Comentarios y Análisis
COMENTARIO | Países europeos, realidades americanas
Aunque suele olvidarse, hasta hoy algunos países europeos cuentan con presencia física en el continente americano. Desde el Caribe al Atlántico Sur, Francia, el Reino Unido y el Reino de los Países Bajos tienen variados intereses que proteger.
Como antiguas potencias imperiales, poseen territorios repartidos por todo el mundo. Lo que acarrea ventajas, pero también desafíos, sobre todo cuando la metrópoli está a miles de kilómetros de distancia. Aunque suele olvidarse, hasta hoy algunos países europeos cuentan con presencia física en el continente americano. Desde el Caribe al Atlántico Sur, Francia, el Reino Unido y el Reino de los Países Bajos tienen variados intereses que proteger.
En ciertas oportunidades incluso pueden actuar de la mano, como el año pasado, cuando enviaron buques para apoyar a sus territorios caribeños en el combate a la pandemia. Francia desplegó el portahelicópteros “Dixmude”, Reino Unido el buque de apoyo “RFA Argus” y la marina holandesa el multipropósito “Zr. Ms. Karel Doorman”, mientras establecieron un centro logístico en la isla de Martinica.
Al respecto, la “Actualisation stratégique 2021” de Francia fue elocuente al afirmar que la crisis sanitaria desatada por el Covid-19 “ha puesto de manifiesto la realidad de la continuidad estratégica entre la patria y nuestros territorios de ultramar”. Esa condición, a su vez, realzó la necesidad de contar con fuerzas armadas versátiles que sean capaces de actuar frente a una variedad de acciones críticas, que van desde “desastres sanitarios o medioambientales a ataques terroristas o híbridos”.
Guadalupe y Martinica, islas de las Antillas Menores y la Guayana Francesa, situada en la vertiente oriental de América del Sur, son tres departamentos franceses de ultramar en la región de las Américas y hacen parte integral de Francia desde 1946.
La “Integrated Review” del Reino Unido de marzo, por su parte, sostuvo que las fuerzas armadas británicas “mantendrán una presencia permanente en las Islas Falkland, la Isla Ascensión (…) y una presencia marítima permanente en el Atlántico y el Caribe, contribuyendo a las operaciones anti contrabando y brindando asistencia humanitaria y socorro en casos de desastre durante la temporada anual de huracanes”.
Dentro de los llamados territorios británicos de ultramar en el también llamado Hemisferio Occidental, la lista incluye en la región caribe a Anguila, Bermudas, Islas Vírgenes Británicas, Islas Caimán, Montserrat y las Islas Turcas y Caicos. Mientras al costado de Sudamérica se ubican las islas Falkland.
Si bien en el caso del Reino de los Países Bajos no se cuenta con un documento reciente de posicionamiento estratégico similar al francés o el británico, la Armada Real Holandesa explica en su página web, por ejemplo, que los militares apostados en el Caribe “interceptan el transporte de drogas y combaten la pesca ilegal y los delitos ambientales, entre otras cosas. También prestan apoyo durante las operaciones de búsqueda y rescate y brindan socorro en caso de huracanes y otros desastres naturales o incidentes graves”.
En el Caribe, Aruba, Curazao y Sint Maarten son países constituyentes del Reino de los Países Bajos, mientras Bonaire, Saba y San Eustaquio tienen la calidad de municipios especiales. Pese a la relativa autonomía de algunos de estos territorios, las relaciones y la defensa siguen siendo conducidas desde Ámsterdam.
En lo que respecta a sus territorios del Caribe, los tres países europeos enfrentan amenazas similares: narcotráfico, tráfico de personas y desastres naturales. Frente a todos esos fenómenos, desplegar medios navales y aéreos embarcados de forma rotatoria o urgente parece ser la opción preferencial de Francia, Reino Unido y Países Bajos.
La Marine Nationale tiene hoy en la zona al buque “Dumont D’Urville” que justamente está diseñado para tareas de patrullaje y de entrega de ayuda de humanitaria, que es lo que ha venido realizando los últimos meses con países afectados por desastres naturales o la pandemia. Entre otras cosas, ayudó a transportar materiales de construcción a islas colombianas golpeadas por el huracán Iota en 2020.
El año pasado, por ejemplo, el buque neerlandés “Zr.Ms. Groningen” rompió récords al decomisar en septiembre tres toneladas de cocaína en un solo mes. El aumento de la producción de esa droga en Colombia y el aislamiento aéreo y marítimo de Venezuela, estarían llevando a los traficantes a buscar islas del Caribe que tengan buenas conexiones globales para aprovecharlas.
La crisis general provocada por el gobierno venezolano también ha generado una ola migratoria hacia Curazao, Aruba y Bonaire, de miles de personas que se lanzan al mar aprovechando que esas islas están a solo decenas de kilómetros de distancia. Nicolás Maduro, en algunas oportunidades, ha ordenado el cierre temporalmente de fronteras para molestia de los Países Bajos, que también deben estar observando con preocupación como los actos de piratería y robo en el mar empiezan a aumentar en torno a Venezuela.
A diferencia de los otros dos países europeos, Reino Unido enfrenta, además de los desafíos caribeños, una disputa territorial que se origina en Sudamérica por la pretensión de Argentina sobre las islas Falkland, que denomina Malvinas, y que condujo a una breve guerra en 1982. En el archipiélago, Londres suele tener desplegadas unas 1.200 tropas en la base de Mount Pleasant, una fragata o destructor en rotación temporal de seis meses, un patrullero y buque auxiliar. También cuenta con cuatro cazas Typhoon, un avión de transporte, uno de reaprovisionamiento y dos helicópteros.
Aunque las fuerzas armadas argentinas no tienen medios militares para intentar invadir de nuevo esos territorios, el país mantiene la presión diplomática constante. Solo el viernes pasado, la Cancillería trasandina se quejó —una vez más— por ejercicios rutinarios con misiles que realizarán las tropas británicas.
Si bien París, Ámsterdam y Londres sostienen estar comprometidos con sus intereses en el Hemisferio Occidental, otra cosa es si asignarán más, mejores o nuevos recursos para protegerlos. Según un experto en el Caribe consultado por AthenaLab, esa región en particular enfrenta un creciente deterioro de seguridad por los efectos generales de la crisis venezolana y los problemas frecuentes, sumados a la relativa ausencia de activos estadounidenses, los limitados medios europeos y la casi inexistencia de capacidades locales.
Por lo mismo, los tres actores europeos debieran ser integrados de forma más consistente a cualquier régimen de seguridad regional. Son muy interesantes las posibilidades de cooperación para aquellos países latinoamericanos y caribeños con que comparten intereses y valores. Olvidarlos no tiene sentido, dado las capacidades que pueden aportar para enfrentar para enfrentar amenazas como la pandemia del coronavirus, más las recurrentes del narcotráfico, desastres naturales e incluso pretensiones territoriales. En el fondo, estamos hablando de realidades muy americanas, pero propias también de Francia, Reino Unido y el Reino de los Países Bajos.
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