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COLUMNA | España de cara al Indo-Pacífico

Dentro su documento "Visión 2050", la Armada española asume la importancia del Indo-Pacífico como centro de gravedad de los asuntos mundiales y se propone actuar en ese teatro dentro de coaliciones.

24 de Marzo de 2025 El Mercurio Juan Pablo Toro
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COLUMNA | España de cara al Indo-Pacífico

Los guardiamarinas del buque "Juan Sebastián de Elcano" se despiden antes de zarpar.

El recorrido de la heredera al trono de España por las costas de Chile estos días nos da una excusa para hablar del posicionamiento de su país en el Indo-Pacífico, una realidad geopolítica que ayudó a fundar, puesto que la incorporación de estos océanos a los mapas del mundo conocido fue, en gran parte, obra de la corona que representa la princesa de Asturias, Leonor de Borbón.

El avistamiento del Mar del Sur por Vasco Núñez de Balboa en 1513; el descubrimiento del paso interoceánico por Hernando de Magallanes en 1520; la circunnavegación por Sebastián Elcano en 1522; y el hallazgo de la ruta para regresar de Asia a América por Andrés de Urdaneta en 1565, son hitos en la historia de la navegación mundial, que hicieron del “Pacífico” un “Lago español” entre los siglos XVI y XVII y permitieron a Felipe II afirmar que gobernaba “un imperio donde nunca se pone el sol”.

Los conocimientos sobre sus costas, corrientes e islas se manejaron como secreto de Estado para alcanzar un dominio incontrarrestable, que perduró hasta que otros europeos comenzaron a desafiar el statu quo, en modo de conquista territorial, de corso o piratería. Luego vinieron los procesos de emancipación americana y la guerra contra Estados Unidos en 1898 —con la pérdida de Guam y Filipinas entre sus resultados—, hechos que disminuyeron la presencia pacífica española a su mínima expresión, aunque el legado cultural se perciba desde Tierra del Fuego hasta California.

Si bien el velero “Juan Sebastián de Elcano”, donde la princesa Leonor adelanta su formación naval, es un visitante frecuente, esta vez llega en un momento distinto. Los guardiamarinas a bordo, al menos por edad, deberían ser quienes tengan que materializar la “Visión 2050” de la Armada española, documento publicado a fines del año pasado.

En su posicionamiento estratégico de cara al futuro, esa marina sostuvo que “se está produciendo un desplazamiento del centro de gravedad económico mundial hacia el Indo-Pacífico, donde la mar ganará relevancia y será necesario actuar en el marco de coaliciones internacionales”.

Para una fuerza naval que hoy opera en el Mediterráneo, el Atlántico y las costas de África reconocer la importancia de este teatro adicional va muy en línea con lo que otros países europeos están haciendo. Con despliegues puntuales de buques alemanes, británicos, holandeses e italianos en distintas zonas del Indo-Pacífico —Francia no cuenta, ya que es potencia residente—, estas marinas han logrado demostrar que tienen alcance global, interoperar con otras armadas, reforzar regímenes de seguridad y cumplir con misiones que van desde la defensa de la libertad de navegación hasta la asistencia humanitaria.

La última vez que un casco gris español se asomó por costas chilenas pasó desapercibido, puesto que una semana antes habían estallado las revueltas de 2019. La fragata “Méndez Núñez” —un moderno destructor antiaéreo con sistema de combate Aegis— arribó a Valparaíso en el marco de una circunnavegación para recordar a Magallanes. El nombre de la nave tampoco hizo eco en un puerto en llamas, esta vez por cuenta propia. No obstante, si la “Visión 2050” es consistente, esa situación debería empezar a cambiar.

Quienes hemos navegado con la Armada española en el Golfo de Adén o el Mediterráneo central, atestiguamos que sus marinos se mantienen activos protegiendo el sistema de comercio global frente a amenazas como la piratería y el tráfico ilícito de migrantes. También es reconocida la habilidad de sus astilleros, entre ellos Navantia, para construir buques como las próximas fragatas F-110 y los submarinos clase Isaac Peral.

Y si bien la capacidad de España y los europeos para involucrarse en el Indo-Pacífico es acotada si se evalúa en números y letalidad, también es cierto que, si se resta a Australia, Estados Unidos, China, Japón e India, varios jugadores locales no contribuyen casi en nada a cuidar su propio vecindario. Por eso, a veces menos es más y por eso están las coaliciones como multiplicadores de fuerza. Además, las nuevas inyecciones de recursos para la Defensa europea deberían reflejarse de alguna forma en los océanos.

En las costas latinoamericanas que bordean del Indo-Pacífico en su versión más ampliada, la cuarta marina más poderosa del Viejo Continente debiese encontrar algo más que historia. También existe una cuota posible de futuro, si consigue socios afines a su “Visión 2050”, como Chile, por ejemplo. Hoy España vuelve a surcar los Mares del Sur con la corona al frente. Pero lo que pareciera ser una simple anécdota, quizás esta vez podría ser algo más significativo.

22 de marzo de 2025

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Director Ejecutivo de AthenaLab

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