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ANÁLISIS | Tres conflictos latentes para mirar en América Latina
Revisión rápida de tres conflictos latentes de la región, quizás no tan conocidos en el Cono Sur, donde por supuesto la disputa entre Reino Unido y Argentina por las islas Malvinas/Falkland es un tema recurrente.
No son pocos las disputas territoriales que subsisten en América Latina, como sabemos en Chile, donde sigue pendiente con Argentina la compleja delimitación de Campo de Hielo Sur y ahora surgen problemas derivados de la pretensión trasandina sobre la plataforma continental extendida.
Lo positivo, es que desde la breve guerra entre Perú y Ecuador en 1995, no hay un conflicto armado entre estados por territorio. Más bien ahora se buscan soluciones a través de cortes internacionales o negociaciones bilaterales. Sin embargo, notas de protestas, rupturas de relaciones y hasta amenazas se han vuelto frecuentes, poniendo a prueba la determinación de los países involucrados a la hora de defender sus intereses nacionales.
A continuación, hacemos una revisión rápida de tres conflictos latentes de la región quizás no tan conocidos en el Cono Sur, donde por supuesto la disputa entre Reino Unido y Argentina por las islas Malvinas/Falkland es un tema recurrente.
Colombia y Nicaragua
La reciente aprobación por parte del Congreso de Nicaragua de una ley que crea una reserva marítima en una zona del Caribe, motivó esta semana la “enérgica protesta” del gobierno de Iván Duque, que afirmó que esa medida unilateral no es oponible a terceros Estados como Colombia.
En su nota de protesta, el gobierno colombiano advirtió que “no ahorrará esfuerzo alguno en la defensa ante instancias internacionales de los más altos intereses de la Nación” y rechazó “que bajo el pretexto de una medida de protección ambiental y en contravía del derecho internacional, Nicaragua incluya y califique porciones del mar Caribe como si fueran parte de su territorio”.
El embajador de Colombia en Managua, Alfredo Rangel, en declaraciones a una radio de su país, explicó el caso de una forma muy gráfica: “Esto es como si el vecino viniera y dijera de manera inopinada: ‘la mitad del patio de su casa es mía’”.
También calificó la medida de la Asamblea de Nicaragua, dominada por el oficialismo sandinista, como “hostil”. “La idea es que no se presenten acciones de fuerza. Eso en la práctica es una acción arbitraria, el derecho es que los dos vecinos se pongan de acuerdo en unos nuevos límites”, añadió el diplomático en Blu Radio, al aclarar que las Fuerzas Armadas colombianas hacen presencia en la zona de forma permanente.
El título de “reserva de biosfera” no fue otorgado por la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco), sino por el Congreso local, a petición de del presidente Daniel Ortega “con carácter de urgencia” y comprende 44.000 km2, según la agencia EFE.
De hecho, esa reserva se encuentra al oeste de la reserva de la biosfera “Seaflower” de Colombia, que sí fue declarada como tal por la Unesco en 2000, en una área del mar Caribe que Nicaragua le reclama a Colombia.
La disputa entre estos países tiene como antecedente directo los cuestionamientos por parte de los nicaragüenses del Tratado Esguerra-Bárcenas de 1928, que estableció que la costa mosquitia pertenece a Nicaragua, mientras el archipiélago de San Andrés, Providencia y Santa Catalina es de Colombia. La frontera entonces quedó fijada en meridiano 82°.
Sin embargo, el gobierno de Arnoldo Alemán interpuso en 2001 la primera de una serie de demandas ante la Corte Internacional de Justicia (CIJ) de La Haya, alegando que el tratado no era válido puesto que al momento de su firma el país estaba sujeto a la injerencia estadounidense.
Después de un largo proceso, la CIJ falló en 2012 que el archipiélago y los cayos aledaños son parte de Colombia con sus 12 millas náuticas circundantes, pero modificó la frontera marítima pretendiendo otorgar 40% del mar colombiano a Nicaragua (unos 70.000 km2).
El gobierno de Juan Manuel Santos decidió entonces no ejecutar el fallo y, posteriormente, abandonar el Pacto de Bogotá (1948), que reconoce la competencia de la corte, en una medida que contó con gran apoyo interno y que no tuvo ningún efecto diplomático negativo para el país.
Por más que Nicaragua haya incluido en sus mapas oficiales la delimitación propuesta por la CIJ, Colombia sigue ejerciendo soberanía por medio de su Armada. Puesto que históricamente no ha desarrollado una fuerza naval, Managua ha optado por acciones jurídicas y mediáticas como la reciente.
Venezuela y Guyana
Una disputa que se arrastra hace más de 180 años ha vuelto a cobrar intensidad, desde que Guyana se empezó a convertir en un promisorio exportador de petróleo, al punto que el presidente Nicolás Maduro anunció que quiere recuperar gran parte de ese territorio para Venezuela.
Cuando Venezuela empezó a configurar sus fronteras hacia el este se encontró con el imperio británico que había adquirido un territorio de unos 50.000 km2 a los Países Bajos mediante un tratado.
Las distintas posiciones encontradas sobre el límite común llevaron a un laudo arbitral en París que en 1899 que determinó que la división seguiría la llamada “Línea Schomburgk”, en honor a un explorador británico.
Pero Venezuela insistió que la división territorial sigue el Río Esequibo y por eso habla de la Guayana Esequiba, que hoy equivale a unos 159.000 kim2 plagados de recursos mineros y forestales. Son dos tercios del territorio guyanés que en los mapas venezolanos actuales aparecen pintados como territorio en disputa.
Posteriormente en 1966, un acuerdo entre el Reino Unido y Venezuela firmado en Ginebra, meses antes de la independencia de Guyana, reconoció el reclamo de Caracas y determinó que si los países no están de acuerdo deben buscar encontrar soluciones pacíficas apelando a los buenos oficios de Naciones Unidas.
Ante la falta de acuerdo entre Caracas y Georgetown, Guyana elevó una solicitud a La Haya en 2018 para que valide su frontera siguiendo el fallo de 1899, pero Venezuela desconoce la competencia del tribunal sobre lo que considera su territorio.
Hoy mientras la producción venezolana se encuentra en mínimos históricos por el mal manejo de esta industria, Guyana empezó a bombear crudo desde 2019 con una producción de unos 120.000 barriles al día, cifra que puede llegar a 700.000 en esta década. El boom petrolero ha disparado el crecimiento de esta pobre nación de 800.000 habitantes.
En enero pasado, Maduro volvió a la carga. «Debemos luchar contra el despojo de un territorio que perteneció a Venezuela desde siempre … desde siempre la Guyana Esequiba fue territorio de Venezuela … lo vamos a reconquistar en paz», dijo el mandatario venezolano.
En un clima cada vez más tenso, la Armada de Venezuela interceptó dos pesqueros guayaneses el 21 de enero y desde entonces mantiene retenidas a sus tripulaciones. Georgetown alega que fueron apresados en sus aguas, mientras Venezuela sostiene que había ingresado a su territorio.
Lejos de amedrentarse, el presidente de Guyana, Irfaan Ali anunció que mantendrá la ruptura total de relaciones con Venezuela hasta que se devuelvan los barcos y sus tripulaciones.
Guyana exige “una clara demostración por parte de Venezuela de que desistirá de nuevos actos de agresión”, dijo el mandatario a inicios de mes.
Colombia y Venezuela
Estos países tienen una disputa limítrofe no resuelta por un golfo en la parte meridional del mar Caribe entre las penínsulas de la Guajira y de Paraguaná. El caso sobre la delimitación del Golfo de Coquivacoa, según Bogotá, o Golfo de Venezuela, según Caracas, volvió a cobrar vigencia cuando el régimen de Nicolás Maduro incluyó el área dentro de un teatro de operaciones militares en 2015.
Sin embargo, la tensión bajó rápidamente tras los reclamos de Colombia y dado que entonces Venezuela era uno de los países que apoyaba el proceso de paz con las FARC.
Mientras el asunto sigue pendiente, la tensión entre Colombia y Venezuela hoy está mucho más relacionada con la presencia de guerrillas colombianas en suelo venezolano con la connivencia del régimen de Maduro.
La revista “Semana” de Colombia ha estado publicando una serie de reportajes con imágenes de guerrilleros de disidencias de las FARC en suelo venezolano, entre los cuales estarían “Iván Márquez”, uno de los jefes negociadores de los acuerdos de paz de La Habana.
Márquez, junto otros veteranos comandantes de las FARC como “Jesús Santrich”, “Romaña” y “El Paisa”, desconocieron el acuerdo de paz de 2016 y decidieron fundar una nueva guerrilla denominada Segunda Marquetalia. Según Semana, desde Venezuela los jefes rebeldes coordinan las acciones de 5.000 combatientes, “operan rutas del narcotráfico y planean acciones terroristas” contra Colombia.
La misma revista, que atribuyó parte de su material a fuentes de inteligencia venezolana, aseguró que el gobierno de Iván Duque conoce la ubicación de los campamentos guerrilleros en el país vecino.
Semana también dio a conocer un plan del Ejército de Liberación Nacional (ELN) para ayudar a defender al régimen de Maduro en caso de una intervención militar extranjera. La presencia de esa guerrilla de Colombia en suelo venezolano ha sido reportada por la fundación Insight Crime y denunciada en repetidas ocasiones por la oposición.
Tras la nueva ola de denuncias, que suman a las evidencias presentadas por el mismo presidente Duque ante Naciones Unidas y el Grupo de Lima, el líder venezolano amenazó esta semana a Colombia, asegurando que mandó a sus fuerzas armadas a “limpiar” los cañones de los fusiles.
“Yo le he dicho a la Fuerza Armada Nacional Bolivariana que conteste contundentemente las declaraciones temerarias de Iván Duque sobre Venezuela, que las conteste de palabra y que limpien los cañones de nuestros fusiles para contestarla en el plano que tengamos que contestarla si Iván Duque se atreve a violar la soberanía de Venezuela, si se atreve a tocar un milímetro del territorio venezolano”, dijo Maduro el miércoles.
Venezuela cuenta con uno de los arsenales más poderosos de América Latina, basado sobre todo en equipo ruso convencional. Entre lo que se cuentan cazas Sukhoi-30, tanques T-72, sistemas de defensa antiaéreo S-300 y helicópteros de ataque Mi-35.
En cambio, Colombia dispone de unas fuerzas armadas orientadas a acciones contrainsurgentes y que cuentan con una gran experiencia real en operaciones de asalto en zonas hostiles. Además, no están politizadas como en el país vecino. También Estados Unidos es un aliado militar crucial de Bogotá.
En 2008, fuerzas colombianas lanzaron una operación transfronteriza en Ecuador para matar a “Raúl Reyes”, entonces segundo de las FARC.
Juan Pablo Toro
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