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COMENTARIO | Conociendo al general Naranjo: un luchador incansable contra el narcotráfico
A estas alturas no debieran quedar dudas de que la vida del general Naranjo puede dar varias temporadas de una serie, pero desde la perspectiva de un policía comprometido y sagaz.
Si miramos las series de televisión más populares de América Latina de inmediato se advierte una escalofriante coincidencia, la mayoría tiene como protagonistas a delincuentes: “El patrón del mal”, “Narcos”, “El Chapo”, “El señor de los cielos” y “El marginal”. A ellos se los muestra como tipos vivos que se mueven en un mundo donde los representantes del Estados parecen ser aún más perversos. En algunos casos se los humaniza al mostrar aspectos divertidos o la extremada preocupación por sus familias, que contrasta con los baños de sangre que desataron para proteger el negocio de la droga. A diferencia de lo que ocurre en Estados Unidos o Gran Bretaña, pocas veces o casi ninguna la historia gira en torno a los policías.
Sin embargo, hay un oficial colombiano que inspiró una serie homónima: “El general Naranjo” (FOX TV), que se basa en las historias que vivió este policía a la largo de tres décadas y que fueron relatadas en el libro “El general de las mil batallas” (Planeta, 2017), del periodista Julio Sánchez Cristo, que tiene el formato de una extensa entrevista.
De trato amable y visión amplia, en efecto el general (r) Óscar Naranjo cuenta con material suficiente como para alimentar varias temporadas. Porque a su haber tiene haber participado directamente en la desarticulación de los carteles de Medellín, Cali y Norte del Valle, así como en la ubicación de importantes jefes guerrilleros y paramilitares mediante sofisticadas labores de inteligencia, que permitirían su captura o muerte.
Quienes lo conocen, saben que el general Naranjo destaca por su mirada estratégica que le permite identificar rápidamente los problemas y encontrar soluciones donde parecen imposibles. Habilidad que lo conducirían a ser convocado como negociador en el proceso de paz que adelantaron el gobierno de Juan Manuel Santos y las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC). De la mano del mismo mandatario también llegaría a la Vicepresidencia de la República entre 2017-2018, ocupando el sitial más alto para un policía de su país.
Si quisiéramos destacar algunas de las historias de esta leyenda de la guerra contra las drogas, sin duda las primeras apuntarían a las amenazas de muerte que recibió este joven oficial cuando arreciaba la batalla contra el Cartel de Medellín. “Descanse en paz, capitán Naranjo”, decía una corona mortuoria que le envío Pablo Escobar. En ese entonces, él estaba a cargo de la secretaría técnica del Comando Especial Conjunto del Ejército y la Policía, que reportaba directamente al presidente y al ministro de Defensa el estado de avance de la cacería del capo.
Naranjo reconoce que fue él quien recomendó alojar a la familia de Escobar en un céntrico hotel, donde se les daría protección frente A los ataques DE los rivales del cartel de su marido. Esa movida permitió interceptar las comunicaciones del narcotraficante con su hijo, que condujeron a dar su paradero y posterior muerte en 1993.
Luego vino la batalla contra el Cartel de Cali, y cuando se diseñó la estrategia para acabar con esa organización, a Naranjo se le encargó crear la Dirección de Inteligencia de la Policía Nacional de Colombia, que es hasta hoy una de las más eficientes del mundo en materia criminal.
Una vez desmantelada esa organización criminal, a este oficial le sería asignada la tarea de hacerse cargo de la ciudad del mismo nombre, la tercera de Colombia, y cuna de sus recién derrotados enemigos. Ahí se haría conocido por frenar las exhibiciones públicas de los narcotraficantes, ya sea fueran con autos caros o fiestas fastuosas.
“No quiero ver en Cali una sola camioneta con vidrios polarizados, así sus dueños tengan permiso”, dijo entonces. Luego vinieron las incautaciones y allanamientos. Aunque sus detractores acusaron al comandante de policía de actuar como el alcalde la ciudad, el efecto fue poner en desbandada a muchos narcotraficantes.
A cargo de la Dirección de Policía Judicial, el ya coronel concentraría sus ataques sobre el Cartel de Norte del Valle, logrando detenciones de sus líderes y millonarias incautaciones de propiedades.
Posteriormente, en su calidad del comandante en jefe, la inteligencia policial fue clave para dar con los escondites de “Raúl Reyes”, el número dos de las FARC, y alias el “Mono Jojoy”, líder militar de la misma guerrilla. Ambos terminarían muertos en acciones conjuntas de las fuerzas de seguridad. Acusando esos golpes y otros más, los rebeldes terminarían negociando su desmovilización.
Décadas de experiencia de combate al crimen organizado lo llevaron después a asesorar al gobierno del presidente mexicano Enrique Peña Nieto, donde tuvo que lidiar con el hecho de existían muchas policías sin coordinación, los celos institucionales y, por supuesto, la existencia de carteles violentos. “Lo que sucedió en México es que los narcotraficantes entraron en pánico. Siempre que llegué a un cargo cada vez más importante, los mafiosos se asustaban”, recuerda.
Su visión de la batalla contra las drogas es realista y no podría ser de otra manera. Sostiene que existen dos niveles. Uno, del consumo en las calles, donde se está perdiendo la pelea. Y otro, de las organizaciones criminales, donde en el caso de Colombia se ganó.
Mientras en el primer nivel considera clave empoderar a las comunidades para recuperar el espacio público de la mano de alternativas productivas, en el segundo estima que “los esfuerzos para atacar el crimen organizado tienen que multiplicarse”, y donde además es clave el combate a la corrupción.
Por supuesto, Naranjo también tiene una visión sobre cómo debe actuar la policía, una tarea que no es fácil, incluso si está en el lado correcto. En el libro recuerda que tras su primer tiroteo contra ladrones de autos, aprendió que “en el mundo real uno casi nunca logra unanimidad alrededor de las buenas acciones”.
“No hay que tener una política de seguridad basada en el miedo sino al revés, empoderando al ciudadano y llevando esto a una cosa muy simple: las instituciones, y particularmente hablo de la Policía, tienen que portarse mejor y los ciudadanos tienen que actuar bien. Porque lo que estamos viendo hoy es un deterioro de la autoridad, donde cualquier ciudadano irrespeta a un policía, pero también donde un policía hace cosas indebidas”, sostiene.
A estas alturas no debieran quedar dudas de que la vida del general Naranjo puede dar varias temporadas de una serie, pero desde la perspectiva de un policía comprometido y sagaz. Quienes tuvimos la oportunidad de conocerlo en persona cuando estaba en funciones, siempre encontramos a un oficial brillante y abierto, que podía dar cuenta de una incautación de propiedades de un cartel avaluadas en US$ 100 millones o explicar la evolución del narcotráfico, desde los carteles monolíticos que controlaban toda la cadena de producción a las nuevas organizaciones, donde individuos de bajo perfil y con habilidades específicas (productor, transportador o lavador de dinero) constituyen un holding para negocios acotados.
En el libro, como corresponde, también le preguntan sobre su opinión de las “narcoseries” que recrean la vida de los mafiosos y sus andanzas. Su respuesta es categórica:
“Las sociedades recrean sus tragedias. No es un invento de la postmodernidad, es un invento de los griegos. Usted, con la tragedia y la comedia, recrea su propia realidad y al final o se burla o llora y eso es totalmente legítimo. En el caso colombiano lo que sucede es que la confusión de la realidad y la ficción en series de televisión están despistando a los televidentes. No se recrea sobre una manifestación expresa de que es ficción, que es totalmente legítimo, sino que se combinan ficción y realidad y cuando esa frontera se pierde uno se desorienta y se pueden generar conductas que favorezcan los antivalores o desprecien los valores…”.
El general Óscar Naranjo estará invitado por La Otra Mirada para dictar la conferencia “Narcotráfico, La Otra Mirada de la pandemia y recesión”, que se transmitirá a las 18.30 horas del jueves 18 de junio a través de las páginas www.laotramirada.com y www.latercera.com
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