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COMENTARIO | Una cuota de realismo: Nueva política de defensa de Brasil ve posibilidad de conflictos en Sudamérica

Si se lee con detención y sin prejuicios la nueva PND, efectivamente se identificarán más continuidades que cambios con versiones anteriores, por ejemplo, en la firme determinación de Brasil de defender sus vastos recursos naturales en tierra (Amazonía) y mar (Amazonía azul) o en la vocación de participar en operaciones humanitarias y misiones de paz. 

23 de julio de 2020 Juan Pablo Toro
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COMENTARIO | Una cuota de realismo: Nueva política de defensa de Brasil ve posibilidad de conflictos en Sudamérica

Al conocerse la nueva Política Nacional de Defensa (PND) de Brasil, ha llamado poderosamente la atención la admisión que hace ese país de la posibilidad de que ocurra algún tipo de conflicto en la región sudamericana, algo que nunca se puede descartar, pero que no suele mencionarse por la lejanía de la hipótesis.

Ese hecho, novedoso sin duda, también ha sido utilizado políticamente para criticar el supuesto enfoque bélico del documento entregado al Congreso por la administración del presidente Jair Bolsonaro el 22 de julio, olvidando que son otros los países sudamericanos que tienen pretensiones más allá de sus fronteras actuales (como Argentina) o que suelen hacer alarde de sus capacidades militares para detener supuestas invasiones (Venezuela).

Si se lee con detención y sin prejuicios la nueva PND, efectivamente se identificarán más continuidades que cambios con versiones anteriores, por ejemplo, en la firme determinación de Brasil de defender sus vastos recursos naturales en tierra (Amazonía) y mar (Amazonía azul) o en la vocación de participar en operaciones humanitarias y misiones de paz. Estos fueron ejes de la Política de Defensa de los gobiernos del Partido de los Trabajadores.

De hecho, en el texto mismo se precisa claramente que es una actualización de documentos anteriores y no necesariamente una nueva construcción conceptual.

¿Qué cambia entonces? La lectura del entorno que es más realista o pesimista, si se quiere. Pero también más franca. Resulta factible pensar que el hecho de que muchos militares hagan parte del gobierno de Bolsonaro puede haber abierto un espacio para que digan públicamente lo que piensan y que eso no les traiga costos.

Según la PND, “en los últimos años ha crecido el espectro del conflicto militar estratégico entre las potencias mayores”, donde se aprecia un resurgimiento de competencia por la supremacía global. Además, “se observa el aumento de confrontaciones y rivalidades entre estados, tanto global como regionalmente, lo que se refleja en el aumento del gasto militar”.

Esta apreciación sobre las crecientes tensiones que empiezan a marcar el panorama internacional es muy similar a la que han realizado Australia y Japón en sus recientes políticas de defensa, que ya fueron comentadas también por AthenaLab (ver artículo aquí). La diferencia es que estas otras potencias medianas hablan directamente de la rivalidad Estados Unidos-China, ya que están ubicadas en el Indo-Pacífico. En este sentido Brasil es claro en identificar como sus áreas prioritarias de interés a Sudamérica, el Atlántico Sur, los países de la costa occidental africana y la Antártica.

LA PND advierte que “desde el punto de vista de Defensa, no se puede ignorar la posibilidad de ocurrencia de conflictos armados en América del Sur, de modo que Brasil pueda verse motivado a contribuir a la solución de eventuales controversias regionales o incluso para defender sus intereses”.

Los últimos conflictos interestatales que tuvieron escenario en Sudamérica fueron la breve guerra entre Ecuador y Perú en 1995 y con anterioridad el enfrentamiento entre Argentina y Reino Unido en 1982 por las islas Malvinas/Falkland.

No hay que ser una analista militar para saber que la gran fuente de inestabilidad regional se ubica en Venezuela, sumida en la peor crisis política, económica y social de su historia. Hoy es el epicentro de una ola de inmigración, mientras su gobierno liderado por Nicolás Maduro está acusado de tener nexos con grupos del narcotráfico y guerrillas de la vecina Colombia. Además, afianza sus vínculos con países extrarregionales como Irán y China, mientras reclama enormes territorios a Guyana. Todo lo anterior, apoyado en un arsenal de modernas armas rusas.

En todo caso, Brasil no menciona a Venezuela en el documento, ni a otros países de la región. Pero el mismo Maduro ha acusado a Bolsonaro, como a muchas personas más, de intentar a arrastrar a su país a un conflicto vecinal.

La PND también identifica amenazas que provienen de fuentes no estatales, como las “inestabilidades políticas y sociales en países” que pueden afectar a ciudadanos e intereses brasileños fuera del territorio nacional, así como los “impactos de cambios climáticos y pandemias”. Para todos estos escenarios, se advierte, las fuerzas armadas deben estar preparadas. En el pasado, los militares brasileños se han desplegado masivamente y con éxito para combatir enfermedades como el Zika.

En cuanto a la Antártica, donde Brasil reabrió recientemente la base Comandante Ferraz, tras invertir casi US$100 millones, se busca que las actividades en ese continente sigan dedicadas a fines científicos, preservar el medio ambiente y mantener el estatus de “patrimonio de humanidad”.

No se puede dejar de mencionar que la PND fue entregada al Congreso junto a una Estrategia Nacional de Defensa (END), donde se detallan las capacidades con las cuales deberían contar las Fuerzas Armadas de Brasil ante un nuevo entorno más competitivo e inestable.

Imagen: AFP

Ahí se enmarcan debidamente proyectos que ya están en marcha, como la construcción de submarinos clase Scorpene y cazas Gripen, además de la reciente incorporación de buques de proyección marítima, como el “PMA Atlántico” (ex “HMS Ocean”).

El ministro de Defensa, Fernando Azevedo e Silva, ha dicho públicamente que el Gobierno quiere llevar el gasto en Defensa a 2% del PIB (desde el 1,8% actual), para que sea acorde con la estatura internacional de Brasil y el estándar establecido por la Organización del Atlántico Norte (OTAN). La END justamente apostaría a dar un horizonte de inestabilidad al presupuesto militar.

Según cifras del Instituto Internacional de Estudios Estratégicos, Brasil tuvo un gasto en Defensa de US$ 27.500 millones en 2019, ocupando el décimo primer lugar en el mundo en la materia.

Volviendo a la PND, es interesante notar el comentario que hace respecto a que la población hoy tiene una “percepción desvanecida de las amenazas” después de décadas sin conflictos. Por lo mismo, recuerda que algo similar pasaba antes de que Brasil fuera arrastrado a participar en la Primera y Segunda Guerra Mundial.


VER NUEVA POLÍTICA DE DEFENSA Y ESTRATEGIA NACIONAL DE DEFENSA DE BRASIL AQUÍ ➡

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