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ENTREVISTA | General (r) del Ejército australiano Mick Ryan: “Los taiwaneses han aprendido la lección de Ucrania”

6 de julio de 2023
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ENTREVISTA | General (r) del Ejército australiano Mick Ryan: “Los taiwaneses han aprendido la lección de Ucrania”

En una conversación vía Zoom con AthenaLab, el destacado general australiano Mick Ryan comenta su reciente libro White Sun War, una novela donde se describe un eventual conflicto bélico luego de la invasión china a Taiwán, involucrando a Estados Unidos y sus aliados, tan cerca como en 2028. Sin duda, una cautivante forma de exponer los grandes tópicos de las guerras actuales, desde la profesión militar hasta el cambio climático.

¿Por qué decidió escribir una novela para explicar un eventual conflicto entre China, Taiwán, Estados Unidos y sus aliados y no un libro de no ficción? Sin considerar que describe un escenario muy cercano de 2028, lo que resulta preocupante.

“He escrito bastante sobre el futuro de la guerra. En 2022 publiqué War Transformed, que analiza tendencias en asuntos militares y lo que eso implica para desarrollar instituciones militares que puedan tener éxito en el futuro, desde el punto de vista organizativo, conceptual, personal y tecnológico.

Pero también me ha interesado cada vez más el poder de los relatos. Los humanos hemos contado historias desde que vivíamos en cuevas, y la gente responde a las historias y aprende cosas, pero pueden tener resistencia a leer un libro de no ficción. Como siempre dice mi amigo Peter Singer: ‘Es como meterle vegetales al batido de chocolate de tus hijos’. Reciben cosas buenas, lo sepan o no. Creo que los relatos son lo mismo. Y fue el libro Ghost Fleet, de Peter Singer y August Cole, el que realmente revitalizó este género, que no es nuevo; comenzó en la década de 1870, cuando un general británico escribió La batalla de Dorking. Sin embargo, ha tenido altos y bajos durante los últimos 150 años.

Cuando leí Ghost Fleet, y otros libros, pensé ‘Esto es muy poderoso’.

Y si lo combino con mi trabajo en War Transformed, tal vez podamos educar a más personas, más allá de los oficiales militares, sobre los peligros, los desafíos y las oportunidades de las tecnologías, y pensar en ellas de forma diferente”.

Me parece muy interesante cómo algunos elementos principales de las guerras actuales se reflejan a lo largo del libro. Comencemos con los drones, el espacio y el ciberespacio. ¿Qué tan determinante en la guerra es la tecnología y su interacción con el factor humano?

“Creo que el factor humano es siempre el más importante en cualquier guerra. Son los humanos quienes toman la decisión de ir a la guerra; son los humanos quienes luchan en última instancia, ya sea directamente o a través de máquinas, y son los humanos quienes deciden cuándo termina. Y tampoco debemos olvidar que son los humanos los que mueren y resultan heridos, ya sean civiles o militares. Pero la tecnología les ayuda.

Las capacidades autónomas que se han implementado en Ucrania, ciertamente, no son nuevas. Hemos visto armas con control remoto desde la Segunda Guerra Mundial, pero en las guerras originadas después del 9/11 vimos una gran expansión en el uso de vehículos aéreos y terrestres, teledirigidos y semiautónomos, y la guerra de Ucrania es otro gran avance en estas capacidades. Hemos apreciado una verdadera explosión en la cantidad de tipos de aparatos, desde los muy pequeños hasta los muy grandes, y de larga duración. Y también reparamos en la cantidad que se está utilizando. Estamos viendo miles de estas cosas que son empleadas en cada momento, donde ambos bandos pierden cientos cada día; algunas son autónomas y otras semiautónomas; algunas parecen videojuegos en primera persona, donde da la impresión de que estuvieras volando estas cosas o lanzando una granada.

Así que hay mucho que podemos aprender. Solo la cantidad de sistemas autónomos que se está utilizando nos hará modificar las tácticas, cambiará la forma en que entrenamos y educamos a nuestros líderes militares, y en última instancia, cambiará cómo las instituciones militares equilibran los sistemas tripulados y no tripulados, ya sean sistemas letales o sistemas de apoyo. Estas cosas van a estar en todos lados y, luego, van a constituir la mayoría de las máquinas militares en casi todas las fuerzas armadas del mundo”.

En el mismo sentido, ¿cuán importantes son las habilidades del guerrero y el honor en estos días? En el libro se puede encontrar honor en todas las fuerzas militares, independientemente de si son de EE.UU., China, Australia o Taiwán. Algo que es difícil de entender para los civiles en estos días.

“Esto siempre ha sido parte de la profesión militar, ya sea en sus manifestaciones modernas, desde la Primera Revolución Industrial, o incluso desde los antiguos griegos y más allá. El honor ha sido una parte muy importante del ethos de un individuo y de la fuerza, pero también para formar equipos. En definitiva, se trata de equilibrar el honor de una persona, el honor de un equipo, y el honor de la nación a la que se sirve. Y sabemos que eso puede manifestarse de muchas maneras diferentes.

Pero, finalmente, en las instituciones militares modernas se compone de valores y de un espíritu profesional. Se trata de la adhesión a las leyes de la guerra y a las normas de comportamiento que esperan nuestros ciudadanos, que son de dónde venimos y a quienes servimos. Así que, sigue siendo una parte muy importante de las instituciones militares, independiente de si lo llamamos ‘honor’ o no. Es un concepto vital si queremos construir una institución militar exitosa, eficaz y cohesionada; ahora, en el pasado y en el futuro”.

También está claro que el escenario de las guerras cortas nos hizo pensar que los suministros de armas y municiones no eran tan importantes, pero usted sugiere que las capacidades militares industriales son clave para sostener una guerra. ¿Cree que la guerra en Ucrania cambió esa percepción? Porque eso también se aprecia en el libro.

“Efectivamente, hablo de eso. La verdad es que Ucrania nos lo ha recordado. No es una idea nueva. Vimos esto al comienzo de la Primera Guerra Mundial, cuando nadie esperaba que esa guerra durara mucho tiempo. El plan de (conde Alfred) Von Schlieffen, de los alemanes, era un concepto de guerra rápida para acabar pronto. Había escasez de proyectiles, en ambos lados, pero particularmente del lado de los Aliados, en la primera mitad de la guerra. Lo mismo sucedió en la Segunda Guerra Mundial. Les tomó tiempo, particularmente a los británicos y estadounidenses, aumentar la producción, pero una vez que lo hicieron, esta superó ampliamente la capacidad de los nazis y japoneses, incluyendo la producción de buques, aviones, municiones, jeeps y tanques.

Es una lección contemporánea, porque los últimos 25 años hemos peleado una sucesión de guerras cortas y convencionales que no han requerido grandes reservas de municiones ni movilización a gran escala de nuestros ciudadanos; se han combatido mayormente con ‘fuerzas de voluntarios’, como dicen en EE.UU., no con reclutas. Por lo tanto, esta guerra es un recordatorio de que esa estructura podría no sobrevivir en el futuro, si tenemos un conflicto a gran escala contra una gran potencia. De hecho, no creo que una fuerza exclusivamente profesional pueda enfrentar eso.

Esa fuerza profesional, como el ejército británico de 1914, desaparecerá en 6 o 12 meses. Todos estarán muertos, heridos, o entrenando a otros. Así que, vamos a tener que repensar cómo atraemos a la gente, cómo expandimos nuestras fuerzas y las entrenamos mucho más rápido que el extendido, personalizado y casi exquisito modelo de formación, educación y desarrollo profesional que usamos en las fuerzas de voluntarios en la mayoría de los países occidentales”.

No quiero hacer spoilers, pero podemos decir que el cambio climático tiene un papel importante en la trama. En su opinión, ¿cómo deberían las fuerzas armadas internalizar esta realidad del cambio climático?

“En muchos aspectos. Cuando decidí escribir este libro, quería que tratara sobre los dos grandes desafíos del siglo XXI. Desde mi perspectiva, los dos grandes retos que enfrenta el ser humano son el cambio climático y el impacto de los regímenes autoritarios. Y en algunos aspectos, el libro trata de equilibrarlos, pero también se trata de decirles a los lectores militares: ‘sé que debemos enfocarnos en la guerra de alto nivel, no estoy sugiriendo lo contrario. En el fondo, es una amenaza que en algún momento vamos a tener que enfrentar, ya sea por recortes presupuestarios para la mitigación climática o por el uso de fuerzas militares para ayuda humanitaria y auxilio en casos de desastre. Por ello, tenemos que centrarnos en la guerra de alto nivel, pero no debemos olvidar que probablemente también tengamos un papel en la lucha más amplia contra los impactos del cambio climático a lo largo del siglo’”.

En el libro aparecen grandes diferencias en cuanto a alianzas e interoperabilidad. ¿Por qué cree que China tiene más dificultades para formar alianzas militares que los países de Occidente o prooccidentales?

“Es fascinante. Si miras a Estados Unidos, tiene esta red de alianzas, socios de coalición y relaciones de seguridad, tanto en Europa como en Asia. En todo caso, eso es algo relativamente reciente, de los últimos 100 años. Antes de la Segunda Guerra Mundial, esa red no existía en absoluto; Estados Unidos tenía, como sabemos, los ‘Planes Arcoíris’ y diferentes planes de guerra, que incluían guerra con Gran Bretaña y guerra con Canadá. Entonces, en algunos aspectos, ahí está China ahora.

No estoy estableciendo una equivalencia entre el enfoque estadounidense y el chino, para nada. Pero los chinos, durante gran parte de su historia moderna, han mirado hacia adentro. La mayoría de sus desafíos han sido internos. Probablemente, solo en las últimas dos décadas se han centrado realmente en los desafíos y amenazas externas; probablemente, desde la Guerra del Golfo de 1991. Su respuesta estratégica y política a eso ha sido potenciar a su Ejército Popular de Liberación, así como sus fuerzas de seguridad, tanto en el escenario físico como en el tecnológico y

cibernético.

No obstante, también pienso que el sistema político chino, tal como es, no fomenta un verdadero acercamiento, o una asociación, con otras naciones que podría darles a ellas cierto nivel de influencia sobre China. El Partido Comunista chino es todopoderoso y lo controla todo, y cualquier relación con un país extranjero que desafíe eso, o si existe la percepción de desafío, no sería visto como útil para ellos. En consecuencia, probablemente, estén menos dispuestos a formar alianzas.

En cambio, en Estados Unidos, siendo una democracia, están acostumbrados a los roces producidos cuando las personas expresan sus opiniones, eso es lo que pasa en las alianzas. Los diferentes aliados, aunque compartimos valores, diferimos en algunas cosas, y a los norteamericanos les gusta ese enfoque. Lo hemos visto con la OTAN y también en el Pacífico. Así que, creo que eso es parte del problema.

También creo que la cultura estratégica de China dice: ‘Hay un solo país bajo el sol, que es todopoderoso’, y son ellos. Todos los demás son subordinados. Así es, ciertamente, cómo trata a todos sus vecinos.

Por ello, es difícil imaginar por qué alguno de sus vecinos querría convertirse en aliado con un país así”.

Me parece que usted en el libro se muestra un poco escéptico sobre las capacidades de las Fuerzas Armadas de Australia, a pesar de todas las inversiones que se están haciendo. ¿Cree que las autoridades locales reaccionaron demasiado tarde para hacer frente al entorno cambiante en el Indo-Pacífico? Incluso en la novela habla de una “Armada de un solo tiro”; eso me sorprendió.

“Sí, fue una pequeña crítica, pero informada, después de 35 años. Lamentablemente, en Australia evaluamos la eficacia de las fuerzas armadas según cuánto gastamos en ellas, que es una cantidad extraordinaria para un ejército que es bastante pequeño. Y en el libro, lo que hago es cuestionar eso.

Nos hemos enfocado demasiado en lo que viene en 10 o 20 años, pero no en la capacidad a corto plazo, y ese sigue siendo el caso. Estamos desarrollando, a un costo altísimo, submarinos de propulsión nuclear con armas convencionales, que llegarán en 10, 20 o 30 años más, cuando la verdadera amenaza es ahora. Y hoy la inversión está, básicamente, estancada en las Fuerzas de Defensa de Australia. De hecho, el gobierno actual, con los efectos de la inflación, en realidad tendrá que recortar la inversión. Es como si estuviéramos en junio de 1939 y nuestro gobierno se enfoca en comprar cosas para 1950, y no para 1940. He tratado de reflejar eso en el libro. Es un problema importante en nuestro país”.

Sé que está familiarizado con este libro, Overall Defense Concept, del almirante taiwanés retirado Lee Hsi-ming. ¿Cree que este concepto de overall defense, de Taiwán, es la respuesta para triunfar en la posible próxima guerra? ¿Y cuáles son las lecciones de la guerra de Ucrania a partir de este concepto?

“Hay mucho de esto. Claramente, tengo un sesgo favorable. Conocí al almirante Lee Hsi-ming, y creo que es uno de los mejores teóricos militares del mundo actual. Él ha sabido desligarse de fuertes lealtades tradicionales, de las capacidades tradicionales no sólo navales, sino también militares; sin deshacerse de ellas, pero sí equilibrando mejor esas capacidades convencionales con algunos sistemas autónomos más nuevos y de mayor alcance de ataque. Así que, creo que su concepto fue importante cuando salió en 2017, y es aún más importante ahora, porque Ucrania ha demostrado que su concepto es correcto.

Los elementos del concepto de overall defense son, esencialmente, proteger la capacidad militar contra un primer ataque; la batalla litoral; la batalla de cabeza de playa y, luego, la movilización de reservas; la resistencia nacional. Estos son los cuatro elementos clave. Y al mirar eso, uno dice: ‘Hay mucho de eso en lo que los ucranianos han hecho bien’. No tuvieron la batalla litoral, porque los rusos están en sus fronteras, pero los otros tres elementos son lo que han estado haciendo, efectivamente, desde el comienzo de esta guerra.

En consecuencia, creo que el concepto de overall defense, si bien no es una plantilla para todos los países de la región, incluido el mío, es un muy buen punto de partida, para luego ser adaptado. Porque cada concepto militar es sólo una base para cuando comienza una guerra. Una vez que empieza la interacción con el adversario, se aprende, se evoluciona y se adapta. Pero es un muy buen comienzo; probablemente, el mejor que se puede tener en este momento. Tengo muchas ganas de que salga en inglés, para que más personas puedan leer el trabajo del almirante Lee Hsi-ming. Creo que es un teórico y estratega militar muy importante en este momento. Hay mucho en este libro que ha sido demostrado por Ucrania.

Estuve en Taiwán hace un par de meses, y hablé con el almirante, el ministro de Relaciones Exteriores, el subsecretario de Defensa y con el Comité Presidencial de Seguridad Nacional, y la gran mayoría piensa que la mayor lección de Ucrania es demostrar la voluntad de resistir. Hay que demostrarles a otros países que uno está dispuesto a ayudarse a sí mismo, independientemente de si ellos están dispuestos a ayudarte. Se debe demostrar esa voluntad nacional ante todo. Los ucranianos lo hicieron, impresionaron al mundo. Cuando el presidente Volodimir Zelenski dijo: ‘No necesito que me saquen de aquí, necesito municiones’, le decía, primero, a su propio pueblo: ‘Me quedo aquí, soy de ustedes, soy su líder, vamos a superar esto’; y también les decía a los rusos: ‘Esto no va a ser un paseo’, y al resto del mundo: ‘Estamos dispuestos a luchar, pero necesitamos su ayuda’.

Creo que los taiwaneses han aprendido esa lección de Ucrania. El grado en que eso influye en la estructura de la fuerza, la estrategia de seguridad nacional, las relaciones exteriores, supongo que se conocerá durante los próximos años. Pero creo que si combinas esas lecciones con las ideas del almirante Lee Hsi-ming, es un concepto defensivo muy poderoso para los taiwaneses. Eso debería asegurar, espero, que cuando el jefe del Ejército Popular de Liberación y el presidente Xi Jinping despierten cada mañana, y piensen en Taiwán, digan: ‘Hoy no’. Esa disuasión sería un resultado muy importante del concepto overall defense’”.

Finalmente, usted ha estado muy productivo: dos libros en dos años.

¿Está trabajando en un tercer libro?

“Es interesante que digas eso; sí, lo estoy. Tengo aquí conmigo el borrador y está listo para ir a la editorial, el 1 de agosto. Es un libro sobre lo que podemos aprender de la guerra en Ucrania. Y en algunos aspectos, es muy temprano, y es difícil discernir qué lecciones son relevantes puramente de esta guerra y cuáles podrían tener aplicaciones más amplias. Pero la realidad es que las instituciones militares están constantemente buscando ventajas, y tenemos que estudiar esta guerra todos los días, desde el principio, y sacar las lecciones que podamos; incluso si existe el riesgo, en algún momento en el futuro, de que no tengan aplicaciones más amplias.

Así que, este libro se trata de informar ese proceso. Comienza el 22 de febrero de 2022 y concluye al inicio de la actual ofensiva ucraniana. Y estoy seguro de que en algún momento haré una versión actualizada, pero espero que salga a principios del próximo año, para así lanzar, tres años seguidos, un libro en el primer semestre”.

Juan Pablo Toro V.
Director ejecutivo de AthenaLab
4 de julio de 2023

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