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TRADUCCIÓN | Después de la Crisis: Los militares pueden ayudar a vencer la batalla contra las pandemias – James Stavridis

23 de abril de 2020
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TRADUCCIÓN | Después de la Crisis: Los militares pueden ayudar a vencer la batalla contra las pandemias – James Stavridis

Las Fuerzas Armadas estadounidenses pueden hacer más, para proteger en contra de futuros brotes pandémicos. Aquí les detallamos cómo.

James Stavridis*

La pandemia denominada COVID-19 es un desafío provocador para la seguridad nacional, y la respuesta del país es doblemente crucial, ya que la historia biológica nos señala que otro virus patógeno, potencialmente más letal, es inevitable. En ese contexto, los militares estadounidenses pueden desempeñar un papel muy valioso para ayudar a combatir la próxima pandemia, si las lecciones de esta crisis son aprendidas e implementadas ahora.

Las fuerzas armadas de los Estados Unidos representan una enorme fuente de talento y recursos. Hay 1,2 millones de personas en servicio activo y cerca de 800.000 personas en la Guardia Nacional y reservistas. Prácticamente, todos son relativamente jóvenes, con excelente salud y están acostumbrados a operar en situaciones de alto estrés. Muchos han recibido capacitación básica sobre cómo operar en un entorno de guerra biológica. Y por el simple acto de voluntariado, han demostrado su disposición a asumir riesgos personales importantes para proteger a los demás.

La principal prioridad de los militares debe seguir siendo la disposición a “luchar ahora”, como decimos en el Departamento de Defensa: mantener a las tropas preparadas para llevar a cabo “operaciones de combate rápidas y sostenidas” en cualquier parte del mundo. Dicho esto, el Pentágono tiene entonces mucho que contribuir, si se trata de contener la propagación de enfermedades infecciosas. Aquí hay cinco propuestas, que van desde amplias reformas estratégicas hasta medidas tácticas, para aprovechar las fortalezas de los militares para combatir futuras pandemias.

Ampliar la inteligencia médica o de salud

La comunidad de inteligencia cuenta con 17 organizaciones separadas, supuestamente integradas y coordinadas por el Director de Inteligencia Nacional. En la realidad, se produce un bajo nivel de coordinación real y las brechas en la inteligencia y los desacuerdos son comunes. Una parte importante de la capacidad de inteligencia de la nación está integrada en el Departamento de Defensa, incluida la Agencia de Inteligencia de Defensa y la Agencia de Seguridad Nacional, así como las organizaciones de inteligencia para cada institución de las Fuerzas Armadas, respectivamente. Estas agencias pueden reforzar los esfuerzos de salud pública al aumentar sus capacidades de recolección de inteligencia médica y trabajar más estrechamente con socios civiles. Los funcionarios de inteligencia militar deberían poner mayor énfasis en la profundización y los ejercicios contra objetivos específicos de una eventual pandemia, así como un mayor control de las estadísticas internacionales de salud y los programas de países extranjeros de guerra biológica.

Aproveche las relaciones de cooperación entre los militares

Nuestros militares operan habitualmente con más de 100 diferentes países aliados, incluidos los principales ejercicios anuales como RIMPAC en el Pacífico y PANAMAX en América Latina. Por lo general, se centran en ejercicios de guerra, que implican poco de trabajo de “poder blando” para suavizar los obstáculos a la cooperación internacional. Al dedicar una parte de estos grandes ejercicios a la preparación médica, podemos ayudar a aumentar los niveles de cooperación internacional cuando llegue la próxima pandemia. Estos ejercicios deben incluir no solo médicos militares, sino también médicos y enfermeras de organizaciones civiles, como el Comité Internacional de la Cruz Roja y Médicos sin Fronteras. Esto promovería el intercambio de buenas ideas entre los sectores público y privado.

Crear un nuevo Comando Operacional de Pandemias

Con sede en Colorado Springs, en el estado de Colorado, el Comando Norte de EE.UU. es responsable de defender América del Norte y brindar apoyo a los gobiernos federales, estatales y locales. Dicho Comando, que he visitado varias veces, cuenta con profesionales dedicados y talentosos. Sin embargo, tiene demasiadas misiones dispares, que van desde la defensa aérea de EE. UU. y Canadá, hasta el auxilio en casos de desastres naturales, así como además el patrullaje del Ártico estadounidense, incluyendo manejar adecuadamente la respuesta a la pandemia. En el futuro, el Pentágono debería crear un comando subordinado independiente centrado en las pandemias. Esto podría ser dirigido por un médico militar de tres estrellas (tal vez uno que haya terminado como cirujano general de servicio) y que cuente con el mejor talento de nuestros militares en el campo de la medicina.

Entrenar, entrenar, entrenar

El Departamento de Defensa gasta anualmente cientos de millones de dólares en ejercicios de combate en todo el mundo, como debería, pero relativamente poco en practicar para enfrentar lo que el doctor Anthony Fauci ha llamado la guerra contra un “enemigo invisible”. En el futuro, necesitaremos un ejercicio anual de alto estrés en todo el Departamento de Defensa a escala global para evaluar y medir nuestra disponibilidad para responder a otra pandemia. Esto significa considerar tanto cómo combatir las infecciones a nivel de unidades o plataformas, como el brote de Covid-19 en el portaviones “USS Theodore Roosevelt”, y cómo apoyar ampliamente a las autoridades civiles. También deberíamos hacer que cada uno de los 11 Comandos de Combate, de las diversas regiones a nivel mundial, realice ejercicios individuales significativos (no solo simulacros de “tablero”) y que tengamos planes de contingencia bien desarrollados para la respuesta a la pandemia. Algunos ya se encuentran materializando este tipo de ejercicios, pero otros aún no lo han hecho.

Acumular recursos o stocks para la próxima guerra

Por último, debemos pensar en desarrollar equipos y plataformas militares que puedan desplegarse rápidamente contra el próximo virus. Una deficiencia obvia es el escaso arsenal de equipos críticos de protección personal en Estados Unidos.  Necesitamos un inventario nacional de equipos, equipos y suministros médicos críticos, al igual que tenemos reservas de combustible y municiones de guerra. Las existencias se pueden almacenar en bases militares seguras, incluidas las que fueron retiradas del servicio, en la última ronda de la revisión de “Realineamiento de Bases y Cierre”, y ahora se encuentran esencialmente vacías. Los militares son muy buenos en la gestión y almacenamiento de inventarios, y este sería un lugar lógico para comenzar, dicha función.

Las lecciones aprendidas de esta pandemia, indican que las instituciones también deberían informar los tipos de equipos y plataformas principales que han adquirido e incorporado. Por impresionantes que sean los buques hospitales “Mercy” y “Comfort”, también han tenido un uso limitado durante esta crisis. Diseñados para atender grandes números de víctimas del campo de batalla y el traige, no fueron construidos para pandemias, con áreas para aislar a un gran número de personas. Los planificadores del Pentágono deben asegurarse que la próxima generación de esos buques de apoyo esté mejor optimizada para la respuesta ante una pandemia. Lo mismo ocurre, con los hospitales de campaña del Ejército y la Fuerza Aérea y los aviones de transporte médico, respectivamente, así como con los grandes buques de asalto anfibios de la Armada. Con un poco de ingenio y financiamiento, estos activos podrían ofrecer una mayor capacidad de alivio para optimizar las cargas o demandas en los hospitales. No obstante, asumir estas nuevas responsabilidades significará una carga adicional en la actual estructura militar.

Será necesario un mayor nivel de atención y recursos, quizás en el rango de US$ 20.000 millones adicionales anuales o hasta el 3% del presupuesto de defensa actual, para preparar a los militares para enfrentar la próxima pandemia. Esto necesitará un análisis exhaustivo para garantizar que no afectemos demasiado nuestra misión crítica y principal de seguridad nacional. No obstante, justo cuando nuestros militares se adaptaron, después del 11 de septiembre de 2001, a una nueva doctrina de contraterrorismo, hoy el aparato militar se está volcando a un mayor énfasis en la tradicional competencia militar entre grandes potencias, en esa dinámica también encontrará una manera de ayudar a proteger la nación en contra del próximo “enemigo invisible».

*Artículo publicado originalmente en Bloomberg Opinion y republicado en español con permiso de su autor el almirante (r) James Stavridis, ex jefe del Comando Sur y ex comandante aliado supremo de la OTAN.

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