Presidente Boric
El conductor de la seguridad es el Presidente, es él quien debe definir la hoja de ruta, quien debe guiar a las instituciones en su trabajo y quien debe generar la integración del trabajo del Estado, pero nada de eso ha pasado.
Cuesta creerle al Presidente cuando hoy dice que los homicidios lo “movilizan”. La violencia en la Región Metropolitana no da tregua y, como me dijo una vez alguien, “el crimen organizado tiene de rodillas al Estado de Chile”.
259 homicidios se contabilizaron en la Región Metropolitana el año pasado, el primer semestre de este año ya se registraban 255 muertes, cuatro menos que el total de todo el año anterior ¿Cómo no dudar entonces de las palabras del Presidente?
Existen varios distractores en materias de seguridad, sin duda el caso Monsalve es el más relevante, pero, no hay que perderse. El problema de la seguridad es político, y no tiene nada que ver con la conducta privada de alguna exautoridad. El problema es político porque, primero, muchos de los integrantes de la coalición de gobierno sienten evidente incomodidad con las respuestas que se le debe dar a la crisis; segundo, porque el conductor de la seguridad es el Presidente, es decir, Gabriel Boric, es él quien debe definir la hoja de ruta, quien debe guiar a las instituciones en su trabajo y quien debe generar la integración del trabajo del Estado, pero nada de eso ha pasado; tercero, porque buscar argumentos en aquellos actores que critican al gobierno quedándose en una pelea que más que política parece politiquería, no contribuye a abordar un problema que afecta al Estado en su totalidad.
Conducir la seguridad significa ubicarse en un nivel distinto, en uno donde a pesar de las diferencias ideológicas se lleguen a mínimos comunes desde donde avanzar, en uno donde se entiende que la seguridad es una política de Estado donde los éxitos de hoy deben mantenerse en el futuro y potenciarse con las acciones que propondrán los que vendrán. Conducir la seguridad significa ser Jefe de Estado y no sólo de gobierno.
La seguridad no importa porque es período electoral, la seguridad importa porque de ella dependen el desarrollo del país y de sus ciudadanos; importa porque, siembra el camino para el crecimiento y le otorga fuerza a la imagen país entregándole estabilidad. Por eso, no es suficiente que quienes nos gobiernan afirmen que la violencia los moviliza si no que se vea realmente esa movilización.
Combatir la criminalidad que desestabiliza a la capital, a ese lugar donde vive el 40% de la población, no pasa por conmoverse, sino que tiene que ver con una voluntad fuerte que ponga todo su capital político al servicio de Chile y no de sus intereses. Quien logre transmitir y materializar eso, contará con el apoyo de un país que pide a gritos resultados.
En el mundo hay muchas lecciones sobre cómo una voluntad política débil puede terminar por destruir a un país, sobre todo si hablamos de crimen organizado. Frente a tal amenaza, la debilidad no es una opción pues, mientras más débil me vea frente al enemigo más oportunidades tiene éste de instalarse en el territorio. Esa fuerza debe venir de un solo lugar, de la esencia de Chile y debe nutrir las acciones preventivas y reactivas. Ningún flanco debe quedar abierto, pero, incluso cerrándoles todos, sin voluntad política no avanzaremos hacia el éxito.
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Investigadora Senior
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