motivaría al gobierno de Fujimori a iniciar un cierto rearme con la compra de aviones Mig-29 y Su-25 a Bielorrusia; otra oportunidad que utilizó Montesinos para cobrar millonarias comisiones, sin poner mayor atención al estado de mantenimiento de las aeronaves.  

Tercero, los líderes populistas, que nunca escasean en Latinoamérica, pueden ocupar los conflictos fronterizos para conseguir respaldo de las masas en coyunturas de crisis o electorales. Es lo que hicieron Fujimori y Montesinos en su momento. 

Por ejemplo, en la actualidad, el régimen de Nicolás Maduro reclama dos tercios del territorio de la vecina Guyana, para lo cual organizó un referendo consultivo, presentó nuevos mapas e inició la construcción de infraestructura militar en la frontera terrestre común. También potenció la Armada con lanchas misileras de ataque rápido que podrían poner en jaque las exportaciones de gas y petróleo de su indefenso vecino. No debe descartarse la posibilidad de un choque armado motivado por Maduro y compañía, aunque quizás el regreso de Donald Trump a la presidencia de Estados Unidos actúe como un disuasivo.

Cuarto, es importante contar con suministros de armas y equipos militares confiables y también con capacidades mínimas en la industria de defensa local para enfrentar eventuales conflictos y embargos externos.

Quinto, no hay que confundirse. Tras la última guerra entre Estados en Latinoamérica, la región no se convirtió en una “zona de paz” propiamente tal, argumento de algunos para reducir recursos a las fuerzas armadas. La ausencia de conflictos interestatales vino a la par de la intensificación del conflicto intraestatal en Colombia entre 1998 y 2003. Además, hoy las narcoinsurgencias desafían a Estados y ejércitos en varios países. En la región se registran el 30% de los homicidios del mundo (unos 140.000 al año), con casi solo el 8% de la población mundial. Por eso la paz debe entenderse como un producto de la disuasión permanente entre Estados, que producto de simpatías políticas momentáneas o cierta tranquilidad aparente de la región.

Juan Pablo Toro

4 de febrero de 2025

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