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COLUMNA | Reflexiones respecto de la seguridad nacional
Buena parte del problema de seguridad nacional está en la ausencia de un subsistema de inteligencia que analiza el entorno y las amenazas.

En las últimas semanas he analizado, con congresales y miembros de los equipos de campaña de algunos candidatos, diversos tipos de incidentes que han ocurrido recientemente, y que nuestro precario o informal sistema de seguridad nacional no ha sido capaz de manejar adecuadamente o de prevenir su ocurrencia.
Los tenemos en el subsistema de seguridad pública con las lamentables muertes de 2 jóvenes en el Monumental e incidentes de violencia relacionados, algo que se podría haber evitado si la seguridad del partido se hubiese planificado adecuadamente; el destructivo atentado realizado por insurgentes en Rucalhue que nos recuerda que a pesar del estado de emergencia imperante, la insurgencia mapuche sigue viva; los asesinatos que ocurren a diario en la capital y que ya no nos sorprenden a pesar de que superan semanalmente la decena, y en relaciones internacionales, problemas con China producto de que la empresa afectada por el atentado en Rucalhue era de propiedad estatal china en una industria estratégica en un sector afectado por insurgencia, es decir, todo mal. Adicionalmente, pero no relacionado a lo anterior, que ante reclamos de Estados Unidos, les pusimos a los chinos en el congelador el desarrollo de un observatorio astronómico en el norte de Chile que era de uso dual militar – civil, lo que obviamente no les cayó muy bien, pero que nunca debió haber sido autorizado en un comienzo. Sumado a esos ejemplos, y como una muestra de nuestra falta de profesionalismo, es que el tema de los aranceles nos pilló de sorpresa y no fuimos capaces de atender el problema a través de la institucionalidad vigente, ya sea el Consejo de Seguridad Nacional, o de la que dispone la Cancillería para estos propósitos. En resumen, todo mal y ojalá que para la próxima nos pillen confesados.
En los casos recién mencionados, el sistema no fue capaz de manejar adecuadamente o de prevenir la ocurrencia, porque por un lado, no opera como un sistema formal, como tampoco dispone de un administrador. Y por otro, no pensamos en términos de seguridad nacional y menos como un sistema integrado que administra, previene y actúa ante ocurrencias que nos afectan, nos defiende de lo que es malo para Chile, o bien busca siempre proteger el interés nacional. Buena parte del problema está en la ausencia de un subsistema de inteligencia que analiza el entorno y las amenazas, nos anticipa prospectivamente de potenciales ocurrencias, y de ser necesario, nos da las herramientas para eliminar o mitigar amenazas sea en forma preventiva o reactiva.
Dicho lo anterior, en esta oportunidad, más que concentrarme en las últimas contingencias y fallas relacionadas del sistema, lo quiero hacer respecto de algunos problemas que son de carácter más estructural, que el sistema de seguridad nacional tampoco ha sido capaz de resolver. Como son lo relativo a las capacidades de inteligencia, lo que implican las megatomas de terrenos del tipo San Antonio o Alto Hospicio; la insurgencia mapuche en la Macrozona Sur; la inmigración ilegal y crimen transnacional que nos llega por las porosas y complejas fronteras que tenemos con Perú y Bolivia; las insuficientes dotaciones de Carabineros de Chile para atender sus obligaciones constitucionales, y de efectivos del Ejército de Chile e Infantería de Marina disponibles para labores de seguridad interior, ya sea porque deben apoyar a Carabineros o la naturaleza de la amenaza requiere de soluciones militares, como podría ser el caso de la insurgencia mapuche.
- Capacidades de inteligencia: Llevamos casi 20 años operando con un subsistema de inteligencia precario, con insuficientes recursos, limitado a ser una oficina de análisis que funciona de lunes a viernes y sólo de 8am a 6pm. Siendo la excepción el periodo que estuvo bajo la dirección del almirante Jordán, entre noviembre 2019 y marzo 2022. Los resultados hablan por sí solos, siendo el “Estallido delictual” de octubre de 2019 su principal y más evidente falla.
La Ley que se discute en el Congreso aborda algunas de las falencias, pero está muy lejos de dar forma a algo del tipo que tiene España o el Reino Unido. Para ser claros, necesitamos una ANI que opere 24×7, que tenga la capacidad de integrar la información que generan los servicios de inteligencia de las fuerzas armadas, policías, SII, Aduanas, Gendarmería y del servicio exterior, y que tenga además la posibilidad de realizar operaciones especiales de inteligencia. Su dotación claramente necesita ser más de los 100 actualmente autorizados, y tampoco pueden ser del tipo funcionarios que están regulados por los estatutos administrativos y reglas que aplican a los empleados fiscales.
- Megatomas: Cómo que nadie se atreve a abordar lo que implican las megatomas del tipo San Antonio, o la que existe en Alto Hospicio. Se pasan la pelota entre municipios, ministerios y nadie resuelve. Pasa el tiempo y aumentan en tamaño y complejidad. Son territorios en donde el estado de derecho no aplica y en donde no ejercemos soberanía. Cualquier cosa puede estar pasando en esas tomas, y como tenemos una inteligencia precaria o inexistente, la verdad no sabemos qué ocurre en esos lugares, o cuántas personas viven en ellas.
Es claramente, y a todas luces, un problema de seguridad nacional. Es como tener un tumor que crece y crece, dejando que crezca, y no haciendo nada al respecto.
- Insurgencia mapuche: Cada vez que hay un atentado en la Macrozona Sur no acordamos de lo que ocurre en esa parte de Chile. Para que seamos claros, en las regiones del Bio-Bio y de la Araucanía tenemos grupos insurgentes mapuches que tienen reivindicaciones territoriales y de autonomía respecto del Estado de Chile. Muchas veces se visten de violencia rural, o de terrorismo, o de delincuencia, todas cosas que esos grupos permiten existan, o que existen porque la ausencia de estado y control permiten que ocurran.
Hay quienes pensaron que con el desmantelamiento de la CAM las cosas se calmarían, pero hechos como el ocurrido en Rucalhue, o el asesinato de los tres carabineros en el 2024 nos recuerdan que la realidad no ha cambiado. Que el estado constitucional de excepción de emergencia que lleva casi tres y medio años vigente solo equivale a un paracetamol que baja la temperatura, pero que no corrige o resuelve la violencia o el terrorismo realizado o patrocinado por grupos insurgentes.
Necesitamos pensar en soluciones más definitivas, las que son principalmente de carácter político, no siendo descartable una solución militar definitiva que elimine o neutralice a los insurgentes.
- Inmigración ilegal y crimen transnacional: Este problema se conoce y está identificado desde el segundo gobierno de Sebastian Piñera, pero a pesar de ello las acciones de ese gobierno o el actual nunca han atacado las causas que lo generan, o que permiten que siga existiendo. Atajar a los ilegales o la actividad criminal en la frontera ya es tarde, más aún, considerando las características de la frontera en términos de largo y altura.
Al ser considerado un problema policial y no uno de seguridad nacional, las soluciones comienzan y terminan en la frontera, no buscándose formas de interrumpir o afectar más tempranamente el flujo inmigratorio, las organizaciones que lo facilitan, la logística y lugares de donde salen. Aplica lo mismo al crimen transnacional.
Al ser declarado un problema de seguridad nacional y al estar afectado el interés nacional, perfectamente se podría pensar en operaciones especiales de inteligencia a realizarse en Perú y en Bolivia, y de ser necesario más allá. Actuar recién en la frontera es tarde e implica operar bajo la legislación nacional, con la complicación de que en la práctica las reconducciones a Bolivia o las devoluciones por vía aérea a Venezuela no funcionan. Es por eso por lo que el problema se debe resolver antes de que llegue a territorio nacional.
- Dotación de Carabineros de Chile: Un sistema de seguridad nacional identificaría tempranamente que uno de los medios principales para lograr sus objetivos en seguridad pública lo constituye la dotación efectiva y disponible de carabineros. Por alguna razón decide que la solución de los problemas es la creación del Ministerio de Seguridad Pública, es decir sólo más burocracia, ya que no viene con mayores capacidades de mando y control, o de análisis estratégico.
Carabineros tiene un problema severo de dotaciones. Tienen altos niveles de ausentismo, del 20% o peores, y su capacidad de creación de nuevos policías sólo permite cubrir las plazas vacantes por retiros o renuncias voluntarias. A ello se suma una falta de apoyo legal y político un efectivo actuar.
El sistema no reacciona ante la falta de carabineros, hace como que el problema no existe, y solo reacciona cuando se dan cuenta de que no cuentan con recursos para partidos de alto riesgo, indicando que es un problema de privados.
La belleza de analizar las cosas en forma sistémica, como ingenieros, es que las soluciones son evidentes, como también lo son las que no resuelven el problema.
- Dotaciones y presupuesto de las Fuerzas Armadas: Al igual que en el caso anterior, un sistema que tiene claridad en los objetivos a lograr se daría cuenta de que no hay suficientes soldados o infantes de marina disponibles para mantener los esfuerzos actuales en las fronteras del norte o en la Macrozona Sur. Ello, producto de que actualmente nuestras fuerzas armadas no son intensivas en personas, pero sí lo son en tecnología.
También se daría cuenta de que no los estamos usando en forma efectiva, ya que los estamos usando en modo espantapájaros y no para resolver problemas, algo que podríamos realizar en la Macrozona Sur dada la naturaleza del insurgente del problema, pero no en la frontera norte, que no es de naturaleza militar, sino más bien policial.
El uso incorrecto y no excepcional de militares en labores de seguridad interior, adicionalmente desangra los ya estrechos presupuestos institucionales, afectando su entrenamiento y capacidades bélicas, lo cual reduce su capacidad disuasiva o su potencial uso de ser necesario o estar afectado el interés nacional. Es algo que un subsistema de Defensa Nacional, que de existir, identificaría y retroalimentaría al sistema de seguridad nacional, reduciendo o mitigando el problema.
Antes de cerrar, ¿pensaron qué van a hacer con los militares del 73 que están presos en Punta Peuco, Colina 1 y otros penales? ¿Qué les parece una solución humanitaria del problema de los viejos soldados de Chile?
¿Saben que este año con suerte ingresaran solo 4.500 ciudadanos a realizar el servicio militar, a pesar del mayor sueldo que van a recibir? ¿Saben que hay menos de 1.500 soldados de tropa profesional? Con esos números, olvídense de soluciones del tipo cerrar la frontera o de establecer estados de excepción en la RM para controlar el crimen organizado, o de ampliar lo que existe en la Macrozona Sur. Piensen en forma sistémica, estratégica, con claridad en los medios y formas de uso. Partamos por establecer un Sistema de Seguridad Nacional y su respectiva estrategia. Piensen en conceptos como efectividad y eficiencia.
Sobre el autor
Vicepresidente AthenaLab


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