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COLUMNA | Fuerzas Armadas y Defensa Nacional, una evaluación del 2019 y los desafíos del 2020
El 2019 será para no olvidar. El ultimo trimestre casi nos cambia la forma de caminar a todos los chilenos y lo mismo también por cierto aplica a las Fuerzas Armadas, las que producto de ser quienes son, se ven afectadas directa o indirectamente por todo lo que ocurre en Chile, o lo que hacen por Chile, como es contribuir a hacer patria en los lugares más remotos de nuestra geografía. No hay evidencia más real que la muerte de los 32 aviadores y 3 militares, acompañados de 3 civiles que iban a realizar trabajos profesionales, que dieron su vida en el siniestrado Hércules al caer en el mar de Drake cuando iban a trabajar en la Antártica chilena. Para ellos nuestro homenaje y admiración, y para sus familias toda nuestro cariño y agradecimiento. Que manera más trágica y terrible de terminar el año, y considerando ese accidente como uno de los hechos que afectan notablemente a los institutos armados, los invito a que hagamos un resumen del 2019 desde la perspectiva de un observador externo que mira a las instituciones de la Defensa y como transcurrieron para ellas los doce meses del año:
Partieron apagando incendios y todo indica que van a terminar el 2019 haciendo lo mismo. Guste o no, esta capacidad polivalente al parecer llego para quedarse a no ser que la estrategia de este gobierno y los que sigan cambie respecto de como enfrentar los efectos del cambio climático, y que esta no se base a futuro en el uso de brigadas forestales militares, de la infantería de marina, o en el uso de aeronaves de exploración marítima de la marina o drones de la FACH. Estas mismas capacidades polivalentes son las que está usando el gobierno del presidente Piñera para apoyar el trabajo de las policías en el resguardo de la frontera norte producto del crimen organizado y transnacional que opera en esa zona aprovechando la extensión y complejidad que implica vigilar y detectar a los que buscan profitar de lo inhóspito que son aquellos territorios.
Partieron dentro de las instituciones mejor evaluadas según Cadem y están terminando el año en la misma condición. Si, los puntajes producto de lo ocurrido en los meses posteriores al 18-O las impactaron, pero no afectaron sus muy buenas posiciones relativas. Esto da para pensar y más aún, da para pensar que sean los últimos de la lista lo que estén encabezando los esfuerzos por disminuirlas o neutralizarlas. Las fuerzas armadas son de todos los chilenos y la experiencia histórica indica que se debe evitar que sean usadas o capturadas por distintos grupos de interés.
El ejercito partió con problemas judiciales que afectan tanto a oficiales en servicio como en retiro y todo indica que la Jueza Rutheford continuara procesando generales y coroneles, ya que no ha validado la posición legal del ejercito que indica que quienes viajaron estaban cumpliendo un procedimiento vigente. El ejercito ya corrigió buena parte de sus procesos administrativos y de control, e incluso implemento un modelo de prevención de delitos del tipo que se le exige a la empresa privada, e hizo una propuesta de modificación de su gobierno corporativo que apunta a mejorar su capacidad de control y auditoria, pero lamentablemente su pasado más reciente lo persigue y no lo deja concentrarse en el ejercito del futuro.
El 2019 era el año en que se trabajarían los temas de fondo de la Defensa Nacional y, a decir verdad, íbamos por buen camino hasta que se nos apareció el 18-O y que, con justa razón, nos cambio las prioridades. Por ello se entienden temas tales como la política de defensa y temas asociados como son la definición de las amenazas tradicionales y modernas de las que nos debemos proteger e intereses nacionales que nos interesa resguardar, ya sea territoriales o marítimos; financiamiento y presupuesto; carrera profesional y costo de la previsión; aspectos culturales de incorporación de la mujer; mejora de los sistemas y procedimientos de administración y control interno, y un tema no menor y ya identificado con anterioridad, la necesidad de tener buena inteligencia, ya que, sin ella, todo lo anterior puede llegar a valer nada. Lo ultimo incluye el financiamiento que las actividades de inteligencia y contrainteligencia requieren para operar adecuadamente, y que, por su naturaleza, evidentemente son reservados.
El 18-0 y lo que ha transcurrido en meses posteriores merece un capitulo aparte. No solo coloco a las fuerzas armadas en la condición de protagonistas al tener que ir en apoyo de las policías que estaban sobrepasadas por el nivel e intensidad de la violencia, sino que demostró la completa ausencia e inoperancia del sistema nacional de inteligencia, en lo que quizás sería el equivalente nuestro a las fallas demostradas por los Estados Unidos de Norteamérica en el ataque a Pearl Harbor o el ataque que sufrieron el 11 de septiembre de 2001 en Nueva York y Washington. Esto hace repensar si queremos emplear las instituciones como un seguro ante fallas de las policías, y en el caso de que quisiéramos y todos estuviéramos de acuerdo, en que modo y circunstancias lo haríamos. Lo que está claro es que sacarlas a la calle no es chacota y que tiene que ir acompañada por objetivos claros y reglas de uso de la fuerza que no sean inoperantes o que coloquen en riesgo las tareas que les sean asignadas. En ese sentido, su uso para proteger infraestructura crítica puede ser una buena idea, pero siempre que vaya acompañada de las facultades apropiadas para realizar la misión que se les asigne.
Hay que tener cuidado con el tema de la polivalencia. Mucha polivalencia puede ser eficiente desde la perspectiva del uso de los recursos, pero la lógica indica que un exceso de ella puede implicar inefectividad, ya que pueden llegar a hacer muchas cosas, pero ninguna de ellas bien. No debemos olvidar que las fuerzas armadas tienen por tarea la defensa de la soberanía y la protección de los intereses nacionales, sean estos últimos, entre otras cosas, de carácter marítimo (zonas económicas exclusivas y comercio exterior), aéreo (transporte de pasajeros y carga aérea) o terrestre (fronteras). Continuar agregando áreas de misión no parece ser una buena idea, y si es que aparecen nuevas necesidades que atender, recomiendo que se restudien las existentes y que algo se deje de hacer, pero aumentarlas sólo puede ser pan para hoy y hambre para mañana.
¿Por qué es necesario que el sistema nacional de inteligencia funcione y que la definición de que hacen y para que están las fuerzas armadas exista y se haya pensado con anterioridad? Lo es porque el mundo se ha puesto más complejo y las amenazas más difusas y difíciles de predecir. Ello nos obliga a estar muy atentos y con capacidades que idealmente nos permitan anticipar y/o reaccionar adecuadamente entre otras cosas ante ciberataques, acciones de desinformación y desestabilización, acciones conjuntas de grupos subversivos y del crimen organizado que pueden estar o no apoyadas desde el extranjero, efectos del cambio climático sobre la población humana como son las sequías e incendios forestales, depredación de recursos marinos y esfuerzos de terceros que busquen afectar el transporte marítimo y la operación de los puertos, aplicando lo mismo al trafico aéreo y aeropuertos. Podríamos seguir con muchos otros ejemplos de amenazas no tradicionales que ahora acompañan a las clásicas que por cierto no han desaparecido y que nos obligan a tomarnos en serio la defensa y seguridad nacional ya que lo que está en riesgo al final del día es la capacidad de ser soberanos, independientes, y con la posibilidad de vivir en democracia.
No vamos a sacar nada si es que no entendemos la seguridad nacional como un concepto que abarca no solo la defensa ante amenazas exteriores, sino como uno que incluye el orden publico e interior de la republica, un desarrollo económico armonioso e inclusivo que permita una nación con cohesión social y con un entendimiento común de que queremos ser y como es que queremos llegar a serlo. El 18-O nos dio una lección en ese sentido y no debemos tropezar con la misma piedra dos veces si es que queremos llegar a ser una nación prospera, desarrollada, inclusiva y en donde todos los chilenos sientan que tienen un espacio y algo que aportar. La mejor seguridad nacional que podemos tener es un Chile en donde haya 17 millones de personas felices y contentas, y que estén preocupadas por tener un Chile seguro y prospero.
Para dar forma a todo lo anterior se va a necesitar de instituciones armadas, policías e inteligencia que no solo sean efectivas, sino también eficientes y bien administradas, ya que de lo contrario su misma efectividad se puede colocar en riesgo producto si no son eficientes y si no se les percibe como éticas e integras. En ese sentido no debemos abandonar los esfuerzos que se vienen realizando en esta materia y no esta de mas ser mas papistas que el papa.
Antes de terminar, quiero mencionar uno de los grandes desafíos que tenemos en defensa, y por ello me refiero a la participación de la sociedad civil en los temas de seguridad y defensa nacional. La seguridad y defensa de Chile no es solo de responsabilidad del presidente de la República, del ministro de defensa y de los comandantes en jefe de los institutos armados. Es de todos los chilenos y producto de ello, y con el mismo entusiasmo que nos involucramos en temas de educación, salud y previsión social, debemos interesarnos por estas materias, ya que como se habrán dado cuenta, el mundo ya no es tan seguro y tranquilo. Por interés me refiero a que haya civiles preparados en las materias castrenses y que estas dejen de ser un monopolio de las fuerzas armadas. Si ello no sucede, entonces después no andemos reclamando o indicando que estas se mandan solas o que nadie las entiende. Las instituciones se preparan para trabajar con civiles y yo esperaría que lo contrario también ocurriera.
Termino nuevamente haciendo un reconocimiento a los 38 que cayeron en el mar de Drake haciendo patria, y espero que sus familias estén bien acompañadas en estas fechas por todos los chilenos, ya que ellos y nadie mas están viviendo en carne propia lo que significa que un ser querido haya dado la vida por Chile.
Richard Kouyoumdjian
Vicepresidente AthenaLab
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