El Mostrador, 3 de agosto 2022
Lo que la ministra del Interior y Seguridad Pública tiene al frente es un problema de seguridad nacional, que involucra la soberanía del Estado de Chile, su integridad territorial, la autodeterminación de la población chilena, su seguridad con riesgo cierto de vida y todo eso por la fuerza de las armas. Podemos echarle la culpa al Ministerio Público, al Congreso o a las leyes, pero lo cierto es que, si no definimos con claridad el problema, no lo vamos a solucionar nunca.
Se le atribuye a Albert Einstein un dicho que reza así: “Si tuviera 60 minutos para salvar el mundo, dedicaría 59 minutos para definir el problema y 1 para solucionarlo”.
Después de ver el espectáculo de la ministra del Interior y Seguridad Pública, señalando a la Cámara de Diputadas y Diputados que “alguien se pegó en la cabeza” para tratar de conseguir extender por 15 días el Estado de Excepción Constitucional y fundamentar que el problema de la Macrozona Sur es anterior a este Gobierno, no queda otra alternativa que levantar la voz para decir que el problema está mal planteado y el diagnóstico está mal hecho. Lamentablemente, la generación que actualmente ejerce el Poder Ejecutivo creció en un entorno donde el lenguaje, el idioma, se distorsionó de tal forma que algunos han llegado a pensar que basta con cambiar el nombre o el significado de algo para solucionar el problema o, bien, que todo obedece a problemas comunicacionales. Los porfiados hechos demuestran que la realidad es muy distinta.https://imasdk.googleapis.com/js/core/bridge3.522.0_en.html#goog_1359109158124KUna Constitución con Todas y Todos | Cap. 12, entrevista a la ex presidenta María Elisa Quinteros
El Gobierno no solo no está solucionando correctamente el problema, sino que corre el riesgo de que se le vaya completamente de las manos con una escalada de violencia que ya ha sido anunciada, sin intermediarios, por Héctor Llaitul. La CAM se ha declarado abiertamente en rebeldía contra el Estado de Chile y ha declarado la vía insurreccional armada, sembrando el terror y la inseguridad entre nuestros compatriotas que viven y trabajan en la zona, para reivindicar sus objetivos políticos e ideológicos. ¿Cómo se llama ese problema? El problema se llama terrorismo e insurgencia armada, algo que nunca hemos conocido en democracia como tal en Chile, ya que no es comparable a los esfuerzos del FPMR en los primeros gobiernos de la Concertación.
Es cierto que hay pobreza, es cierto que hay postergación, es cierto que hay falta de oportunidades, es cierto que hay crimen organizado, es cierto que hay tráfico de armas y de drogas. Todo eso es cierto. Pero la definición del problema se pierde si no se prioriza adecuadamente. Sin seguridad, no es posible generar las condiciones para corregir todas las falencias que hay en la zona. No nos perdamos. Lo que Héctor Llaitul declara no tiene que ver con ninguna de estas situaciones de postergación. Su llamado es claro a levantarse en armas en contra del Estado de Chile para establecer autonomía política y administrativa en un territorio que reclama como propio, y agrega un fundamento racial indigenista y además ideológico en contra de la propiedad privada y del capitalismo. No está pidiendo más Estado, mejores oportunidades o mayor inversión. Ni siquiera pide que le entreguen tierras. Lo que está diciendo es que a Chile no se le reconoce soberanía, autoridad ni jurisdicción en ese territorio, el que él y otros llaman Wallmapu.
Lo que la ministra del Interior y Seguridad Pública tiene al frente es un problema de seguridad nacional, que involucra la soberanía del Estado de Chile, su integridad territorial, la autodeterminación de la población chilena, su seguridad con riesgo cierto de vida y todo eso por la fuerza de las armas. Podemos echarle la culpa al Ministerio Público, al Congreso o a las leyes, pero lo cierto es que, si no definimos con claridad el problema, no lo vamos a solucionar nunca.
La pregunta es: ¿Cómo atacamos un problema de seguridad nacional generado por un grupo de personas que por la fuerza de las armas busca vulnerar la integridad territorial de la República, desconoce sus leyes, autoridades y soberanía, pretende pasar por encima de la autodeterminación de la ciudadanía e imponer su ideología por la violencia armada?
La ministra y el subsecretario del Interior tienen a su disposición todo el poder del Estado. Tienen que generar respuestas multiagenciales e interministeriales. El equipo ministerial es el que debe coordinar, sincronizar los esfuerzos y darle contundencia al actuar del Estado para sofocar el foco de insurgencia y llevar a los insurgentes ante la justicia. Crear y mantener las condiciones de seguridad nacional y de seguridad pública necesarias en la Macrozona Sur para permitir corregir todos los defectos y falencias que se vienen arrastrando por años. Nadie pretende atribuirle a este Gobierno, en sus 5 meses de gestión, la responsabilidad por los problemas que heredó de las administraciones anteriores. Nadie se ha pegado en la cabeza. Pero ahora es el momento de que la crítica vociferante que tuvieron cuando fueron oposición se vuelque a la acción. La valentía para gritarles a los uniformados en la cara sus consignas ahora tienen que demostrarla teniendo el coraje de imponer el Estado de derecho, y aliviar la angustia y el terror de la población que ve con desesperación que nadie hace nada ante las amenazas y el terror sembrado por la CAM y otras organizaciones insurgentes.
Lo que están haciendo actualmente no sirve para nada. Es más de lo mismo y peor aún, ya que la insurgencia percibe la debilidad política y la falta de definición del Gobierno. Se necesita un antibiótico potente en las dosis adecuadas para hacer retroceder la enfermedad. No sirve de nada seguir intentando con aspirinas o paracetamol o una dosis menor del antibiótico recomendado por los médicos, ya que solamente contribuirá a hacer más resistente la enfermedad y las bacterias que nos atacan. Al igual que en la medicina, la clave es el buen diagnóstico, y un buen y robusto sistema autoinmune.
No hay peor paciente que el que no quiere escuchar que está enfermo, pero hay algo peor aún, un doctor o doctora que, teniendo el diagnóstico y, por ende, sabiendo cuál es el mal que afecta, receta soluciones que solo bajan la fiebre y no resuelven las causas de fondo.
Richard Kouyoumdjian
Vicepresidente AthenaLab
Fuente: El Mostrador
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