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COLUMNA | Decisión Naval

El futuro comandante en jefe deberá ser capaz de lidiar con un gobierno al que sólo le quedarán ocho meses, la contingencia política y electoral, la inseguridad pública y las propuestas populistas de algunos candidatos.

16 de Abril de 2025 El Líbero Richard Kouyoumdjian
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COLUMNA | Decisión Naval

El sábado 12 de abril Emol publicó un artículo con el título de “Decisión naval que debe tomar Boric: Los candidatos a futuro Comandante en Jefe de la Armada”, sobre los almirantes que podrían reemplazar al actual Comandante en Jefe de la Armada, el almirante Juan Andrés de la Maza Larraín, quien el miércoles 18 de junio de 2025 debe entregar el mando institucional a quien designe el Presidente de la República.

En el artículo se incluyen observaciones de terceros sobre algunos de los vicealmirantes que conforman la quina desde la cual debe elegir el Presidente Boric. Los comentarios, que en varios casos se podrían calificar de superfluos, incorrectos e inadecuados, y que se hicieron en forma anónima, no cayeron muy bien en el ambiente naval. Un ambiente que no está acostumbrado a cosas de este tipo, pero más importante aún, son comentarios que eventualmente podrían terminar afectando las posibilidades de los afectados de llegar a ser comandante en jefe.

Los comandantes en jefe de las Fuerzas Armadas y de Carabineros de Chile son designados por el Presidente de la República entre las cinco primeras antigüedades del escalafón de oficiales generales, que en el caso de la Armada coincide que son vicealmirantes, con a lo menos 35 años de servicio como oficiales de marina, y que han cumplido los requisitos para estar donde están, y tienen las condiciones profesionales y personales para ser un almirante de la República.

El proceso para llegar a ser una de las cinco primeras antigüedades de una de las instituciones de la Defensa Nacional es largo y extenuante, es algo que no se da en otras carreras profesionales, las que no están sometidas a evaluaciones anuales desde que ingresan a sus respectivas escuelas matrices, en este caso a la Escuela Naval Arturo Prat.

No sólo se debe tener vocación para llegar a ser almirante, sino también se debe cumplir con los requisitos de mando y otros propios de la carrera naval, como también los estudios de pre y post grado que se exigen a los oficiales de marina. Llegar a almirante no es fácil, siendo el paso más complejo la obtención del pase para ascender a contraalmirante de parte del Consejo Naval, una instancia conformada por todos los almirantes en servicio activo, que para estos efectos actúa como comité de selección.

El alto mando naval y por ende los ascensos a los grados de oficiales generales de contraalmirante y vicealmirante cuentan con la aprobación del Presidente de la República. La propuesta del alto mando naval la hace el Comandante en Jefe de la Armada, quien la entrega al Ministerio de Defensa Nacional para su tramitación y aprobación presidencial. De haber revisiones por parte del ejecutivo, esta es la instancia en donde tienen lugar.

Como bien se puede entender, los nombres que llegan a la quina no deberían ser desconocidos para las autoridades del Ministerio de Defensa o el Presidente. Evidentemente, si hay cambios de ministro quizás haya que explicar un poco más las cosas y responder las consultas que haya.

La designación de un comandante en jefe no es algo trivial. Estamos hablando de la dirección de la Armada de Chile durante cuatro años, algo que es siempre relevante y no solo por la contingencia actual, sino principalmente porque estamos hablando de una institución que debe proteger el territorio nacional, mares e intereses nacionales, independencia y soberanía de Chile.

La Constitución permite al Presidente seleccionar de la quina al que estime más adecuado y conveniente para el rol de comandante en jefe. No es una decisión que deja en manos de la Armada, y para ello le da la posibilidad de elegir a cualquiera de los cinco más antiguos, y no necesariamente al que llega encabezando la lista, habiendo habido varios casos en que el seleccionado no era el primero del escalafón o el que todos pensaban sería en el nuevo jefe.

La Constitución del 80 limita las posibilidades del Presidente a los cinco primeros con lo que se evita como sucedía hace muchos años atrás descabezamientos del alto mando por razones políticas, con lo cual se perdía mucho talento y experiencia. Todos los que siempre están en la quina tienen las calificaciones y capacidades para ser comandante en jefe, y sino las tuvieran, no estarían conformando el grupo desde el cual el Presidente debe seleccionar.

Desconozco cómo deciden los presidentes. Puedo sospechar que preguntan y piden opiniones, pero al final deciden ellos y nadie más, y espero que descarten lo que dicen artículos como el de Emol antes mencionado, u otros que puedan salir de aquí a fines de mayo, fecha en la cual normalmente se da a conocer el nombre del oficial que asume a las pocas semanas del anuncio.

Si bien es cierto que la limitación de años de servicio saca de competencia a algunos buenos almirantes, a los que no les toca la suerte de estar en el lugar y momentos de un cambio de comandante en jefe, el sistema de selección y promoción de oficiales de marina da seguridad y tranquilidad. Esto, en el sentido de que asegura que los cinco que conforman la quina son buenos, y que independiente de estilos y características personales, son personas calificadas y preparadas para llevar la marina por cuatro años. Por lo demás, los oficiales de marina y en particular los almirantes llevan años preparándose para hacerlo, en el caso de que les toque liderar la Armada de Chile, una marina bicentenaria, que opera bajo las improntas de sus héroes, y particularmente del almirante Cochrane y el comandante Prat, y que tiene como lema, vencer o morir.

El futuro comandante en jefe deberá ser capaz de lidiar con un gobierno al que sólo le quedarán ocho meses, la contingencia política y electoral, la inseguridad pública, las propuestas populistas de algunos candidatos, y los problemas presupuestarios actuales, sino también buscar mantener los programas de construcción naval necesarios para que la Armada siga siendo una marina de guerra, y junto con ello, mantener motivados a los marinos, infantes de marina y civiles que integran la Armada de Chile para que sigan dando el máximo de sí en tiempos en que todos están muy exigidos, y que la institución siga siendo una de las de más prestigio en Chile, una de las que da tranquilidad a los chilenos junto a las otras instituciones de la Defensa Nacional y las policías de que las cosas nunca llegaran a peores, y que seguirán siendo el sostén de la Patria por la que han jurado dar la vida si fuese necesario.

Sobre el autor

Vicepresidente AthenaLab

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