El Mostrador, 13 de noviembre de 2019
No dejan de sorprenderme las discusiones que se generan en torno al concepto de seguridad nacional y todo lo que implica. Quizás realizando un análisis más detallado podremos entender de qué se trata, por qué es necesaria y qué necesita ser mejorado.
La seguridad nacional como tal no está definida en la Constitución de la República de Chile, y entiendo que se buscó que así fuera, producto de la naturaleza y amplitud misma del concepto.
En las versiones más antiguas del Libro de la Defensa sí estaba definido lo que es seguridad nacional, pero en las versiones posteriores primero fue diluido y después solo reemplazado por seguridad sin la calificación de nacional. Transcribo algunos párrafos que considero relevantes de la versión de 1997:
“Se trata de un concepto que engloba tanto la preservación de la seguridad interna como externa del Estado, de manera de asegurar su soberanía; soberanía que, en última instancia, permite libertad de acción para lograr eficazmente los objetivos nacionales”.
“La seguridad nacional es un problema esencialmente de nivel político, considerando los ámbitos que abarca. En efecto, son dimensiones de la seguridad, primero, la seguridad interior, en lo que se refiere a la mantención del orden interno y de la tranquilidad pública del país; segundo, la económica, en cuanto al establecimiento de las condiciones básicas de desarrollo para todos los sectores productivos; tercero, la social, en relación con la igualdad de oportunidades y el acceso más equitativo posible a los frutos del desarrollo; y, cuarto, la seguridad externa, en lo referido al mantenimiento de la independencia nacional, la soberanía del Estado y la integridad del territorio. En esta dimensión externa, la seguridad se realiza, primordialmente, a través de la función diplomática y de la función de defensa”.
Como verán, es bastante más amplia que la seguridad externa y que producto de las nuevas amenazas que trae la modernidad, puede ser más complejo aun definir todo lo que puede ser considerado una amenaza a la seguridad nacional. Al final del día las palabras clave son soberanía y la capacidad de ejercerla, y algo no menor que la versión de 1997 incluye, igualdad de oportunidades y acceso a los beneficios del desarrollo del país. Qué bien nos hubiera hecho no reemplazar esta sección en las posteriores versiones, ya que quizás si lo hubiéramos tenido presente, nos hubiéramos evitado esta crisis actual.
Las amenazas modernas que enfrenta un Estado no sólo incluyen las tradicionales, y otras que son productos del cambio climático, del crimen transnacional y de los ciberataques, sino también amenazas del tipo híbrido como fue el caso de la intervención de Rusia en Georgia, Ucrania y Crimea, por mencionar algunas. En el caso ucraniano, Rusia usó una combinación de ciberataques, operaciones de inteligencia y desinformación. Apoyó a fuerzas pro-rusas objeto que alteraron el orden interno de Ucrania para justificar el posterior apoyo ruso a los que ellos estimaban eran sus connacionales.
Dicen que en la guerra todas las estrategias valen y quien gana es quien tiene la iniciativa y la sorpresa. En ese sentido, quienes quieran causar problemas internos nos podrían hacer pensar, entre otras cosas, que movimientos insurgentes son manifestaciones sociales que claramente puedan tener razones muy válidas para sus reclamos, pero que serán usadas por ellos como un vector para llegar a realizar sus objetivos de desestabilización y la eventual toma del poder. Lo más probable es que vayan a buscar enmascarar sus intenciones y usaran inteligentemente herramientas tales como las redes sociales, y van a buscar también restringir la capacidad de un Estado de actuar eficazmente en el control del orden público que ellos buscan alterar.
En conclusión, pensar que la seguridad nacional es solo un problema de seguridad externa es miope y es no entender las complejidades del mundo moderno. La pregunta que surge entonces es cómo tener una seguridad nacional robusta y capaz de manejar cualquier tipo de amenaza que se nos deje caer.
Algunas ideas que podríamos desarrollar son:
Reforzar y no disminuir el rol del Consejo de Seguridad Nacional (COSENA), incluyendo ser más claros en los integrantes, los cuales debe incluir como titulares a los ministros del Interior, Relaciones Exteriores, Defensa Nacional, Hacienda y Economía, y el jefe del Estado Mayor Conjunto.
Dejar claro en la Constitución de la República qué se entiende por seguridad nacional y en esa línea, quizás rescatar las definiciones que se desarrollaron en el Libro de la Defensa en su versión 1997. Puede que haya habido un buen motivo en su comienzo para no definirla en la Constitución del 80, pero en los tiempos actuales su no definición causa más problemas que beneficios.
Crear la posición de Asesor de Seguridad Nacional. Esta persona reportaría al Jefe de Estado y estaría a cargo de la Oficina de Seguridad Nacional, que debería incluir personas expertas en temas de seguridad, inteligencia y tecnologías de la información. La idea es que el asesor con su equipo sea capaz de tener una evaluación general y consolidada de las amenazas que se enfrentan, realizar ejercicios prospectivos y escenarios de riesgos, y coordinar el trabajo que hacen las unidades de inteligencia del ejecutivo, policías y fuerzas armadas.
Desarrollar especialistas civiles en seguridad nacional, los cuales pueden venir de las carreras de ciencias políticas y otras afines, que puedan estar preparados para trabajar junto con los especialistas de las policías e instituciones de la defensa.
Avanzar muy rápido en la reformulación del sistema nacional de inteligencia y en la legislación correspondiente, ya que la inteligencia es el insumo básico y fundamental que necesita la seguridad nacional.
Cierro esta columna con otra transcripción de un párrafo del libro de la defensa de 1997, y que creo apropiada al contexto y realidad actual:
“En propiedad, la seguridad no se trata de ‘acciones’, sino de una ‘condición’ que se logra como producto de acciones orientadas a atenuar o eliminar ciertas vulnerabilidades. Estas acciones se realizan en un amplio espectro de ámbitos, desde el desarrollo socioeconómico hasta la defensa propiamente tal, pasando también por el orden institucional de la República. En última instancia, es el grado de integración o cohesión de un pueblo, y la extensión y profundidad del consenso ciudadano en torno a sus objetivos nacionales, lo que constituye la base fundamental para el éxito de cualquier Política de Seguridad que se desee aplicar”.
Richard Kouyoumdjian
Vicepresidente AthenaLab
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