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COLUMNA | El Gobierno, las Fuerzas Armadas y el Orden Público

13 de marzo de 2020
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COLUMNA | El Gobierno, las Fuerzas Armadas y el Orden Público

El Mostrador, 13 de marzo 2020

Partamos de la base que los problemas políticos requieren soluciones políticas, y que las soluciones que proveen las Fuerzas Armadas más bien son del tipo que sus capacidades militares pueden proveer. Lo anterior no implica que esas capacidades militares sean en alguna medida polivalentes y que eventualmente se puedan adaptar para dar soluciones policiales, si es que llegara a ser necesario. La adaptación no es inmediata y requiere de equipamiento, entrenamiento, doctrina y voluntad política, y algo más importante, que las FF.AA. estén de acuerdo, y lo estarán en la medida que lo que se les pida esté en la Constitución y cuente con las aprobaciones legales respectivas.

Las Fuerzas Armadas, para lamento de muchos, no pertenecen a la derecha, como tampoco a las izquierdas o el centro político. En esto por favor no hay dudas y es hora que a todos los chilenos les vaya quedando claro. Son apolíticas, no deliberantes, respetuosas de las leyes, obedientes al Ejecutivo y fieles por sobre todo a la Constitución. No tienen lealtades políticas con el gobierno de turno, cualquiera este sea. Son leales a Chile, por el cual han jurado dar su vida de ser necesario, y a su Constitución política.

La experiencia de los años les ha demostrado que la obediencia a la Constitución es el camino a seguir. Las Fuerzas Armadas son por definición corporativistas con lo bueno y malo que ello implica. Se preocupan de realizar sus tareas asignadas en forma profesional y disciplinada. Se preocupan por su gente, que es su principal activo. Se preocupan por sus familias que los acompañan en sus vocaciones de servicio. Se preocupan por sus héroes y el recuerdo de los que dieron la vida por Chile. Se preocupan por sus instalaciones, cuarteles, buques y aeronaves, ya que son los medios que les permiten cumplir sus áreas de misión. Si alguien se quiere meter en problemas con las FF.AA., basta que atente contra alguna de las anteriores. Su reacción será legal, racional y proporcional, pero les aseguro que habrá reacción.

Dicho todo lo anterior, ¿pueden las Fuerzas Armadas en alguna medida contribuir al disminuido orden público del cual gozamos actualmente? La respuesta es sí, pero pasa, como dije anteriormente, por una preparación previa y una serie de adaptaciones constitucionales si queremos que su uso sea no solo en estados de excepción. La Marina ya tiene la responsabilidad policial en el ámbito marítimo y fluvial, y algo similar, pero no igual, realiza la Fuerza Aérea en el ámbito de la aviación civil.

Es razonable que participen en todas las funciones de resguardo del orden publico, puede que no lo sea o depende de la gravedad de los hechos. Usarlas para el resguardo de la infraestructura crítica puede ser una buena idea conforme sea constitucional, existan reglas claras para su uso, exista el equipamiento, la doctrina y el entrenamiento, ya que les estaríamos asignando un nuevo rol en un minuto altamente complejo, en que no hay espacio para errores, y un detalle no menor, conforme no declaremos a todo el país como crítico y solo lo que realmente califica como tal.

En estas funciones las Fuerzas Armadas deben ser un complemento a otras formas de protección que las mismas instalaciones tienen, o las que puedan proveer empresas especialistas en la materia. La protección que se pueda proveer no incluye la ciberseguridad, que es harina de otro costal, o bien la operación de la infraestructura en caso de huelga.

Finalmente, no olvidemos que en la última Cadem, las FF.AA. tienen los lugares 3, 4 y 5 de la evaluación de las instituciones. SÍ, al igual que todas han bajado su porcentaje de satisfacción y/o aprobación, pero por lejos están por sobre otras instituciones de la República y solo superadas por el Registro Civil y la PDI. Algo tienen que les permite mantenerse al tope de la tabla a pesar de los hechos ocurridos en tiempos recientes y pasados. Cuidémoslas y no echemos a perder las pocas instituciones que nos quedan aún bien evaluadas.

Richard Kouyoumdjian
Vicepresidente de AthenaLab

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