El Líbero, 31 de diciembre 2022
Llevamos nueve meses con esta administración, donde se han presentado diagnósticos y recientemente un plan, pero de qué sirve todo eso si el propio oficialismo no logra sacar adelante un acuerdo por la seguridad.
“La violencia se ha naturalizado hace mucho rato” dijo el Presidente Boric en Vía X, agregando que se debe recuperar el “sentido de autoridad”. Todo esto parece bastante lógico, sin embargo, a veces, cuesta creer las intenciones del autor de la frase, sobre todo si cuenta con episodios donde entonaba polémicos cánticos contra los militares, donde exhibía una polera con la cara de un senador en ejercicio asesinado en democracia, donde marchaba por las calles en pleno estallido social y pedía a las FF.AA. salir de ellas.
¿Qué cambió? Ahora es el Presidente y debe comportarse a la altura del cargo. Pero, no olvidamos su pasado de dirigente estudiantil, sus reuniones con la comunidad Temucuicui involucrada en hechos de violencia y el indulto a los presos de la revuelta.
Los problemas de seguridad que se han profundizado a lo largo de este año auguran un 2023 complejo, con importantes y disímiles desafíos en cada zona del país. El sentido de urgencia es evidente y más allá de que si el Presidente sigue siendo ese joven con la polera que llevaba impresa la cara de ese senador o no, lo importante es que hoy lidera el país y en esa figura debe dejar atrás al revolucionario y realizar acciones concretas. Pero acciones que sean claras, que demuestren una real voluntad de avanzar y no sólo palabras para un programa de televisión.
La migración seguirá descontrolada en el norte, los grupos violentos armados no detendrán los ataques en la Macrozona Sur, los homicidios en el centro sin intervención de barrios seguirán aumentando y los chilenos seguirán viviendo con el miedo de ser víctimas del crimen. Esa es la realidad con la que debe y deberá lidiar el oficialismo. El problema: Aún no vemos consenso entre sus filas.
Es cierto que la oposición está exigiendo ciertos mínimos para avanzar en un acuerdo, pero lo que realmente preocupa es el hecho que desde dentro de la coalición de gobierno estén condicionando ese acuerdo, como lo hizo abiertamente la diputada Orsini.
Política o no, no tiene nada de malo exigir mínimos para conversar, es más todos deberíamos exigir al oficialismo transparentar su aproximación en materias de seguridad. Que Maite Orsini pida retirar las armas de privados no soluciona el problema de la producción local de armamento ni el tráfico de éste, sólo, viene a sembrar más dudas sobre lo que realmente buscan los partidos de gobierno.
Llevamos nueve meses con esta administración, donde se han presentado diagnósticos y recientemente un plan, pero de qué sirve todo eso si el propio oficialismo no logra sacar adelante un acuerdo por la seguridad. Se necesita mucho más que un plan y si las fuerzas internas no están alineadas, cómo encontrarán puntos de encuentro con la oposición.
La ministra Tohá ha dicho que será un acuerdo acotado. “Hay temas puntudos, pero no estoy segura de que sea indispensable sacarlos todos” dijo la jefa de gabinete el jueves ¿Qué queda fuera y qué dentro del acuerdo? Se siguen abriendo preguntas en torno a un tema sobre el que deberíamos estar entregando respuestas.
Pilar Lizana
Investigadora AthenaLab
Fuente: El Líbero
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