El Mercurio de Valparaíso, viernes 27 de marzo
Si bien el escenario abierto por la pandemia del coronavirus es bastante incierto, una cosa que ha quedado bastante clara es que contar con grandes buques con capacidades hospitalarias es de gran ayuda en el caso de una emergencia de proporciones.
Ya sea que se traté de buques hospitales propiamente tal, como el “UNSN Comfort” de Estados Unidos, o embarcaciones que tienes instalaciones para prestaciones sanitarias, como el “LHD Tonnere” de Francia, una marina equilibrada hoy debe contar con embarcaciones que sean aptas para prestar apoyo a la población en caso de ser requeridas. Son las llamadas capacidades de asistencia humanitaria y alivio de catástrofes (HA/DR), que cada día cobran más y más vigencia.
En el marco del ejercicio naval Rimpac en 2018, fui testigo de la simulación de una respuesta humanitaria a un gran terremoto, que golpeaba parte del escenario del juego de guerra trazado. Como es imaginable, chilenos y japoneses eran quienes compartían más experiencias reales a los equipos en terreno.
No en vano, el gobierno del primer ministro británico Boris Johnson hoy busca que el Departamento para el Desarrollo Internacional financie la compra de un buque hospital, que sería operado por la Marina Real en misiones humanitarias.
La Armada de Chile adquirió en 2011 el buque de asalto anfibio “Foudre”, que fue bautizado posteriormente “Sargento Aldea”. Desde entonces y bajo pabellón nacional, ha surcado aguas caribeñas y antárticas en distintas misiones de transporte, mientras también ha provisto ayuda a comunidades afectadas por aluviones, por ejemplo.
Frente a la actual pandemia, el “Sargento Aldea” vuelve a poner a disposición su capacidad hospitalaria provista por 700 camas, en caso de ser necesario por la emergencia del coronavirus. Sin duda, existen otros buques de menor tamaño que también estarán disponibles en caso de ser demandados y así poner en práctica eso que se conoce como la flexibilidad del poder naval, o polivalencia, si se prefiere el término. Porque las marinas siempre deben ser capaces de influir en los eventos que ocurren tierra, también cuando se trata de una misión de HA/DR. Sus medios permiten al Estado acceder a aquellas zonas donde otras instituciones no pueden llegar con facilidad.
Todo lo anterior, debe llevar a mirar con una perspectiva amplia la necesidad de contar con buques oceánicos de amplias prestaciones, que permitan dar respuestas adecuadas cuando menos se espera y más se necesita. Hoy el “Sargento Aldea”, con sus 12.000 toneladas de desplazamiento a plena capacidad, sigue probando su valor para Chile.
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