El Líbero, 7 de junio 2024
Las propuestas del oficialismo siguen enumerando una lista de acciones, pero lo cierto es que, en este tema, las listas de supermercado no solucionan el fondo.
Una «operación de falsa bandera» así fue calificado el homicidio del exmilitar venezolano, Ronald Ojeda, por parte del Fiscal General de ese país Tarek William Saab. Acusan a Chile de responsabilidad en esa muerte. No sorprende la actitud de Caracas, ya antes habían negado la existencia del Tren de Aragua y ahora trasladan la discusión sobre el asesinato de su ciudadano hacia otro lugar.
Chile firmó, hace un tiempo, un acuerdo de intercambio de información con el país de Nicolás Maduro. El argumento de las autoridades nacionales tenía que ver con la importancia de acceder a datos que permitirían perseguir a criminales y poder hacer justicia. Explicación bastante ingenua si se considera que un país como ese no comparte información.
Pero, más allá de las hipótesis que se manejen sobre el caso, de las idas y venidas de los líderes venezolanos y de la cuestionable decisión sobre la firma del acuerdo, esto debiese servir al Estado de Chile para sacar lecciones aprendidas sobre las confianzas mutuas con países de la región y sobre su propia capacidad para enfrentar una amenaza tan compleja como el crimen organizado.
En vez de estar respondiendo afirmaciones poco serias, nuestras autoridades debiesen estar trabajando en mejorar las capacidades del país en materia de seguridad, eso, incluye también la inteligencia.
Existe una evidente falla es esta materia. No sólo por el hecho de que no existía registro sobre las actividades de Ojeda ni sobre los posibles riesgos a los que se enfrentaba, sino que tampoco se ha evidenciado eficiencia en el monitoreo del comportamiento y evolución del Tren de Aragua en el país. Sus actividades son conocidas, sus células también y más allá de las dificultades detrás de los procesos judiciales, aún no se aprecia una comprensión sobre la naturaleza del fenómeno que es indicado como la principal amenaza para Chile: El crimen organizado.
Las propuestas del oficialismo siguen enumerando una lista de acciones, pero lo cierto es que, en este tema, las listas de supermercado no solucionan el fondo y, eso, tiene que ver con la estructura de seguridad del país.
La Real Academia de la Lengua define a un sistema como un conjunto de cosas relacionadas entre sí que contribuyen a un objetivo. Concepto que muchos utilizan para referirse a las respuestas en materia de seguridad pero que en la práctica no se observa.
El tamaño y organigrama de la ANI o del Ministerio de Seguridad por sí mismos no son la respuesta que se requiere. Es necesario que el Presidente conduzca la seguridad, cuente con un consejo asesor que robustezca la toma de decisiones, con flujos de información que la alimenten y un sistema de trabajo entre las instituciones que contribuya a un solo objetivo: restaurar la estabilidad.
Es el camino largo, pero la verdad es que no existen atajos. Éste, es el gran legado que debiese dejarle un gobierno al país: Un sistema de Seguridad Nacional. Es hora de hablar en serio y no perder más tiempo.
Pilar Lizana
Investigadora senior AthenaLab
Fuente: El Líbero
Temas relevantes
No te pierdas ninguna actualización
Suscríbete a nuestro newsletter de forma gratuita para mantenerte informado de nuestros lanzamientos y actividades.
Suscribirse