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COLUMNA | ¿Qué debería incluir un programa en Relaciones Internacionales, Seguridad Nacional y Defensa?
Si queremos mejor seguridad y defensa, tenemos que invertir en ello, como también en las leyes que sean necesarias para que esa inversión sea efectiva. Si yo fuera un asesor de cualquier candidato, lo primero que estaría haciendo es ver de dónde se sacarán los presupuestos para realizar los programas respectivos.
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Entre los meses de mayo y junio del año pasado saqué una serie de tres columnas dirigidas a los partidos de derecha y a quienes buscan representarlos en la competencia por la presidencia de la república. Las columnas cubren los ámbitos de seguridad nacional, seguridad pública, defensa, relaciones internacionales y temas afines. Dicho eso, la verdad es que esta columna y las anteriores sirven a todo candidato, independiente de su color político, en las materias recién mencionadas.
El objetivo de esta columna es actualizarlas a febrero del 2025 habiendo pasado casi 8 meses, un periodo en donde mucho ha pasado o cambiado, y que por ende se hace necesario ponerlas al día. Todo indica que algo similar se debería realizar en el segundo semestre de este año, ya que de seguro tendremos más claro quién o quiénes serán los candidatos de derecha, como también la evolución que hayan tenido los temas que esta columna en particular cubre.
Partiendo de afuera hacia adentro, a mediados del 2024 Trump era una posibilidad y ahora es realidad. Como ya se habrán dado cuenta, no se anda con medias tintas y en un poco más de un mes está haciendo realidad buena parte de lo que prometió en su campaña. El mundo de Donald Trump es uno de blancos o negros, y exige saber si uno está con él o contra él.
Para un país como Chile, que en lo valórico se considera como parte de Occidente, y que es normal que en lo estratégico esté alineado con los EE.UU., todo estaría bien si es que nuestro comercio principalmente estuviera relacionado con ellos, pero las cifras indican otra cosa. Principalmente comerciamos con los países del Asia y más específicamente con China, el que se lleva más del 30% de nuestras exportaciones, por lo que nos pondrían en un aprieto muy grande si nos exigen inclinarnos hacia uno u otro lado.
Es poco posible que China nos presione en ese sentido, pero no es descartable que la actual administración norteamericana comience a ordenar el mundo basados en los que están en contra o a favor de ellos. Ya lo están haciendo con los europeos, y estimo los siguientes serán los asiáticos. Para nosotros juega a favor el que Trump y su equipo no han demostrado mayor interés por Sudamérica, excepto por la Argentina de Milei, con el cual ha demostrado tener afinidad, no siendo el caso de Brasil, Colombia y Venezuela.
No es entendible que nuestro Presidente haga públicas sus diferencias de opinión con el Presidente Trump. Mejor que se las guarde para él, ya que irse en contra del país más poderoso del planeta no es una buena estrategia, más aún, considerando que no tiene buen carácter. Todos sabemos que el cobre, el litio y las tierras raras tienen valor, pero sería imprudente darles más valor del que corresponde.
Antes de esta nueva realidad estábamos principalmente preocupados de nuestro escenario vecinal y del hecho de que desde el Perú y Bolivia importábamos inmigrantes indocumentados, algunos de los cuales además eran o son delincuentes. Nuestra preocupación era la porosidad de nuestra frontera y lo fácil que es ingresar a Chile a pesar de los esfuerzos que hacemos para evitar que ello ocurra. Esta realidad no ha cambiado, pero se agrega a lo que nos trajeron Trump, Xi y Putin, un mundo en que lo multilateral perdió valor y que se parece más bien al “Far West”, en donde impera la ley del más fuerte, y en donde están de regreso los señores feudales, los que están en el proceso de elegir sus vasallos.
La Argentina de Milei todavía no es un peligro para nosotros, pero lo puede ser si es que nosotros caemos en desgracia y ellos siguen gozando de los favores del país del norte, los que ya eran evidentes con Biden, pero que bajo Trump se han vuelto peligrosos por decir lo menos.
Cambiando de tema, la seguridad pública sigue siendo el principal tema que nos ocupa, tanto por la incapacidad o falta de carácter del Ejecutivo para defender y aplicar el Estado de Derecho, como por el nivel de actividad que siguen demostrando los criminales. No tenemos policías para todas las comunas en las cantidades necesarias, lo que implica que las seguridades municipales están sobre exigidas y además realizando labores pseudo policiales, a pesar de no tener las atribuciones legales necesarias. El tema de la falta de dotación de Carabineros de Chile es quizás el tema más importante que debe atender la agenda de seguridad de cualquier candidato.
Evidentemente ayuda la nueva ley antiterrorista, pero poco podemos esperar del nuevo ministerio de seguridad pública, ya que básicamente son los mismos que antes y con los mismos recursos, por lo que todo indica que no va a ser la bala de plata que prometió el actual gobierno, y si a eso le sumamos un escenario restrictivo en lo presupuestario, su futuro se ve poco prometedor. Quien sea designado ministro de seguridad pública tiene un problema y no será fácil encontrar a uno que se ofrezca voluntariamente.
No podemos seguir con los ojos vendados. Más que necesitar de una nueva ley de inteligencia, necesitamos de un sistema de inteligencia que funcione, que nos alerte de los malos y de sus intenciones. Al igual que otros sistemas de la seguridad nacional, la efectividad de la inteligencia depende en gran medida de los recursos que les asignemos. Si son pocos como los actuales, vamos a seguir gozando de una inteligencia pobre e irrelevante.
No tener un sistema de seguridad nacional es una de las deficiencias que nos hacen más susceptibles a sufrir males como los que nos afectan. Cuando la seguridad nacional se ve como un sistema en donde la seguridad pública, la inteligencia, la defensa nacional se tratan en forma sistémica, junto a otros aspectos que inciden en nuestra seguridad, como lo son las relaciones internacionales y la seguridad económica, todo se hace más fácil de manejar. Esto incluye la generación de escenarios prospectivos que nos facilitarían la toma de decisiones, y no tener que estar citando a comités publico privados para ver que hacemos si los EE.UU. nos suben los aranceles y matan el TLC con los países del norte de América.
Quizás la cosa que más ha cambiado desde junio del 2024 es la realidad de las finanzas públicas. Tenemos un Estado muy grande que no somos capaces de financiar, y que además, no está entregando los servicios que se requieren en seguridad, o la defensa nacional que necesitamos para evitar que alguien se entusiasme con nosotros. Los recientes recortes presupuestarios, y los que puedan venir, tienen al Ejército de Chile y la Armada en los huesos. Ya estaban con poca grasa después de los recortes realizados por Briones en el segundo gobierno del Presidente Piñera, pero ahora se agrega el hecho de que van a tener que dejar de hacer cosas, si no se les suplementa o reasignan fondos.
Olvídense de cubrir las plazas del servicio militar o de los soldados de tropa profesional en el ejército, o de lo equivalente en la Armada. Los ajustes realizados al subtítulo 21, sueldos o el 22, gastos generales disminuyen las capacidades operacionales de las instituciones, las que ya están desplegadas en la Macrozona Sur y en las fronteras del norte y noreste. El que quiera o considere la utilización de las fuerzas armadas en labores de seguridad pública va a necesitar reasignar presupuestos, quitándolos obviamente a lo que no es crítico, algo que Milei demostró es posible realizar y que ahora Elon Musk está aplicando al Estado norteamericano.
Cuando asumió Milei las fuerzas de defensa y seguridad son de las pocos que no fueron afectados con recortes. Sus presupuestos se ajustaron al alza, algo que también ha ocurrido en países como el Salvador. Si queremos mejor seguridad y defensa, tenemos que invertir en ello, como también en las leyes que sean necesarias para que esa inversión sea efectiva. Si yo fuera un asesor de cualquier candidato, en las materias antes indicadas, lo primero que estaría haciendo es ver de dónde se sacarán los presupuestos para realizar los programas respectivos. Con los soldados, marinos, aviadores y policías que tenemos no vamos a lograr mucho más de lo que ya están dando. Lo mismo aplica a la ANI.
Para cerrar, me doy por pagado si se ponen a pensar en qué significa Trump para Chile, y el cómo se van a financiar los programas de seguridad y defensa que necesitamos para vivir seguros.
Sobre el autor
Vicepresidente AthenaLab
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