El Mostrador, 20 de agosto 2021
Impacta ver la desesperación de la gente ante la llegada de los extremistas religiosos y lo que ello implica en particular para mujeres y niños, y cómo la población de la capital –uno de los pocos lugares que no estaba bajo el control del Talibán– entra en el modo del sálvese quien pueda, y en donde, como siempre sucede, se salvan los apitutados, sea por sus recursos o por sus contactos con los países occidentales que han enviado aviones y tropas para realizar evacuaciones mientras puedan. En el intertanto, los talibanes observan y se controlan porque las cámaras están enfocadas en ellos, y hasta ellos se ven impactados por la cobertura de los medios y lo harán hasta que deje de ser noticia y, cuando ello suceda, aplicarán sus métodos por todos ya conocidos y con todo lo que ello significa para los que pudieron respirar los últimos 20 años.
Las guerras CNN son los conflictos que tuvieron lugar en los 90 del siglo pasado, liderados por USA, acompañados por aliados como el Reino Unido, la OTAN y, en oportunidades, por países con intereses regionales, como fue el caso de Arabia Saudita en el Medio Oriente. Se les dio el nombre de guerras CNN por la cobertura en vivo que este medio dio, y sigue dando al día de hoy, al desarrollo de los hechos, algo que los hizo famosos, pero en donde no son los únicos.
¿Por qué arranco esta columna con la mención a la cobertura en vivo de los medios de prensa? Es por el impacto de que esa cobertura tiene sobre la opinión pública y, por ende, sobre los gobiernos que dirigen los esfuerzos bélicos, al punto que hay un antes y un después en la forma en que las fuerzas militares actúan producto de las imágenes, algunas de fuerte contenido, y que influencian al público y políticos que las observan.
La transmisión en vivo desde el campo de batalla permite a los no militares, los cuales no han sido entrenados para la crueldad de la guerra, observar la forma en que se conducen las operaciones militares, las que por su naturaleza son brutales, implican muertos y heridos, y observar la naturaleza de la guerra en acción, que no es otra cosa que el uso de la violencia y la fuerza para imponer la voluntad sobre el enemigo y su derrota.
Las escenas que se han transmitido desde Kabul, en donde se muestra la toma de la ciudad por parte de los talibanes y personas que buscan arrancar desde ese país por vía aérea, han impactado a todo el mundo y recuerdan imágenes del pasado, y en particular la evacuación de Saigón del personal de la embajada americana en 1975.
Impacta ver la desesperación de la gente ante la llegada de los extremistas religiosos y lo que ello implica en particular para mujeres y niños, y cómo la población de la capital –uno de los pocos lugares que no estaba bajo el control del Talibán– entra en el modo del sálvese quien pueda y en donde, como siempre sucede, se salvan los apitutados, sea por sus recursos o por sus contactos con los países occidentales que han enviado aviones y tropas para realizar evacuaciones mientras puedan. En el intertanto, los talibanes observan y se controlan porque las cámaras están enfocadas en ellos, y hasta ellos se ven impactados por la cobertura de los medios y lo harán hasta que deje de ser noticia y, cuando ello suceda, aplicarán sus métodos por todos ya conocidos y con todo lo que ello significa para los que pudieron respirar los últimos 20 años.
En lo estratégico esta era crónica de una muerte anunciada y, al igual que una persona que está afectada de una enfermedad mortal, muchas veces el desenlace se acelera. Se sabía, y así estaba anunciado, que las pocas tropas extranjeras que quedaban este año se iban, y ya se sabía que el ejército afgano entrenado por la OTAN no estaba siendo capaz de manejar la ofensiva talibán. Ya en el 2014 se había decretado la muerte de este país, algo que hizo Obama cuando indicó que los esfuerzos bélicos se terminaban, y que de ahí en adelante comenzaba una transición para los afganos, algo que tomó más tiempo, ya que se sabía que no iba a suceder exitosamente, y si se mantuvo, fue solo para retrasar lo que ahora está ocurriendo, y que impacta porque los medios lo muestran a un público que no está acostumbrado a la guerra y la violencia que la acompaña.
¿Victoria o derrota de Estados Unidos y sus aliados? Es aún difícil de decir si fueron exitosos o no con sus esfuerzos en Iraq, Afganistán y en general en esa compleja región. Lo digo porque nunca tuvieron una estrategia, no se declaró cuál era el enemigo por derrotar, excepto una declaración que no tiene valor o aplicación bélica, como es la famosa frase de Bush hijo, “War on terror”, la que no venía acompañada de objetivos claros a derrotar, en qué consistía la victoria si es que se lograba y así mucho más, y que ante la marea de imágenes que se reciben de Kabul los han llevado a inventar frases de éxito, como son que el esfuerzo de los últimos 20 años significó no más ataques como los del 9/11.
Sin embargo, ello no cambia el hecho de que el Talibán volvió a tener el control total de buena parte del país, que probablemente siga siendo un santuario para terroristas antioccidentales, y que la forma de vida en ese país sea inaceptable desde la perspectiva nuestra, y en especial para mujeres y niños, quedando abierta la pregunta de qué vamos a hacer con todo esto, ya sea tomando acción o, bien, apagando la tele y haciendo como si la pesadilla afgana no existiera.
Richard Kouyoumdjian
Vicepresidente de AthenaLab
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