El Líbero, 23 de febrero 2024
La conducción política está fallando y quizás sea el mayor problema que enfrentamos hoy. Sin una guía, sin un sistema y sin información estratégica será muy difícil enfrentar al crimen organizado.
Barras bravas, asaltos violentos en la vía pública y, ahora, el secuestro de un exmilitar venezolano asilado en Chile. Crimen organizado y delincuencia común, todo al mismo tiempo. El diagnóstico en materia de seguridad lo tenemos bastante claro. Sin embargo, poco hemos reflexionado sobre el otro diagnóstico: el que dice relación con las capacidades del Estado.
El Cosena, el Gabinete Pro Seguridad y la agenda legislativa son instancias a través de las cuales el gobierno busca contener el avance de la criminalidad. No obstante, falta la pregunta de fondo ¿cuenta Chile con las capacidades necesarias para combatir la nueva cara del delito? Instituciones que funcionan, tenemos. Las policías y el Ministerio Público desarrollan operaciones en conjunto que han tenido buenos resultado y las Fuerzas Armadas han demostrado estar listas para enfrentar cualquier misión que les encomienden. Entonces, herramientas del Estado hay.
Si es así ¿por qué sigue llegando el crimen organizado y consolidándose la violencia? Un pilar fundamental en materia de seguridad lo constituye el poder político. Desde ahí nace la conducción de la seguridad, las definiciones de las amenazas y las prioridades. Desde ahí es posible intentar responder a esa pregunta.
Y, justo en esa respuesta estamos fallando. Pareciera que lo que está sobrepasado es la conducción política y no las instituciones. Se ha comentado sobre la importancia del relato y su coherencia y de las señales que se envíen a los ciudadanos. No hay duda de que es fundamental que lo anterior se estructure de la mejor manera posible, pero más importante es que se comprenda el problema y las múltiples dimensiones que están contenidas en la nueva configuración de panorama de seguridad en Chile.
Para ello, el Estado requiere de un sistema de seguridad nacional. Sí, nacional. Sólo así la seguridad exterior y la seguridad interna se encontrarán contenidas en la misma entidad. Sólo así todas las instituciones podrán contribuir a la tarea de llevar la paz a todos los rincones del país.
Un sistema de seguridad nacional implica contar con un ente coordinador que se ubique en un nivel jerárquico superior a los demás ministerios, que esté integrado por todos los actores y que asesore al Presidente.
Además, debe contar con un sistema de inteligencia donde participen todas las agencias, quienes, lideradas por un organismo, recopile, analice y entregue información estratégica para la toma de decisiones. Que a su vez cuente con el poder necesario para solicitar información a otras unidades del Estado construyendo flujos de información que nutran permanentemente las decisiones.
La conducción política está fallando en ese otro diagnóstico y quizás sea el mayor problema que enfrentamos hoy. Sin una guía, sin un sistema y sin información estratégica será muy difícil enfrentar al crimen organizado. Pues ellos sí cuentan con una guía, con un sistema y con información estratégica.
Pilar Lizana
Investigadora senior AthenaLab
Fuente: El Líbero
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