El Mercurio, 30 de marzo 2023
La imagen no pudo ser más elocuente. Dos líderes de democracias que respalda un orden internacional basado en reglas se dieron la mano en un momento crítico para el mundo. El primer ministro Kishida Fumio viajó hasta Kiev para ratificar su apoyo al presidente ucraniano Volodomir Zelenski. De este modo, Japón manifestó en terreno su nueva postura estratégica.
En un reciente viaje al país asiático, en el marco del programa “Building a Multi-layered Network of Japan Experts”, tuve la oportunidad de dialogar con autoridades de los ministerios de Relaciones Exteriores y Defensa, del Secretariado de Seguridad Nacional, así como con académicos de universidades, directivos de centros de estudios y representantes de una industria militar.
Un punto común de todas las conversaciones fue la convicción de que Japón se encuentra en una encrucijada muy compleja por el deterioro de la seguridad en el Este de Asia, debido a que tres vecinos han adoptado posturas cada vez más agresivas para reivindicar sus intereses, poniendo así en riesgo la relativa paz que ha imperado en el área. Entonces, si la competencia militar, económica y política hoy están redefiniendo el escenario internacional, eso requiere de una nueva respuesta integral.
La reciente Estrategia de Seguridad Nacional busca darla, aumentado el gasto militar al 2% del PIB (unos US$320.000 millones para 2027), mejorando las capacidades de contraataque y estrechando alianzas con países que comparten intereses y valores. En el fondo, se asume que la prosperidad del país exige que la diplomacia, comercio y defensa vayan de la mano y al mismo ritmo. El compromiso con la seguridad, tras años de autolimitaciones, se estima ahora tan fundamental como la ayuda exterior y los proyectos de conectividad en infraestructura para producir efectos.
El Instituto Lowy de Australia, en su tradicional Asia Power Index, ha calificado a Japón como “la potencia inteligente (smart power) por excelencia”, puesto que utiliza los recursos limitados que tiene para ejercer una amplia influencia en el Indo-Pacífico, gracias a su capacidad económica, actividad influencia diplomática, redes de defensa y promoción cultural.
Proviniendo de un país que se renació con vigor tras una devastadora guerra, el apoyo del primer ministro Kishida (oriundo de Hiroshima) para justamente ayudar a Ucrania a la reconstrucción cobra un significado muy especial en estos tiempos. Una renovada vocación internacional ya toma forma, pasando del dinamismo a la proactividad en la configuración de un mundo libre y abierto.
Juan Pablo Toro V.
Director ejecutivo de AthenaLab
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