A dos meses del inicio de la esperada contraofensiva ucraniana, lo que ha generado mayor expectación es el empleo de las nuevas brigadas organizadas sobre la base de material blindado occidental. Se trataría de nueve unidades, 63.000 soldados y unos 150 tanques de batalla.
Si bien es cierto que una ofensiva de esta magnitud y características debe evaluarse en términos de meses —y no en días o semanas—, también es posible afirmar, a estas alturas de la operación, que la contraofensiva de Kiev no ha evolucionado como se pensaba. Sus avances han sido menores a los esperados, a pesar del alto costo para ambos bandos, lo que ha sido reconocido por las autoridades de Ucrania.
En este escenario, ¿es posible afirmar que la contraofensiva ha fallado? Para dar respuesta, en este texto se revisará lo que ha sucedido, se presentarán algunas de las explicaciones plausibles de ello y se propondrán algunas conclusiones que podrían ayudar a contestar la interrogante planteada.
¿QUÉ HA OCURRIDO?
La mencionada y esperada ofensiva se inició el pasado 4 de julio. Según expone el Institute for the Study of War (ISW), la operación consta de tres ejes principales de ataque, los que se concentran en: Bakhmut (Donetsk), Velyka Novosilka (límite entre Donetsk y Zaporizhia) y Robotyne (Zaporizhia)[1]. La opinión pública y muchos expertos generaron grandes expectativas al respecto, esperándose un rompimiento rápido de la posición defensiva para permitir la explotación del éxito por unidades blindadas y mecanizadas hacia la profundidad del dispositivo ruso e, idealmente, alcanzar el mar de Azov y así dividir las fuerzas invasoras y recapturar importantes porciones de territorio.
Después de más un mes de operaciones no se logró un rompimiento en el frente defensivo ruso, la pérdida de material ha sido importante (incluidos equipos proporcionados por países de la OTAN) y la esperada ofensiva tipo “guerra de maniobra” ha mutado progresivamente a una lucha caracterizada por la atrición, estancándose el avance pretendido.
¿QUÉ PODRÍA EXPLICAR LO QUE ESTÁ SUCEDIENDO?
Resulta riesgoso evaluar los resultados de una operación militar en circunstancias que ésta aún se encuentra en ejecución y el conocimiento público de la planificación es limitado o casi nulo. A estas alturas, muchos de los análisis realizados se hacen sobre la base de presunciones lógicas, pero nada concreto ni seguro. No obstante, más allá de la revisión de que ha ocurrido en terreno, lo publicado en distintas fuentes abiertas sobre los avances y retrocesos de las fuerzas ucranianas, es posible identificar algunas ideas para explicar lo que ha sucedido hasta ahora:
- EXPECTATIVAS EXCESIVAS. Los resultados de las acciones de defensa de Ucrania, sumado el éxito de la ofensiva de hace un año atrás, llevaron a generar muy altas expectativas sobre los resultados de la ofensiva en curso. Sin embargo, la situación es muy distinta a la vivida anteriormente, en muchos sentidos. De esta manera, se estima que se sobredimensionaron las reales capacidades de las fuerzas de Kiev, frente a un enemigo ahora mejor preparado (se abordará esto más adelante). Además, se debe considerar que las mejores unidades y hombres experimentados han sufrido el desgaste y bajas durante 17 meses de guerra. En pocas palabras, a pesar de la ansiedad por obtener resultados rápidos, se debe asumir que la ofensiva se ha estancado, y eso no era lo que se deseaba.
- AYUDA TARDÍA E INSUFICIENTE. Es imposible desconocer el indispensable apoyo de Occidente al esfuerzo de la guerra de Ucrania, que sobrepasa los US$ 50.000 millones. No obstante, también se debe reconocer que dicho respaldo no ha llegado ni en la forma ni en el tiempo en que los defensores lo han solicitado. En muchas ocasiones, los países que apoyan a Kiev han tenido respuestas inicialmente negativas a la entrega de tanques, sistemas antiaéreos y artillería de cohetes de largo alcance, entre otros. Solo el paso del tiempo y la dinámica de la guerra han hecho cambiar de opinión a los líderes europeos y de América del Norte. Por lo tanto, si bien el apoyo no ha cesado en toda la guerra, no ha llegado en los momentos en que podría haber generado cambios sustanciales. Además, no hay que olvidar que esta guerra sorprendió a las potencias occidentales con bajos stocks de munición y una capacidad industrial de defensa disminuida, lo que ha dificultado la entrega de pertrechos, pues no se pueden desatender otras obligaciones estratégicas de la OTAN, como es el Mediterráneo (flanco sur) y ahora el Indo-Pacífico. La reciente decisión de Estados Unidos, de entregar bombas de artillería de tipo racimo, da cuenta de una merma de los inventarios de munición convencional, debiendo acudir a otros stocks de rápida disponibilidad. Al final, pareciera que las decisiones llegan tarde y sería bastante mejor —y más económico en el largo plazo, pues acortaría la guerra con una victoria para Ucrania— que la entrega de apoyo sea en una cantidad de material suficiente, de manera que Kiev genere una diferencia sustantiva de potenciales en el campo de batalla.
- POCO TIEMPO PARA GENERAR POTENCIA DE COMBATE. La entrega del material para formar las nuevas brigadas acorazadas recién se autorizó a inicios del 2023 y se empezó a acumular en el primer trimestre, para pasar luego a la instrucción de las nuevas tripulaciones de tanques. Con esto, el tiempo para entrenar a las unidades para accionar en un ambiente complejo y hostil ha estado muy por debajo del necesario para generar una potencia de combate efectiva y, sobre todo, para escalar a unidades mayores, como brigadas o divisiones, considerando que las nuevas unidades alcanzan a un total de alrededor de 63.000 soldados y más de 150 tanques de Occidente. La coordinación de unidades de infantería en contacto con el adversario con los medios de apoyo de fuego terrestres, sumado a la necesidad de apertura de brechas en campos minados, todo esto de manera simultánea y bajo fuego terrestre y aéreo (empleo interarmas), requiere de meses de entrenamiento para lograr la eficiencia mínima para operar, lo que no fue factible para la operación lanzada hace dos meses. Además, había una intención de incorporar doctrina de empleo occidental, asociada a la idea de guerra de maniobra, en una fuerza que tradicionalmente se ha instruido, entrenado y combatido con éxito de acuerdo con una doctrina de la era soviética. Hacer todos estos cambios involucra un proceso largo de entrenamiento que no debe saltarse pasos. Al parecer, la porfiada realidad ha indicado que algunas de las unidades recientemente formadas han transitado de regreso a sus formas de empleo tradicionales[2].
- APRENDIZAJE Y ADAPTACIÓN DE RUSIA. Si bien el desempeño de las fuerzas armadas rusas ha sido decepcionante en un amplio abanico de medios y dimensiones, los rusos también han aprendido de sus errores. Durante los más de seis meses que tuvieron las fuerzas de Moscú para preparar su defensa en el sur, se construyeron posiciones defensivas organizadas en tres líneas principales. Cada una de ellas cuenta con campos minados, obstáculos para tanques, trincheras, bunkers reforzados, posiciones y fuegos de artillería planificados y fuerzas de reserva para repeler cualquier penetración del frente. Además, las tropas rusas han mejorado sus comunicaciones, basando una buena parte en sistemas de cable telefónico difíciles de intervenir, han adaptado los procedimientos de coordinación de los fuegos y, muy importante en esta etapa de la guerra, cuentan con el apoyo de helicópteros y aviones de ataque, dado que los medios de defensa aérea ucranianos se encuentran muy alejados del lugar de operaciones. En síntesis, los rusos también obtienen experiencias y mejoran su desempeño en esta guerra.
- FALTA DE CONDICIONES PARA DESARROLLO DE LA GUERRA DE MANIOBRAS. Con todo lo anterior, es posible concluir que frente a una defensa en posición, preparada, planificada y fortificada, resulta difícil maniobrar. Si a esto se suma que el tiempo atmosférico ha sido lluvioso, lo cual genera problemas para el tránsito y movilidad de unidades pesadas; que Ucrania cuenta con una relativa superioridad en calidad del apoyo de fuego de artillería de tubos, pero no en volumen ni alcance de fuego, ni menos en artillería de cohetes; y que Rusia puede aplicar las ventajas del poder aéreo desde el territorio que controla, todo esto trabaja en contra de poder ejecutar acciones como las que caracterizan esta doctrina operacional. El estancamiento de la ofensiva ha llevado a adoptar acciones para romper la defensa, como el empleo de pequeñas unidades de infantería para infiltrarse e intentar tomar posiciones que permitan la penetración del frente ruso, todo con un alto desgaste de vidas y medios. Muy lejos de la idea de guerra de maniobra.
¿FALLÓ LA OFENSIVA?
Para estimar y dimensionar el resultado de la operación en curso, la evaluación se debe hacer en función del cumplimiento de los objetivos definidos y se deben determinar los espacios de terrenos recuperados y la cantidad de bajas en ambos lados (humanas y materiales). En estos momentos, considerando que la ofensiva lleva dos meses, la operación se encuentra aparentemente en plena ejecución, no se han comprometido todas las fuerzas disponibles por Ucrania, por lo tanto, no es posible sentenciar si será o no exitosa. Hasta ahora, no lo ha sido como se tenía pensado; sin embargo, no es posible desechar un resultado positivo para Kiev.
Lo que sí es factible afirmar es que el futuro de la acción militar dependerá, en gran medida, de la capacidad ucraniana de mantener la iniciativa —que está siendo desafiada por los rusos en algunos frentes—, postergando la meta de alcanzar el punto culminante lo más próximo al invierno del hemisferio norte y produciendo el máximo daño posible a las fuerzas del presidente Vladimir Putin[3]. Además, resulta indispensable demostrar avances y recuperación de territorios, así se mantiene activa tanto la moral de la población como el apoyo al esfuerzo de la guerra.
El apoyo bélico de Occidente sigue y seguirá siendo fundamental hasta el fin de la guerra. Ante esto, el desenlace de la contraofensiva tiene una doble evaluación. Por un lado, Ucrania debe exhibir eficiencia en el uso de los costosos medios que Occidente le está proporcionando, para demostrar que la victoria es factible y que el gasto se justificará. Por el otro, los países involucrados en el apoyo al esfuerzo bélico deben evaluar si lo obrado hasta la fecha ha sido adecuado, en cantidad, calidad y oportunidad, o si deben ajustar su esfuerzo para crear verdaderas oportunidades que conduzcan el éxito de las fuerzas ucranianas, quienes son, por lejos, las que más han perdido comparativamente en la conflagración.
CONSIDERACIONES FINALES
- El resultado no debe sorprender en realidad, pues una acción en contra de una posición preparada con más de seis meses siempre será compleja y demandará un alto costo. No obstante, se evidencia estancamiento en las operaciones; el éxito de la ofensiva se deberá medir en el futuro, conforme al cumplimiento de objetivos, la atrición ocasionada, el área de terreno reconquistado y, sobre todo, por la medida en que el resultado genere condiciones para la victoria final en la guerra.
- La defensa es una forma de hacer la guerra más fuerte que la ofensiva[4], pues cuenta con ventajas físicas y psicológicas. No obstante, se reconoce que no lleva directamente a la victoria; en las actuales circunstancias de la guerra en Ucrania, la defensa es funcional para los fines de Rusia, pues es Kiev quien tiene el peso de recuperar el territorio perdido a manos de Moscú, y la aplicación de una defensa organizada permite degradar el potencial de guerra, especialmente de medios entregados por Occidente, imponiéndose un enorme desgaste, lo que le podría facilitar el retomar la iniciativa perdida hace meses.
- Considerando la evolución de las acciones, resulta difícil que la guerra concluya el 2023, por lo que las operaciones se deberían proyectar, al menos, hasta el 2024, de no mediar el colapso de uno de los dos actores.
- El apoyo de fuego terrestre, tal como se ha insistido a lo largo de la guerra, sigue siendo trascendente en el campo de batalla terrestre, ya sea en términos de precisión, alcance, detección y acción en masa. Del mismo modo, la integración de dicho apoyo con las unidades en contacto resulta fundamental a la hora de romper un dispositivo defensivo preparado, así como para detener un ataque en ejecución.
- El control del aire es un factor determinante. En más de 16 meses de guerra, Rusia no fue capaz de imponer su superioridad aérea, pues se encontró con una buena organización de defensa aérea ucraniana, sumado a importantes capacidades entregadas por Occidente. Sin embargo, al actuar defensivamente estos dos últimos meses dentro un territorio controlado por fuerzas de Moscú, ha obligado a desplegar los medios antiaéreos de Ucrania fuera del alcance de la artillería rusa; helicópteros y aviones han ganado cierta libertad de acción para atacar y destruir medios terrestres.
- La necesidad de contar con una industria de defensa mínima que asegure una cierta disponibilidad operacional es una decisión estratégica para los Estados, lo que se ha demostrado durante la guerra en Ucrania, tanto para los beligerantes como para los países que los apoyan. En este sentido, la capacidad de fabricar munición, aunque pueda considerarse poco conveniente desde el punto de vista económico, es vital y debe desarrollarse y mantenerse, pues otorga independencia estratégica y autonomía operacional para cualquier Estado.
- La dicotomía planteada entre una guerra de atrición o una de maniobra no es absoluta. La guerra como fenómeno violento, sea cual sea la forma en que se desarrolle, involucra necesariamente la atrición de los participantes. De hecho, si bien la doctrina operacional de guerra de maniobras indica el empleo coordinado de fuego y movimientos para evitar la parte más fuerte del adversario, en ningún caso significa que no existirá desgaste pues, al final, quien capitule lo hará por la pérdida de poder, normalmente alcanzada a través de la atrición.
- El uso de la tecnología ha demostrado ser determinante. El empleo de drones de distintas características y tamaños, el ciberespacio, capacidades espaciales, munición de precisión, radares de localización de objetivos, fuegos de largo alcance y precisión, etcétera, son muestras de que la inclusión de tecnología otorga ventajas significativas a quienes la poseen. Sobre esto, un par de ideas. El desarrollo tecnológico debe facilitar la adaptación de los medios a las nuevas características del campo de batalla. Así con sensores y drones capaces de detectar medios blindados a largas distancias y con bases de fuego, terrestres y aéreas, capaces de batirlos antes de que entren en contacto con las propias tropas, disminuye la efectividad de los tanques. Sin embargo, Azar Gat propone que, más que anular su necesidad o utilidad, exige la adaptación de su diseño a uno que le otorgue mayores posibilidades de supervivencia, como es la incorporación de sensores y medidas de defensa activa, tal como fue lo ocurrido con los buques acorazados de guerra durante el siglo XX[5].
- No obstante, la guerra en Ucrania demuestra una y otra vez que, para potencias menores, el desarrollo de capacidades de empleo de unidades de armas combinadas convencionales sigue siendo, al menos por ahora y en los próximos años, la mejor alternativa de preparación de fuerza, dejando a los ingenios tecnológicos que desarrollan y emplean países más evolucionados y ricos, como potenciadores de fuerza de gran utilidad, pero que la realidad económica y de acceso impide su uso masivo.
- Finalmente, a pesar de todo lo comentado, se deberá tener presente que la perspectiva que entrega el tiempo es fundamental para evaluar las acciones que ocurren en una guerra y lo más conveniente será esperar que se disipe la niebla que siempre se cierne sobre ella y dificulta su entera y más correcta comprensión.
John Griffiths, jefe de estudios de AthenaLab
Marcelo Masalleras, investigador de AthenaLab
4 de agosto de 2023
[1] Institute for the Study of War, disponible en: https://www.understandingwar.org/backgrounder/russian-offensive-campaign-assessment-july-31-2023
[2] “The Ukrainian army commits new forces in a big southward push”. The Economist. 27 de julio de 2023. Disponible en: https://www.economist.com/international/2023/07/27/the-ukrainian-army-commits-new-forces-in-a-big-southward-push
[3] Freedman, Lawrence. “Ukraine’s Counter-Offensive: Setting Expectations”. 30 de julio de 2023. Disponible en: https://samf.substack.com/p/ukraines-counter-offensive-setting?utm_source=substack&utm_medium=email
[4] Claus Von Clausewitz, On War, trad. Michael Howard y Peter Paret (New Jersey: Princeton University Press, 1976), 428.
[5] En un reciente artículo de Azar Gat, publicado por el Institute for National Security Studies de la Universidad de Tel Aviv, se cuestiona que las actuales características de los tanques, particularmente su excesivo blindaje, sean las apropiadas para el campo de batalla futuro. Frente a esto, Gat presenta como alternativa lo que ha sido la evolución de buques de guerra y aviones de combate, donde se ha sacrificado la protección blindada por una protección electrónica. Disponible en: https://www.inss.org.il/publication/tanks/
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