El Líbero, 19 de diciembre 2022
No son los migrantes los que llevan a eso, es la falta de una política migrante clara y acorde a las capacidades de Chile sumado a una respuesta poco satisfactoria del Estado a los nuevos desafíos de seguridad.
El viaje del subsecretario Monsalve a la región de Arica y Parinacota plantea un asunto que para los ciudadanos de esa zona del país es bastante claro, pero que recién podría estar instalándose en el resto del territorio nacional: La migración como tema de seguridad.
Los datos para eso sobran: el 11,27% de extranjeros privados de libertad en cárceles del país pasa a casi el 50% en la región de Tarapacá, en esa misma localidad el 30% de los imputados conocidos por homicidios son extranjeros y más del 20% de las víctimas, los asesinatos en la macrozona norte crecieron un 89% entre 2011 y 2021, bandas extranjeras dedicadas al sicariato han llegado al país y el Fiscal de Tarapacá ya habla de una migración delictual.
Todo esto, sumado a la presión migratoria en la frontera ha llevado a autoridades locales a pedir Estado de Excepción en la zona. La guinda de la torta la trae la encuesta Cadem de la primera semana de diciembre que muestra que la mayoría de los encuestados cree que la principal causa del aumento de la delincuencia es el incremento de la migración.
Con esos datos, la vista al norte del subsecretario Monsalve pareciera tomar otra relevancia, sobre todo, cuando, acompañado del subsecretario de Defensa, afirmó que el gobierno está completamente disponible para incluir la protección de fronteras en el proyecto de ley de infraestructura crítica. Todo esto en el marco de la presión de extranjeros que quieren entrar a Chile desde los países vecinos. ¡Qué señal más clara de que la migración pasó a ser un tema de seguridad que el subsecretario del Interior y de Defensa hablando de ello!
Desde que el hombre es hombre ha migrado por el mundo. Distintas razones lo han llevado a eso, contribuyendo así a la población del planeta. Pero, lo que sucede hoy en Chile si bien tiene que ver con personas buscando una mejor vida, también tiene que ver con una debilidad del Estado en un territorio donde las necesidades de quienes se trasladan interactúan con los intereses de grupos criminales que están viendo al país como un lugar de oportunidades, qué mejor ejemplo que el Tren de Aragua. Su líder entró por el norte, lo detuvieron en Iquique y esa banda se extendió hasta Puerto Montt.
Entonces ¿es la migración un problema de seguridad? ¿Es el aumento de los extranjeros en Chile la razón del incremento en la delincuencia? No necesariamente, sin embargo, puesta en un contexto de baja presencia estatal, dificultades en la fiscalización fronteriza y un Estado de Derecho debilitado, la migración aparece como el elemento que construye un ambiente de oportunidades para aquellos delincuentes organizados que quieran entrar al país y termina transformándose, desde el punto de vista de las percepciones, en un problema de seguridad.
Pero, no son los migrantes los que llevan a eso, es la falta de una política migrante clara y acorde a las capacidades de Chile sumado a una respuesta poco satisfactoria del Estado a los nuevos desafíos de seguridad. Panorama que sólo cambiará cuando los chilenos perciban una voluntad real por enfrentar estas problemáticas.
Pilar Lizana
Investigadora AthenaLab
Fuente: El Líbero
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