Columnas
Coaliciones marítimas para aguas agitadas
En las costas de Chile, una flota de 19 buques, 4.200 uniformados y 19 aeronaves de 24 países se está reuniendo para iniciar a partir de este lunes la tradicional Operación Unitas. Aunque es conocido como el ejercicio naval más grande de la región americana, hace muchos años no tenía esta envergadura, lo cual es una potente señal en sí misma.
Fragatas de Chile, Brasil y Argentina se dirigen a integrarse a la Operación Unitas (Armada de Chile).
En las costas de Chile, una flota de 19 buques, 4.200 uniformados y 19 aeronaves de 24 países se está reuniendo para iniciar a partir de este lunes la tradicional Operación Unitas. Aunque es conocido como el ejercicio naval más grande de la región americana, hace muchos años no tenía esta envergadura, lo cual es una potente señal en sí misma.
El mundo ha entrado en un contexto de seguridad más volátil desde la invasión rusa a Ucrania y eso requiere mayores compromisos de los actores que consideran que siempre será mejor un orden internacional basado en reglas, que el imperio de la ley del más fuerte.
Los océanos, por supuesto, no están ajenos a esta realidad, y son de hecho indispensables para la estabilidad de todo el conjunto. La regla 70/80/90 nos dice que el 70% del planeta está cubierto por agua, el 80% de la población vive en las costas o en litorales y el 90% del comercio se realiza por vía marítima.
Aunque Unitas se creó hace 65 años por iniciativa de Estados Unidos para mejorar la defensa hemisférica ante la incursión de submarinos soviéticos, con el tiempo se amplió a asuntos de seguridad marítima, como el contrabando y la piratería, dando cuenta de nuevas realidades de un mundo más interdependiente.
Tal como nos enseñan las teorías de la seguridad nacional, las amenazas no suelen desparecer, sino cambiar de intensidad y resurgir cada cierto tiempo para sumarse, y eso es lo que justamente ocurre hoy. Podemos al mismo tiempo tener en el continente buques rusos visitando Cuba y Venezuela de forma regular —incluido un sumergible de propulsión nuclear en junio—, narco-submarinos surcando las olas y flotas pesqueras depredando recursos.
Como ni la Armada más poderosa del mundo puede hacerse cargo de todas estas tareas, surge entonces la necesidad de cooperar para procurar el buen orden en el mar, garantizar la apertura de rutas comerciales y aportar a la estabilidad del Indo-Pacífico, esto último especialmente ante países que no respetan la libertad de navegación (generalmente, autoritarios).
En ese sentido, liderar esta versión de Unitas no solo es altamente significativo por la responsabilidad que se le otorga a Chile a través de su Armada, sino también por la posibilidad de conducir un ejercicio que vuelve a su origen de mejorar la defensa colectiva, sin desatender el componente de seguridad. Incluso, se ha logrado que buques de Argentina y Reino Unido vuelvan a navegar juntos, lo cual es una potente muestra de que las nuevas realidades generan nuevos marcos de entendimiento.
Salvando las diferencias, si miramos la otra orilla del Pacífico, podemos ver que en estos momentos está ocurriendo algo similar. El portaaviones italiano “Cavour” se encuentra visitando Japón para conducir ejercicios con la marina local. Y el próximo año Reino Unido y Francia desplegarán unidades similares en la región abriendo grandes oportunidades de trabajo combinado.
¿Por qué Italia salió del Mediterráneo para ir a ejercitar con Japón? Por muchas razones, pero principalmente porque parte importante de su economía depende de lo que ocurre en el Indo Pacífico, algo que a todas luces nos debiese interesar. Para Chile, debido a que el grueso de nuestro comercio se orienta al Este de Asia, el desafío que se impone es ir más allá del hemisferio, incluso al oeste de Hawái, donde recientemente se participó en Rimpac, otro ejercicio como Unitas.
Sin duda, el esfuerzo no es menor. Pero si se cuenta con una Marina oceánica el próximo paso es pasar a las operaciones y despegarse de la costa. La experiencia y profesionalismo existente se podrán constatar estos días, lo que falta es manifestar la voluntad de un país comprometido y cooperativo con la estabilidad de la región de la cual depende su prosperidad. Pasó el tiempo de los “free riders”, de lo que se trata hoy es de construir coaliciones marítimas para aguas agitadas.
Juan Pablo Toro es director ejecutivo de AthenaLab
No te pierdas ninguna actualización
Suscríbete a nuestro newsletter de forma gratuita para mantenerte informado de nuestros lanzamientos y actividades.
Suscribirse