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COLUMNA | Certezas: eso que no llega
Las certezas dependen de un liderazgo político que sea capaz de ordenar sus filas y mostrar que todos están detrás de un mismo proyecto. El mensaje tiene que ver con la efectividad y eficiencia del Estado para enfrentar los problemas, algo que hoy por hoy está bastante cuestionado.
Ministro de Hacienda de Chile en ChileDay
Un país pequeño como el nuestro necesita de un soft power que le dé una posición relativa y le permita fortalecer sus conexiones con socios clave y con aquellos actores que invertirán en él y contribuirán a su desarrollo. La imagen país es fundamental y junto con ella, las certezas que pueda entregar el gobierno de turno.
Es cierto que muchos asuntos son materia de Estado, pero el liderazgo que ejercen los gobiernos no se puede desconocer. Sus decisiones pueden llevarnos al éxito o al fracaso.
El ministro de Hacienda en Londres, por el Chile Day, dijo que la inversión extranjera está llegando y que iba a seguir haciéndolo. Mirando al litio y al hidrógeno verde se refirió a Chile de una manera muy optimista. Al día siguiente, la presidenta del Banco Central mostró un panorama más realista: El Estado tendrá menos dinero pues proyectaba un crecimiento del producto a la baja.
Muchos temas fueron tratados en el encuentro, pero, mientras eso pasaba en Londres, quienes estábamos allá nos enterábamos poco a poco de los avances en el caso audio y de cómo uno a uno iban apareciendo importantes nombres asociados a esas miles de páginas de WhatsApp.
Las certezas que se entregaban en Londres se caían en los medios de comunicación en Chile.
Esas certezas, dependen de un liderazgo político que sea capaz de ordenar sus filas y mostrar que todos están detrás de un mismo proyecto. El mensaje tiene que ver con la efectividad y eficiencia del Estado para enfrentar los problemas, algo que hoy por hoy está bastante cuestionado.
¡Y cómo no! Si el proyecto empezó con una ministra del Interior que esperaba entrar a Temucuicui y ser recibida con abrazos y no con balazos, y, con indultos para quienes años antes habían destruido importantes zonas comerciales del país mientras que las víctimas eran puestas a un lado. Finalmente, con un proyecto que lo único que hacía era poner primeros en la fila a los que destruían las certezas que un país pequeño como Chile necesita para construir su soft power.
Así, terminó el primer año de gobierno y en cuanto comenzó el segundo, aparecieron los primeros desórdenes en las filas del oficialismo. La manzana de la discordia fue el fast track legislativo en materia de seguridad, pues había un grupo a quien el uso de la fuerza por parte del Estado le molestaba de sobremanera.
El liderazgo de los gobiernos importa, el tipo de líder también. Y en Chile, ambos están reprobando.
Un liderazgo que de certezas permite sostener ese discurso optimista del ministro de Hacienda en Londres porque, transmite realidad en cuanto a que no somos inmune a los problemas, y, tranquilidad porque tenemos la capacidad de solucionarlos. Capacidad que hoy más que a prueba está en duda.
Entramos en un período electoral que desafía a los liderazgos, y que debiese poner a los fuertes primero, a esos que construyan certezas y no que las destruyan. El desafío es de la clase política, la responsabilidad, de todos nosotros quienes mediante el poder que nos da el voto debemos elegir a quienes mejor vayan a liderar a Chile.
Sobre el autor
Investigadora senior AthenaLab
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