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Los poderosos no son los de siempre

A través del uso de identidades de terceros, creación de empresas en un día, envíos al extranjero y hasta criptoactivos, lavan el dinero y luego lo usan para comprar a ese agente del Estado que está dispuesto a hacer algún trámite en beneficio de la “organización”.

6 de Septiembre de 2024 El Líbero Pilar Lizana
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Los poderosos no son los de siempre

El debate sobre las “élites” y “los poderosos de siempre” ha desviado la atención de lo importante. El caso audio debiese poner sobre la mesa la obligada conversación sobre corrupción. Si la principal amenaza de Chile es el crimen organizado entonces, la principal conversación debiese darse en torno al poder corruptor del dinero generado por esa actividad ilícita.

Referirse a la élite, es recurrir a un discurso ideológico que puntos más puntos menos en las encuestas, está totalmente desconectado de la realidad nacional. Hoy los chilenos piden a gritos seguridad y no lo hacen por esos poderosos de siempre a los que se refería el Presidente, lo hacen porque en sus comunas y en sus barrios han aparecidos otros poderosos, esos que no necesariamente tienen que ver con la élite, pero que con el poder del dinero muestran una realidad que encandila a los más jóvenes y que destruye las familias.

El dinero, eso a lo que tanto se hace mención cuando se habla de crimen organizado y que usando distintas técnicas ingresa al sistema legal para blanquear su origen ilegal es la herramienta de corrupción. A través del uso de identidades de terceros, creación de empresas en un día, envíos al extranjero y hasta criptoactivos, es lavado y luego utilizado para comprar a ese agente del Estado que está dispuesto a hacer algún trámite en beneficio de la “organización”.

Esos son los poderosos que debiesen preocuparnos, esos son los poderosos que van a buscar financiar a la élite, esos son los poderosos que van a destruir a Estado. Los demás, sólo serán su herramienta.

Poco a poco se ha avanzado en la discusión. Actualmente se debate sobre la restricción del uso de efectivo como una manera de agregar trazabilidad al dinero. Se encuentra pendiente el proyecto de ley que crea una fiscalía supraterritorial, el de subsistema de inteligencia financiera, el de inteligencia económica y el de inteligencia. Pero, nada de eso servirá si quienes nos gobiernan no crean un ecosistema que combata el crimen organizado y donde todos participen.

La única manera de que la institucionalidad sea efectiva es a través de un modelo de gestión que integre información de todos los niveles y donde cada institución, servicio y unidad del Estado se incorpore a una cadena de seguridad pública que no replique tareas, sino que genere sinergias entre las funciones de cada uno de sus actores.

Sin eso, perseguir el dinero no será suficiente. Sin eso, esos nuevos poderosos sólo se harán más poderoso y a medida que se cierran brechas, abrirán nuevas porque, siempre buscarán penetrar el Estado, comprar a un funcionario o incluso a esos poderosos de siempre para beneficiarse de su posición.

Los poderosos ya no son los de siempre y esa élite y todos nosotros estamos en riesgo. Corremos a pasos agigantados desde el robo al tráfico, de la delincuencia común al crimen organizado, nos acercamos peligrosamente a tener sólo crimen organizado. Para eso, se requiere dinero y tiempo. Dos cosas que los nuevos poderosos tienen.

En materia de seguridad los líderes políticos deben dejar de lado esos discursos ideológicos que buscan tranquilizar a algunos. Deben hablar en serio de corrupción, sin clasificarla. La corrupción es una sola y los nuevos poderosos lo tienen claro.

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