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TRADUCCIÓN | Una ‘Gran Bretaña Global’ se convierte en realidad – James Rogers

20 de Noviembre de 2020
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TRADUCCIÓN | Una ‘Gran Bretaña Global’ se convierte en realidad – James Rogers
Fuente imagen: Royal Navy

Desde hace ya varios años, tras la decisión del pueblo británico de abandonar la Unión Europea en 2016, el Reino Unido parecía perdido. Es cierto que las Fuerzas Armadas británicas se han desplegado en todo el mundo durante ese tiempo, desde los frígidos bosques de Estonia hasta las cálidas aguas del Mar del Sur de China. Pero durante la tormenta política en un vaso de agua que se desató por el Brexit, Gran Bretaña parecía insular, en retirada y en declive.

No más. El jueves, el primer ministro británico, Boris Johnson, hizo un anuncio anticipado a la Cámara de los Comunes en Londres. Prometió un considerable aumento de 16.100 millones de libras esterlinas (US$21.800 millones) en el gasto de defensa británico, el mayor repunte desde la Guerra Fría. Este es, potencialmente, un momento revolucionario en la postura estratégica global de Gran Bretaña.

Los £ 16.100 millones se suman a un compromiso existente, en el manifiesto del gobernante Partido Conservador, de impulsar el gasto en defensa en un 0,5% por año por encima de la inflación durante la duración de la actual legislatura (2019-2024). En conjunto, esto significa que entre 2021 y 2025, Gran Bretaña gastará alrededor de £ 190.000 millones en defensa, con un promedio de £ 47,5 mil millones por año, lo que significa que el país emergerá como el cuarto país con mayor gasto militar del mundo, después de Estados Unidos, China y Arabia Saudita (aunque en este último caso, gran parte del gasto va hacia inseguridad interna).

Hacía tiempo que se esperaba un anuncio de este tipo. En diciembre, justo antes de las últimas elecciones generales británicas, Boris Johnson declaró su intención de emprender la “mayor revisión de la política de seguridad, defensa y exterior de Gran Bretaña desde el final de la Guerra Fría”. Después de que Jonhson ganara las elecciones, la Revisión Estratégica Integrada se anunció oficialmente en febrero. Se llevó a cabo durante la primavera y el verano boreal y debía publicarse en noviembre. Pero el covid-19 descarriló la Revisión Integral del Gasto, que debía llevarse a cabo junto con la Revisión Estratégica Integrada, de modo que la nueva estrategia contará con suficientes recursos financieros.

Luego, en los medios británicos surgieron informes sobre un altercado entre el secretario de Defensa, Ben Wallace y el canciller Rishi Sunak, sobre cuántos fondos deberían asignarse y durante qué período. Boris Johnson parece haber fallado a favor de las fuerzas armadas, una intervención que debería haberse previsto dado su discurso en Manama en 2016, cuando como secretario de Relaciones Exteriores, reprochó al “derrotista” y “retirador” ex primer ministro Harold Wilson, por replegar las fuerzas británicas del “este de Suez” en 1968.


¿En qué se gastará el dinero?

Aunque la Revisión Estratégica Integrada se retrasará hasta el año entrante, el aumento del gasto da una idea de lo que contendrá. De hecho, Johnson anunció algunos de los artículos “costosos” que tiene la intención de comprar mientras explicaba el razonamiento detrás del aumento del gasto. Estos elementos incluyen: una Fuerza Cibernética Nacional, un nuevo Comando Espacial, investigación y desarrollo de nuevas tecnologías revolucionarias como armas de energía dirigida (“rayos de la muerte”), enjambres de drones y sistemas de comunicaciones mejor integrados.

Tales adquisiciones tienen sentido: la aceleración de la competencia entre las grandes potencias está transformando el sistema internacional en la medida en que, en palabras del primer ministro británico, “es más peligroso e intensamente competitivo que en cualquier otro momento desde la Guerra Fría”. Rusia y China, ambos con armas nucleares, son vistos en Londres como los principales rivales, lo que significa que al competir se tiene que evadir la escalada vertical, es decir, el movimiento hacia la guerra total. Las nuevas capacidades de Gran Bretaña permitirán una mejor escalada horizontal y diagonal en lo que el general sir Nicholas Carter, jefe del Estado Mayor de Defensa británico, describe como un conflicto de “zona gris”, lo que permitirá a Gran Bretaña someter mejor a sus oponentes y así disuadirlos, por debajo o por fuera de la escalada vertical.

Sin embargo, competir contra pares todavía exige la capacidad de escalar verticalmente, particularmente cuando los rivales están invirtiendo mucho en sus propias fuerzas armadas. Además, bajo una intensa competencia, la visibilidad y la presencia a nivel mundial se vuelven cada vez más importantes, sobre todo en los nuevos centros de gravedad económica y geoestratégica, como el Indo-Pacífico. Para una potencia insular como el Reino Unido, esto significa mantener una armada pesada. Por lo tanto, no es de extrañar que Jonhson se comprometiera a “restaurar la posición de Gran Bretaña como la principal potencia naval de Europa”. En consecuencia, el aumento del gasto se utilizará para comprar más naves auxiliares, buques de guerra y submarinos para la Royal Navy, incluida una nueva generación de submarinos nucleares para lanzar el arsenal nuclear británico.

¿Cuáles son las consecuencias geoestratégicas del aumento del gasto militar?

Fuente imagen: British Army

Sin lugar a duda, con este anuncio Johnson está tratando de indicarle al mundo que, después de cuatro años de alboroto político aparentemente intratable por el Brexit, Gran Bretaña ya no está en retirada. Está de vuelta en el escenario mundial, lista para disuadir a sus oponentes y apoyar a sus aliados y socios.

Esto tendrá implicaciones geoestratégicas. Ante sus rivales —como Rusia, China e Irán—, Gran Bretaña afirma su intención de competir contra ellos, ya sea en respuesta a la agresión maliciosa y divisiva de Rusia en Ucrania y Siria, las actividades desestabilizadoras de Irán en el Golfo y el Medio Oriente, o la expansión revisionista de China en el Mar del Sur de China.

A los aliados de Gran Bretaña, Estados Unidos y las potencias europeas, el gobierno británico les está señalando dos cosas. En primer lugar, el Reino Unido le está mostrando al presidente electo Joe Biden que seguirá siendo el aliado más poderoso de Estados Unidos, con el alcance y la potencia de fuego para actuar junto al ejército estadounidense, incluso fuera del área euroatlántica tradicional de prioridad geográfica de Gran Bretaña. En segundo lugar, pero no menos importante, Londres está señalando a Bruselas, Berlín y París —mientras las conversaciones del Brexit entran en su fase final—, que no solo es indispensable para la defensa de Europa, sino también que las capacidades duras son más importantes que los debates interminables sobre autonomía estratégica.

Y a sus socios, como Japón, los países del acuerdo de defensa de las cinco potencias (particularmente Australia y Nueva Zelanda), India, los estados del Golfo, Corea del Sur y Chile, Gran Bretaña les está demostrando que se toma cada vez más en serio sus intereses. Esto se debe a que la inversión naval permitirá que Gran Bretaña global sea cada vez más visible en el Indo-Pacífico, su área de interés, un movimiento que se describe en Londres como la “inclinación” británica hacia la región.

De hecho, el próximo año, el primer ministro confirmó que el “HMS Queen Elizabeth”, el primero de los dos nuevos portaaviones de 70.000 toneladas de Gran Bretaña, “liderará un grupo de tareas británico y aliado en nuestro despliegue más ambicioso durante dos décadas, que abarca el Mediterráneo, el océano Índico, y el este de Asia”. Y prometió que la Royal Navy desplegaría más de sus “activos navales en las regiones más importantes del mundo, protegiendo las rutas marítimas que abastecen a nuestra nación”.

Así que no se equivoquen: si bien aún deben tomarse algunas decisiones difíciles, particularmente en relación con los llamados sistemas militares “heredados” o “extintos”, la ‘Gran Bretaña Global’ (Global Britain) está en construcción. A medida que el gasto adicional en defensa comienza, Gran Bretaña puede incluso terminar siendo más capaz y estar más presente que en cualquier otro momento desde mediados del siglo pasado.

James Rogers
20 de noviembre 2020


James Rogers trabaja en política estratégica británica. Ha trabajado para la Henry Jackson Society, the Baltic Defence College, RAND Europe y el European Union Institute for Security Studies. También ha sido requerido a concurrir en su calidad de experto a los comités de Relaciones Exteriores, Defensa y Desarrollo Internacional del Parlamento británico.

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