El Líbero, sábado 9 de abril 2022
No es el gobierno anterior, ni el actual, ni el que viene; son todos los que, con visión de Estado, deben responder a una situación para la que no estábamos preparados.
¿Dónde están esas personas?, se preguntaba la ministra del Interior Izkia Siches en su intervención en la sesión de la Comisión de Seguridad de la Cámara de Diputados. Dónde están los asesores de la ministra, me pregunto yo. Los vuelos de expulsiones son un tema de mucha relevancia como para transformarlo en una crítica al gobierno anterior. La crisis migratoria a la que se ve enfrentado Chile es uno de los grandes desafíos y cómo entregar seguridad, desarrollo y bienestar a una comunidad que cambia a una velocidad sin precedentes su demografía no será fácil. El norte es la otra gran prueba que no está pasando el gobierno.
Hace unos meses el alcalde de Colchane decía que “entraban como Pedro por su casa”, contabilizando entre 400 y 500 ingresos ilegales diarios. Hace una semana, el mismo alcalde pedía al gobierno abrir el complejo fronterizo integrado y presentar propuestas en materia migratoria a raíz de la muerte de dos migrantes que entraron por un paso no habilitado. La porosidad de nuestra frontera norte aparece como un oasis en el desierto que, para muchos, es la oportunidad de mejorar su calidad de vida y escapar de una crisis política, mientras que, para otros, es la puerta para traer a Chile actividades ilegales.
Desde los polos urbanos de la Macrozona Norte piden mejorar la seguridad. Los eventos vividos en el verano fueron una muestra de la necesidad urgente de una política migratoria que enfrente a las amenazas transnacionales que se aprovechan de quienes se desplazan. La golpiza al carabinero, la extorsión al empresario en Iquique y la muerte del camionero en Antofagasta desencadenaron un proceso social que no tiene vuelta atrás y que debe ser contestado desde el Estado y con acciones transversales de largo plazo. No es el gobierno anterior, ni el actual, ni el que viene; son todos los que, con visión de Estado, deben responder a una situación para la que no estábamos preparados.
Así que, ministra, no mire para atrás y en vez de preguntarse irónicamente dónde están, pregúntese qué hacer para avanzar en soluciones concretas. El desierto y la cordillera ya no son fronteras naturales que mantenían al país alejado de los desafíos transnacionales; la frontera sur de Estados Unidos ya no es la única donde las necesidades de muchos se mezclan con las actividades ilegales de unos pocos, amenazando a quienes se desplazan y a los países por donde pasan. La frontera norte de Chile es la otra gran área donde conviven la desesperación por llegar a un lugar mejor y el crimen que se nutre de esa necesidad.
La Macrozona Norte se encuentra en Estado de Excepción; la medida busca responder a la crisis migratoria que se vive en la frontera. Sin embargo, la gente sigue llegando. El alcalde de Colchane relata que el refugio está colapsado y las personas entran por lugares más aislados, dando pie para que grupos del crimen organizado dedicado al tráfico de personas proliferen. Los famosos coyotes trasladan a los migrantes desde Bolivia hasta Santiago.
Urge que las autoridades presenten propuestas concretas que consideren todas las dimensiones de la problemática. Hoy más que nunca necesitamos respuestas integradas que apunten no sólo a la arista social asociada a la necesidad y vulnerabilidad del migrante, sino que también a la de seguridad para frenar el avance del crimen.
Pilar Lizana
Investigadora AthenaLab
Fuente: El Líbero
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