La Tercera, jueves 02 de mayo de 2019
A todos nos queda claro que nuestro Ejército no está pasando por su mejor minuto, y mientras las contingencias legales no sean superadas, va a ser difícil entrar a revisar en profundidad su propósito, organización y capacidades.
Por de pronto, deberíamos pensar en ir adelante con la recomendación de que las guarniciones militares en el altiplano asuman mayores responsabilidades en el resguardo de nuestras fronteras del norte y en la asistencia que podrían dar a Carabineros en la frontera con Perú y Bolivia.
Lo que se plantea no es ilógico, ya que el Ejército tiene las capacidades necesarias y perfectamente puede funcionar en un rol complementario y de soporte a la importante labor que realiza Carabineros, y, por lo demás, no debiera extrañarnos, ya que las Fuerzas Armadas tienen la obligación constitucional de defender la soberanía, integridad territorial y fronteras de Chile.
Nadie está hablando de reemplazar a Carabineros, solo de ser eficientes en el uso de los recursos de los cuales Chile dispone, y en dar seguridad a la población y resguardar nuestras fronteras expuestas a riesgos propios de los tiempos modernos.
Perfectamente podríamos pensar en una fuerza interagencial fronteriza, en que cada uno aporta con lo suyo, y en donde se respetan las competencias legales respectivas.
El ejemplo de lo logrado en Cariquima habla por sí solo; y es cosa de preguntar a los pobladores de ese lugar, en donde la sola presencia de un pequeño destacamento militar en esa localidad da paz y tranquilidad.
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