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COLUMNA | Blackout, el CEN y asegurar la infraestructura crítica
La seguridad ya marca las agendas presidenciales, pero cuidado con llegar a los populismos fáciles. Hablar en serio de seguridad es mucho más que crimen organizado. Hablar en serio de seguridad es hablar de seguridad nacional, sólo así los chilenos podrán vivir seguros y el Estado funcionar correctamente.

La desconexión eléctrica y de comunicaciones que sufrimos muchos a fines de febrero y que esta semana nos informamos que había demorado más de la cuenta por problemas con el Coordinador Eléctrico Nacional (CEN), no fue sólo una excusa para juntar a la familia en torno a antiguos juegos de mesa iluminados por velas, fue la evidencia de un país altamente vulnerable debido a una gestión deficiente y una mala conceptualización de los riesgos.
Apagar al 80% del país no es el problema de fondo, hay situaciones que pasan y muchas veces superan nuestro control, pero la falta de planificación para momentos como este no es accidental.
El nombre infraestructura crítica no es antojadizo, sino que tiene que ver con la importancia de ésta para el normal desarrollo de la vida de los chilenos y del funcionamiento del Estado. ¡Y qué más crítico que la necesidad de contar con electricidad y comunicaciones!
Entonces, si es tan importante ¿por qué no es parte de nuestros planes de seguridad? La razón, aún no ocupamos bien los términos y nos referimos a la seguridad como si se tratara de la seguridad pública, pero eso es sólo una parte. Deberíamos estar hablando de seguridad nacional, de la estrategia que la guíe y que oriente las acciones sectoriales y donde, por supuesto, la infraestructura crítica tiene un lugar fundamental.
Si hoy en Chile estuviéramos hablando de seguridad nacional podríamos hacernos cargo de todas las vulnerabilidades del Estado, no sólo las relacionadas con la delincuencia más o menos organizada. Estaríamos planificando para emergencias eléctricas o cortes de carreteras o hackeos a sistemas portuarios. En otras palabras, estaríamos asegurando al Estado en todas sus dimensiones haciéndonos cargo realmente de las fortalezas y debilidades.
Si estuviéramos hablando de seguridad nacional podríamos planificar la política pública con los énfasis necesarios, identificando a los responsables de cada materia, contaríamos con una estructura clara y modelo de gestión del Estado acorde a los desafíos de hoy.
Alemania, España, Estados Unidos, Reino Unido y tantos otros lo tienen claro. La seguridad nacional es aquello que nos permite utilizar todas las herramientas del Estado según sea necesario. Planificar desde la perspectiva de ésta permite al Presidente orientar sus esfuerzos, conocer los escenarios de riesgo y potenciales conflictos, adelantarse a las vulnerabilidades y hacerse cargo de manera integral de un asunto fundamental para el desarrollo: la seguridad.
Llegó la luz, llegó marzo y también, la carrera presidencial con candidatos de ambos sectores políticos y unos cuantos más por definirse. La seguridad ya marca las agendas presidenciales, pero cuidado con llegar a los populismos fáciles. Hablar en serio de seguridad es mucho más que crimen organizado. Hablar en serio de seguridad es hablar de seguridad nacional, sólo así los chilenos podrán vivir seguros y el Estado funcionar correctamente. La probidad y transparencia no puede faltar, pero esto es un tema para otro momento.
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