El Mostrador, 28 de febrero 2021
El énfasis en el problema de violencia existente en La Araucanía se debe resolver, principalmente con la fuerte voluntad política de ejercer la ley y el orden, sin lesionar el Estado de derecho para todos. Ello requiere todo el peso de la ley de parte del poder judicial y el respaldo resuelto de lo político a las fuerzas de orden y seguridad pública. Una adecuada inteligencia efectiva para contar con claros panoramas situacionales, así como con aportar evidencia de la naturaleza del problema. Lo que el Almirante Vergara denomino el consenso entre políticos, fiscales y jueces, junto a una efectiva política de derechos humanos, pero para todos.
Tradicionalmente existe la tendencia a creer que el uso de la fuerza militar es una herramienta efectiva y rápida de emplear para enfrentar múltiples fenómenos, sin considerar necesariamente la naturaleza y el carácter, del problema que enfrentamos.
A modo de hipótesis, podríamos plantear que, si el problema que enfrentamos posee la naturaleza y el carácter militar, el uso de la fuerza será lo más adecuado, actuando en conjunto con otros medios, que el Estado posee y denominados instrumentos de poder. Se usarán entonces las herramientas políticas, diplomáticas, económicas, tecnológicas y comunicacionales para apoyar el énfasis en el uso militar de la fuerza.
Sin embargo, si el fenómeno o problema a resolver, no es de naturaleza y carácter militar, la fuerza puede ser usada, pero no con el énfasis sobre los otros instrumentos de poder más adecuados en la resolución efectiva del problema. En otras palabras, la fuerza militar aporta con sus capacidades específicas a “generar las condiciones de éxito” en una maniobra que es en esencia política.
El preámbulo anterior, es necesario de plantear toda vez que hoy se ejecuta la participación militar (Fuerzas Armadas) en la Araucanía en conjunto con medios de las Fuerzas de Orden y Seguridad (Carabineros e Investigaciones), entre otros actores.
Una primera pregunta por responder sería ¿Cuál es la naturaleza del problema que enfrentamos?, es en esencia de naturaleza militar o es un tema en esencia político y con una serie de aristas: étnicas, delictual por robo de madera, violencia de diversos grupos que se consideran al margen de la ley, etc. Es subversión, terrorismo, guerrilla urbana, o todas a la vez. Si la arista más clara es la violencia de grupos organizados, al margen de la ley. La solución, a lo anterior debe ser el empleo de los instrumentos de poder con énfasis en las Fuerzas de Orden y Seguridad Pública, junto al imperio de la ley y con una adecuada inteligencia para poder detener y llevar a juicio a los responsables de dicha violencia y responsables de afectar el Estado de derecho, dañando a ciudadanos inocentes. Adicionalmente, un buen nivel de inteligencia es la herramienta más adecuada para determinar no solo el financiamiento de los grupos violentos al margen de la ley, sino que además precisar la naturaleza del conflicto. Lo anterior sí requiere la voluntad política de querer solucionar y no administrar dicho problema
Si pese a identificar y definir el problema como un fenómeno que en esencia no es militar y se quiere usar la fuerza, debiéramos a lo menos tener presente, entre muchas otras, las siguientes previsiones:
Podríamos detallar muchas otras interrogantes, pero la finalidad de lo anterior es solo reflejar que el arte del uso de la fuerza es usar con el énfasis adecuado la combinación de los diversos elementos o instrumentos de poder del Estado de acuerdo con el fenómeno a resolver. Es muy simple y tentador usar la fuerza militar, pero ni aún ejércitos muy poderosos han podido vencer fenómenos como el terrorismo, o la subversión o guerrilla, ya que en esencia es un problema más político que militar, más de lucha mental que de fuerza tradicional, menos cinético y más comunicacional. La lección fue duramente aprendida en Irak cuando el conflicto mutó, desde una naturaleza militar a una guerra civil, con el terrorismo como principal técnica o arma en contra de las fuerzas militares.
Nos atrevemos a proponer que el énfasis en el problema de violencia existente en La Araucanía se debe resolver, principalmente con la fuerte voluntad política de ejercer la ley y el orden, sin lesionar el Estado de derecho para todos. Ello requiere todo el peso de la ley de parte del poder judicial y el respaldo resuelto de lo político a las fuerzas de orden y seguridad pública. Una adecuada inteligencia efectiva para contar con claros panoramas situacionales, así como con aportar evidencia de la naturaleza del problema. Lo que el Almirante Vergara denomino el consenso entre políticos, fiscales y jueces, junto a una efectiva política de derechos humanos, pero para todos.
Agregar que tan importante como contar con buenos especialistas en diplomacia, tecnología y economía y otras disciplinas, el siglo XXI, y los particulares desafíos de nuestra patria, nos demandará contar con especialistas en seguridad y defensa para enfrentar las amenazas que ya estamos sufriendo y su adecuada formación profesional y universitaria, la que sigue siendo un anhelo en el horizonte. De existir hoy, una masa critica de ellos, estaríamos en mejores condiciones para encontrar soluciones más efectivas.
Otro aspecto no menor, es señalar que, si efectivamente ya tuviésemos un Consejo de Seguridad permanente, el monitoreo, previsión e instancias de solución a los graves problemas de seguridad que hoy enfrentamos, como país, tendría razonables posibilidades de mayor éxito, beneficiando no sólo el proceso de toma de decisiones político, sino que la seguridad, desarrollo y bienestar de todos los chilenos.
John Griffiths
Jefe de Estudios de Seguridad y Defensa AthenaLab