La botadura del rompehielos “Almirante Óscar Viel” representa un hito para Chile por donde se lo mire. Tanto para la construcción naval, por tratarse de la mayor y más compleja embarcación construida por el astillero Asmar, como por ser ejemplo de la vocación de un país para reafirmar su presencia en la Antártica.
El director general de los servicios de la Armada, vicealmirante Pablo Niemann, explicó en la ceremonia del jueves por la noche, que la necesidad de este buque “obedece a la importancia de la Antártica chilena” y a su esperada contribución al “desarrollo de nuestros intereses marítimos”.
Con un desplazamiento de 10.500 toneladas, 111 metros de eslora, 21 de manga y un costo aproximado de US$ 221,3 millones, el Estado de Chile ha impulsado un logro tecnológico, que radica en el hecho de que Asmar se haya convertido en el primer astillero sudamericano en fabricar una nave con estas características polares.
Un acontecimiento que se da justo cuando existe un interés creciente por contar con este tipo de embarcaciones[1], puesto que la competencia geopolítica y el cambio climático están acelerando las dinámicas competitivas en el Ártico y la Antártica[2], con sus diferencias y similitudes.
No todos los países operan rompehielos o buques polares y algunos de los que sí lo hacen, tienen naves muy antiguas o al borde de su vida útil. Por ejemplo, en estos días se encuentran en plenas campañas antárticas el “Almirante Irízar”, de Argentina, y “Ary Rongel” y “Almirante Maximiliano”, ambos de Brasil. Todos datan de la década de los años setenta.
En ese sentido, el “Almirante Viel” tiene la ventaja de incorporar nuevas tecnologías y un diseño muy eficiente de la empresa canadiense Vard, lo que permite aprovechar los enormes espacios en sus 14 cubiertas para transportar carga, personal y helicópteros medianos durante largos períodos; operar equipos oceanográficos y pesqueros; y albergar laboratorios científicos.
Este buque, que reemplaza a una unidad de su mismo nombre, hará parte de operaciones antárticas de una nueva generación de rompehielos, entre los cuales se cuenta el “RSV Nuyina” de Australia, el “MV Xue Long 2” de China, “L’Astrolabe” de Francia, el “BAP Carrasco” de Perú” y el “RRS Sir David Attenborough” del Reino Unido.
Pero para explicar lo que significa el “Almirante Viel”, vale la pena recordar las palabras del navalista Alessio Patalano durante su reciente intervención en la Exponaval:
“Los buques son reproducciones flotantes a escala de un Estado-nación y también de los ideales políticos y principios sociales que dan forma a su sentido de soberanía (…) Son declaraciones de valores nacionales, y de lo que representan. Su existencia y funcionamiento cotidiano llevan la posición política de un Estado al centro del orden marítimo, desde el momento en que zarpan del puerto, en ultramar, e incluso cuando fondean en destinos extranjeros”.
En esta misma línea, el vicealmirante Niemann aseguró en la ceremonia, que contó con la presencia de la ministra de Defensa, Maya Fernández, que este rompehielos clase polar PC5 va a contribuir a proyectar “la imagen país” y su “estatura estratégica”.
Hoy existen muchos desafíos entorno a la Antártica chilena, y ante los cuales el “Viel” será una herramienta fundamental para enfrentarlos cuando se encuentre operativo a fines de 2024.
Por ejemplo, la Política de Defensa Nacional de Argentina de 2021 estableció que se iba a fortalecer “la explotación, estudio y control conjuntos sobre Estrecho de Magallanes y el Mar de Hoces, espacios estratégicos, tanto por su rol como vías navegables naturales entre el Océano Atlántico y Océano Pacífico…”.
Mientras el Estrecho de Magallanes se encuentra bajo soberanía chilena, los estudios sobre la plataforma continental deberían demostrar la continuidad entre el Chile americano y el Chile antártico a través de la proyección de sus áreas marítimas en el Paso Drake o Mar de Hoces.
Se suman a lo anterior la reclamación británica y la multiplicación de bases de países bastante alejados del continente blanco, pero con ambiciones polares manifiestas, como el caso de China.
Con menos peso específico, se presenta la Teoría de la Defrotación, que fue desarrollada por la académica brasileña Terezinha de Castro en 1957, quien sostenía que las naciones sudamericanas, cuyas costas confrontan a la Antártica y no se cruzan por encima de otro país, tienen derecho a reclamar y controlar un área correspondiente a sus meridianos orientales y occidentales proyectados hacia el Polo Sur. Países como Ecuador, Uruguay y Perú la consideran en las reservas a la adhesión al Tratado Antártico.
La Política Antártica Nacional 2022, aprobada el lunes por Consejo de Política Antártica Extraordinario, estableció justamente como el primero de sus 10 ejes “resguardar y promover los intereses nacionales” en el continente blanco, “manteniendo presencia efectiva en los espacios de la Antártica chilena”.
Con esa misión y en este entorno desafiante, el “Almirante Viel” servirá para facilitar la presencia logística y científica en ambos lados de la península (donde hay bases de 22 países); ayudar a inspeccionar la actividad antártica extranjera; fiscalizar el cumplimiento de los tratados y acuerdos; mantener liderazgo en operaciones de rescate. Entre otras cosas, este nuevo buque podrá reaprovisionar instalaciones chilenes que no cuentan con muelles y operar todo el año.
El próximo paso, es mantener el programa de construcción naval con dos buques de transporte anfibio multipropósito para la Armada de Chile y quizás algún día pensar en fabricación de fragatas. Por lo visto, parece que vamos con buen rumbo.
Juan Pablo Toro, director ejecutivo de AthenaLab
Talcahuano, 23 de diciembre de 2022
[1] AthenaLab, “Más hielo por favor: el creciente interés por buques polares”, Juan Pablo Toro, 24 de diciembre de 2021. Disponible en: https://athenalab.org/mas-hielo-por-favor-el-creciente-interes-por-buques-polares/
[2] AthenaLab-Henry Jackson Society, “Chile y el Hemisferio Sur: ¿Antártica en transición? Disponible en: https://athenalab.org/estudio-chile-y-el-hemisferio-sur-antartica-en-transicion/
