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“Kill Chain: Defending America in the future of high-tech warfare”

27 de septiembre de 2020
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“Kill Chain: Defending America in the future of high-tech warfare”
Hachette Books (2020), 287 páginas
Disponible en Amazon

Esta obra de Christian Brose, experto en temas de Defensa que trabajó por años con el senador John McCain, está en camino a convertirse en uno de los mejores libros del año en la materia. En forma muy clara y sin eufemismos, Brose da cuenta sobre “cómo Estados Unidos fue emboscado por el futuro”, al punto de perder su superioridad militar por centrarse demasiado en las plataformas de armas para lidiar con oponentes más débiles y no en las capacidades militares integradas para defenderse de rivales como China, que tiene cada vez más el estatus de un par.

El autor articula su libro entorno al concepto de “Kill chain”, muy difícil de traducir sin que pierda su sentido original, que es ampliamente utilizado por los militares de su país, pero poco conocido por fuera de ese ámbito. Básicamente, se trata de un proceso para neutralizar una amenaza o lograr un objetivo, que consiste en 1) lograr comprender lo qué efectivamente está ocurriendo 2) Diseñar una buena decisión sobre cómo responder 3) Implementarla de forma más rápida y eficiente que el enemigo.

Dada la evolución tecnológica, ese proceso ha cobrado una enorme velocidad y requiere de todo un sistema integrado de sensores para recopilar información y generar la respuesta óptima. Donde el software se vuelve más importante que el hardware. Las plataformas a futuro debieran ser muchas, más baratas, intercambiables, comunicadas entre sí y flexibles.

“Los problemas no se deberán enmarcar en torno a las prerrogativas de las ramas específicas de las fuerzas armadas, como el Ejército o la Armada, o en torno a los roles de las plataformas militares, como cazas y vehículos de combate, o en torno a dominios militares, como el aire, la tierra o el mar. Deberán enmarcarse en torno a la ‘kill chain’, cómo ganar una mejor comprensión, adoptar mejores decisiones y tomar mejores acciones de forma más rápida que cualquier competidor militar específico”, explica Brose.

Un comandante militar, en este escenario, deberá disponer de una serie de opciones para cumplir su objetivo donde poco importará quién es el dueño de la plataforma a emplear, sino el empleo que se le va a dar. Las armas, al fin cabo, siempre deben ser vistas como un medio y no un fin en sí mismo. Lo mismo que la inteligencia artificial, los sensores, las redes de comunicación descentralizadas, los sistemas letales autónomos y los nuevos mecanismos para distribuir equipos militares y municiones en el campo de batalla, que marcarán las guerras de alta tecnología.     

El libro de Brose está pensado sobre todo como un llamado de atención al sector de Defensa de su país, que se concentró en desarrollar grandes y costosas plataformas, como portaaviones y bombarderos estratégicos, que son fáciles de hundir o derribar cuando se disponen de misiles hipersónicos o sistemas antiaéreos altamente integrados. El tipo de mecanismos que desarrolló inteligentemente China para reducir la superioridad militar que tenía Estados Unidos, en el marco de su estrategia de negación de acceso y negación de área (A2/AD).

Por ejemplo, misiles antibuques chinos de 10 millones de dólares son capaces de dañar o hundir un portaaviones de 13.000 millones de dólares. Hackers, misiles antisatélites y mecanismos de interferencias (jammers) están preparados para dejar ciegos y sordos a las fuerzas estadounidenses del Pacífico. De este modo, no entenderán lo que está pasando ni menos cómo las golpearon en la eventualidad de una guerra.

Ante esta pérdida de superioridad, Brose cree que Estados Unidos debe invertir más en capacidades defensivas de su territorio, tras años de apostar por capacidades ofensivas o de proyección de poder, que eran buenas para hacer frente a los ejércitos de Serbia o Irak dentro de esos mismos países.

Si bien uno puede preguntarse si el libro y sus conclusiones son válidas para países que no son grandes potencias militares tecnológicas, lo cierto que nunca está demás reflexionar sobre la vigencia de las plataformas o sistemas de armas, en cuánto a la disuasión real que generan o su rol dentro de las kill chains. Eso implica tener gente preparada en la evaluación permanente de escenarios y capacidades estratégicas, lo que se conoce como net assessment.  

Además, está la importancia de invertir en sistemas integrados de vigilancia del territorio para entender lo qué está pasando dentro de él y en sus fronteras. Esto último es fundamental para un país con la extensión tricontinental de Chile.  

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