El Líbero, 17 de mayo 2024
La delincuencia organizada conoce a su competencia, al territorio y a todos los actores de interés. Sin eso, no podrían realizar su proceso de toma de decisiones.
La seguridad es ese intangible del que ojalá no tuviéramos que acordarnos, pues, eso significaría que las cosas se están haciendo bien y que podemos enfocarnos en otros asuntos. Sin embargo, la realidad nos muestra lo contrario. En la encuesta publicada esta semana por Athenalab se observa que el 85% de la población general y el 95% de los expertos perciben al narcotráfico como una amenaza crucial o determinante para la seguridad nacional. Una problemática que no se resuelve con policías o militares. Se requiere mucha más que eso.
Inteligencia, pero con mayúscula, es lo que le falta al país. Es decir, información útil que nutra el proceso de toma de decisiones y que oriente las acciones en materia de seguridad. Pero nada de ello se consigue con la estructura actual.
La discusión sobre potenciar o no la Agencia Nacional de Inteligencia (ANI) o sobre el rol que pueden tener otras unidades del Estado en esta materia no es suficiente. Se requiere de una mirada de conjunto, que apunte a la creación de un Sistema de Inteligencia del Estado que incorpore las agencias policiales, militares y de Estado al mismo tiempo que asegure flujos de datos desde otras instituciones, servicios y unidades. Sólo así, la información disponible podrá ser revisada de manera integrada permitiendo, realmente, generar Información útil.
Si algo ha demostrado el juicio de Los Gallegos es la importancia que este tipo de grupos le da a la inteligencia. Recopilan información, la analizan y con ello deciden sobre cuál es el mejor lugar para instalarse. Conocen a su competencia, al territorio y a todos los actores de interés. Sin eso, no podrían realizar su proceso de toma de decisiones.
Eso es lo que necesita Chile. Conocer el comportamiento de los grupos criminales, identificarlos, modelar su conducta y generar políticas públicas en materia de seguridad. Y, todo eso, con un solo propósito: Alcanzar un contexto de paz donde los chilenos ejerzan todas sus libertades.
La tarea no es fácil. Se debe construir un sistema que cuente con actores generadores de información útil que se nutran de data recopilada desde distintas fuentes y que interactúen con las demás instituciones y servicios. Hemos dicho que necesitamos que el Estado en su conjunto responda al problema de seguridad. Esta es una manera de hacerlo.
A nivel internacional existen casos como el de Estados Unidos que sólo después del atentado de Nueva York del 2001 avanzó hacia una integración de sus flujos de información. En general los eventos traumáticos son los que producen los cambios. En Italia a principios de los 90 tuvieron que morir dos jueces antimafia para cambiar la manera en que el Estado se aproximaba al crimen organizado. Que Chile no espere a vivir ese trauma.
En seguridad la mejor muestra de que las acciones son efectivas es que, preparándose para el trauma, éste no llegue. Nuestra principal amenaza se mueve en red, funciona como un sistema y todas sus partes trabajan por el mismo objetivo. Si el Estado no logra imprimir esa mirada a su trabajo, no importa el relato, no importa la ideología, porque el crimen irá un paso adelante.
Pilar Lizana
Investigadora senior AthenaLab
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