En medio de la ola de protestas que sacude a América del Sur, el secretario de Estado Mike Pompeo afirmó esta semana que Estados Unidos está dispuesto a apoyar a los países que intentan salir de la crisis y recuperar la gobernabilidad perdida.
“En la administración (del presidente Donald) Trump continuaremos apoyando a los países que intentan evitar que Cuba y Venezuela secuestren esas protestas”, dijo Pompeo en un discurso en la Universidad de Louisville, Kentucky.
“Y trabajaremos con gobiernos legítimos para evitar que las protestas se conviertan en disturbios y violencia que no reflejen la voluntad democrática de la gente”, agregó sin dar más detalles.
En consecuencia, se hace necesario poder visualizar qué medidas podrían ser adoptadas por Washington para poder mejorar el fortalecimiento de los Estados democráticos que están sufriendo ataques sostenidos de grupos violentos que no temen atentar contra la seguridad de las personas, la propiedad pública y privada y el estado de derecho.
Un primer ámbito de interés esta dado por compartir capacidades e información para detectar que gobiernos y organizaciones quienes se encuentran influyendo en los asuntos internos de otros Estados para afectar las respectivas democracias. La asesoría y cooperación en el fortalecimiento de los sistemas de inteligencia se torna evidente, así como la incorporación de tecnologías.
Un segundo punto de colaboración potencial podría estar dado por el levantamiento de una base de datos regional de grupos anárquicos y terroristas que presenten conductas violentas, para poder detectar la presencia de dichos actores a nivel regional, así como su financiamiento. Grupo que en su conducta cometa delitos debe tener una respuesta judicial apropiada. Los anarquistas son en esencia antipolíticos, niegan la actividad política utópicamente, así como rechazan la comunidad real favoreciendo una sin restricciones, con un profundo desprecio por lo que es común. En consecuencia, conocer la identidad de grupos violentistas de cualquier ideología u orientación es un desafío por abordar. Adicionalmente, debemos crear una cultura de mayor tolerancia y respeto para vivir en sociedad, centrarnos más en el nosotros que en lo individual, como claves del ejercicio democrático y social.
Un tercer punto es promover la formación de jóvenes en política con una alta apreciación por los valores democráticos, con pleno respeto a las normas y virtudes que le dan forma. En este ámbito es clave la formación de lideres para el siglo XXI inspirados en las bondades de la democracia, así como en la búsqueda del bien común. Las crisis que hoy enfrentamos no son el resultado de un exceso de política o representatividad democrática, sino que contrariamente se explican por su ausencia.
Otro aspecto por abordar es compartir los procesos de profesionalización o reingeniería de los organismos de orden público, policías y fiscalías, lo que representa un desafío para enfrentar los males del presente siglo. El derecho y la fuerza van de la mano para imponer el orden sin el cual ninguna actividad democrática es posible. Normas y procedimientos deben tener afinidad con los actuales fenómenos. El uso de nuevas tecnologías y formas para lidiar con el desorden y el caos se estima esencial para poder emplear los más altos estándares del uso de la fuerza, con legitimidad y el imperio de la ley.
La destrucción de bienes públicos que son parte de la infraestructura critica de toda sociedad, así como los saqueos deben ser sancionados jurídicamente, consecuentemente con el grave daño que provocan a la inmensa mayoría de los ciudadanos, que ve afectada su calidad de vida y su propiedad. Quien incite a la violencia en forma individual o grupal debe ser adecuadamente responsable jurídicamente. Es el precio de la paz que toda persona espera tener. De allí que compartir experiencias respecto de la forma de proteger y el uso de tecnologías de la información, en la protección de lo anterior, se estima otro ámbito de cooperación.
En síntesis, la protección de la democracia en cada Estado es un tema que desborda la capacidad de los países. Coordinar medidas e información resulta esencial en la construcción de democracias más sólidas que puedan desarrollar espacios de mayor, paz, prosperidad y estabilidad.
John Griffiths
Master en Estudios de Seguridad de la Universidad de Georgetown, Washington DC
Imagen: U.S. Department of State
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