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Estrategia Marítima de Nueva Zelandia: enfoque interagencial para un Pacífico competitivo
En un océano Pacífico que se vuelve cada vez competitivo, por la rivalidad entre Estados Unidos y China, y donde se cruzan desafíos a la seguridad marítima convencionales con aquellos no convencionales (desde la pesca ilegal al cambio climático), Nueva Zelandia acaba de dar a conocer su estrategia al respecto.
El documento, que firma el Ministerio de Transportes (no Defensa ni Relaciones Exteriores), define la seguridad marítima en un sentido muy amplio, como “prevenir, detectar, mitigar y responder a los riesgos introducidos por la actividad marítima humana maliciosa, no regulada, negligente o dañina (o potencialmente dañina)”.
La “Estrategia de Seguridad Marítima” de este país tienen un enfoque marcadamente interagencial, cuyo propósito es mejorar la coordinación y el intercambio de información de todas las partes involucradas. De lo que se trata es de contar con un “sistema de seguridad marítima más eficiente y eficaz que ejerza una kaitiakitanga (tutela en maorí) integral y sostenible de nuestro dominio marítimo”.
Con más del 99% de su comercio exterior por vía marítima, una zona económica exclusiva (ZEE) de 4 millones de km2 y un área de responsabilidad de búsqueda y rescate que cubre gran parte del Pacífico Sur (limita con la de Chile), Nueva Zelandia asume su dependencia con este entorno y la necesidad de estabilizarlo en la medida de lo posible.
En el documento de 38 páginas se advierte que la seguridad marítima del país está sufriendo hoy un creciente estrés, debido al aumento de las tensiones geopolíticas, el crimen organizado transnacional, la pesca ilegal, no regulada y no documentada y el aumento del nivel del mar producto del cambio climático.
Los riesgos que se avizoran están muy relacionados con el debilitamiento del Derecho del Mar (que hace parte de la crisis del orden mundial basado en reglas), la necesidad de mantener abiertas las cadenas de suministro globales y la posible migración debido al cambio climático.
A pesar estar firmado por Transportes, el documento también se adentra en conceptos propios de Defensa: “La disuasión tiene un papel importante que desempeñar en la prevención de amenazas a la seguridad marítima. Esto se hace convenciendo a los posibles actores de la amenaza de que los costos de realizar acciones que repercutan en los intereses de la seguridad marítima de Nueva Zelandia superan los beneficios. Nueva Zelandia genera disuasión al demostrar credibilidad y resolución operativa y regulatoria”.
Si bien el texto no es frontal con ningún país, se menciona que existe una “proliferación de actores en el Pacífico” que pueden apoyar o socavar los intereses del país. Entre las tareas que se derivan de esta realidad, se cuentan desde la fiscalización de pesqueros extranjeros en la ZEE hasta el refuerzo de las sanciones de Naciones Unidas sobre Corea del Norte.
Tras intentar sostener una posición neutral entre China y Estados Unidos, la ministra de Relaciones Exterior, Nanaia Mahuta, en una reciente entrevista con The Guardian reconoció que es posible enfriamiento de los lazos con Beijing, su principal socio comercial.
“No podemos ignorar, obviamente, lo que está sucediendo en Australia con su relación con China. Y si están cerca del ojo de la tormenta o en el ojo de la tormenta, tenemos que preguntarnos legítimamente: puede que solo sea cuestión de tiempo antes de que la tormenta se acerque a nosotros”, dijo Mahuta.
El documento también insta a seguir realizando ejercicios con otras marinas y continuar con visitas a puertos extranjeros. De hecho, se prevé que Nueva Zelandia integre elementos al grupo de batalla del portaaviones británico “HMS Queen Elizabeth”, que este año surcará el Indo-Pacífico.
Asimismo, dos fragatas del país oceánico y un avión de exploración P-3 participarán en octubre en ejercicios navales con motivo del cincuentenario del Acuerdo de Defensa de las Cinco Potencias que integran Australia, Malasia, Nueva Zelandia, Reino Unido y Singapur,
La Armada Real de Nueva Zelanda está conformada, básicamente, por dos fragatas clase Anzac, cuatro patrulleros (dos oceánicos y dos costeros), un buque de transporte, un petrolero y un buque oceanográfico. Además, la policía cuenta con lanchas y existe una guardia costera de tipo voluntario que se enfoca en tareas de rescate.
Estas capacidades, bastante limitadas dadas las responsabilidades e intereses del país oceánico, es lo que hace preguntarse si una estrategia tan amplia y ambiciosa en materia de seguridad marítima puede ser llevada a cabo, aunque la apuesta interagencial parezca adecuada.
Juan Pablo Toro V.
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