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ANÁLISIS | Las coreas mueven sus fichas

22 de septiembre de 2023
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ANÁLISIS | Las coreas mueven sus fichas

El dictador Kim Jong-un decidió salir brevemente del llamado “Reino Hermético” en su curioso tren blindado con destino a la región más oriental de Rusia, hoy necesitada de municiones de artillería y cohetes para seguir llevando a cabo su guerra de agresión contra Ucrania. Tras décadas de acumular stock para un conflicto que técnicamente prosigue contra sus vecinos del sur, Corea del Norte pareciera tener mucho material compatible que ofrecer, y a muy buen precio, a Vladimir Putin.

Distintas fuentes citadas por medios occidentales especulan que la transacción podría incluir la entrega de alimentos para Pyongyang; nuevos aviones de combate para renovar su vetusta flota, que incluso opera algunos MIG-21; suministro de tecnología para misiles balísticos, la construcción de submarinos de ataque nuclear y el desarrollo de un programa satelital; o todas las anteriores.

A pesar de la alarma que ha causado este acercamiento entre dos países que transgreden las normas internacionales, el encuentro de Kim y Putin en el Cosmódromo Vostochni también se produjo solo un mes después de otro hecho igual o más significativo: la reunión en Camp David de los líderes de Estados Unidos, Joe Biden; de Corea del Sur, Yoon Suk-yeol, y de Japón, Fumio Kishida, en la cual anunciaron una nueva era de cooperación trilateral para hacerle frente a las amenazas en el Indo-Pacífico y donde se le aclaró a Corea del Norte que Seúl y Tokio están cubiertos por el paraguas de seguridad de Washington.

A continuación, entregamos un breve análisis sobre estos acontecimientos relacionados con la seguridad y estabilidad de la península coreana.

VIEJA/NUEVA GUERRA FRÍA. La península coreana permanece dividida a la altura del paralelo 38° norte desde 1953, cuando las fuerzas beligerantes firmaron el armisticio que rige hasta hoy. Por un lado, estaba Corea del Sur y las fuerzas de Naciones Unidas lideradas por Estados Unidos; por el otro, Corea del Norte, que fue respaldada por la Unión Soviética (URSS) y China, en el marco de una alianza no escrita entre regímenes comunistas.

Esa división, que es un legado de la vieja Guerra Fría, ahora se enmarca en la llamada Nueva Guerra Fría, donde los bandos permanecen, aunque cambian los roles. Hoy China es el aliado más poderoso de Corea del Norte, mientras que Rusia, el más débil. Por lo demás, Pyongyang y Beijing están unidas por el Tratado de Amistad, Cooperación y Asistencia Mutua de 1961, que establece, entre otras cosas, que si uno de los dos países se declara en guerra tras un ataque por una tercera parte, el otro debe “aportar un ayuda militar con todos los medios a su disposición”.

Estados Unidos, cada vez más enfrascado en una competencia integral con China, permanece instalado en Corea del Sur con 30.000 efectivos militares y está coordinado con las fuerzas locales a través de un mando conjunto.

EFECTO UCRANIA. La invasión a gran escala de Rusia a Ucrania ha impuesto la idea de que la guerra entre Estados es una posibilidad real, que las alianzas son importantes y que, además, los países deben desarrollar capacidades para defenderse con autonomía en caso de ser atacados, ya que solo así despertarán la solidaridad internacional.

Estados Unidos y Corea del Sur volvieron a realizar ejercicios con fuego real a gran escala este año y Washington incluso ha enviado submarinos de ataque nuclear a la península para reforzar la disuasión.

Japón se encuentra en proceso de duplicar su gasto militar; esto lo convertirá en 2028 en el tercer país que más invierte en defensa, con US$ 320.000 millones anuales. La nueva estrategia nipona busca hacerse cargo del escenario internacional más peligroso en décadas.

Los países que apoyan a Rusia, como China, Corea del Norte e Irán, han optado por estrechar sus lazos ante un Occidente con socios asiáticos que se ha unido para afrontar a Estados que han fracturado el orden internacional basado en reglas.

CAPEANDO EL TEMPORAL. Ha pasado el tiempo desde que Kim Jong-un se reunía con el expresidente de Estados Unidos Donald Trump o con su par surcoreano. La convicción en Occidente es que hoy no existe espacio para negociar con el líder norcoreano.

Si bien su país se caracteriza por estar cerrado al mundo, es difícil saber cómo y cuánto le afectó el COVID-19 a Corea del Norte. Su único socio comercial importante sigue siendo China, cuya economía atraviesa por turbulencias.

Ahora bien, lo que sí es claro es que el ejército de hackers repartidos por distintos países ha tenido problemas para retornar a casa. Además, el hundimiento del valor de las criptomonedas ha afectado al país, que las ocupaba para evadir sanciones financieras.

INDUSTRIA COREANA. A ambos lados de la Zona Desmilitarizada, la industria bélica parece gozar de un excelente pasar.

Rápidamente, Corea del Sur ha ingresado al club de los principales exportadores de armas del mundo; en particular, la guerra en Ucrania ha creado una demanda especial para los fabricantes locales. Como ejemplo de esto, sólo Polonia le comprará casi 1.000 tanques, más de 600 piezas de artillería y docenas de aviones de combate. 

En el caso de Corea del Norte, resulta inverosímil en estos días la antigua suposición de que este país incrementaba sus ensayos con misiles para después detenerlos a cambio de ayuda humanitaria de la comunidad internacional.

Ahora Kim quiere exhibir sus cohetes y tecnología nuclear ante potenciales compradores en Medio Oriente y otras regiones. La política “Songun”, que privilegia los asuntos militares por sobre cualquier cosa, comprometiendo entre el 25% y 50% del PIB, ha rendido sus frutos. Incluso Rusia tendría que recurrir a esta industria para obtener municiones.

Recientemente, Corea del Norte exhibió un submarino clase Romeo modificado para lanzar armas nucleares tácticas; aunque las imágenes permitían presumir que el desempeño del sumergible sería dudoso.

Foto: France Presse

3 + 2 = 5. El equilibrio de poder es un concepto ligado a las relaciones internacionales desde sus inicios. En una arena donde los Estados compiten por poder, estos establecen alianzas o asociaciones frente a rivales más o menos fuertes.

De este modo, el estrechamiento de relaciones entre Rusia y Corea del Norte no nos debiera sorprender tanto, puesto que esta sociedad data de los tiempos de Stalin y Kim Il-sung. Lo que sí debería inquietarnos es que Pyongyang acceda a nueva tecnología militar rusa, aunque no de punta, como ha quedado claro en Ucrania.

Por otro lado, resulta muy significativo el acercamiento entre Corea del Sur y Japón, ya que han superado las heridas derivadas de la ocupación nipona de la península y las disputas territoriales para hacer frente a la  agresiva Corea de Norte —que ha incrementado sus ensayos de misiles a niveles récord desde 2021—, a la invasiva Rusia y a la asertiva China. La interoperabilidad entre sus ejércitos y la posibilidad de compartir inteligencia, teniendo a Estados Unidos como tercero involucrado, actuarán como un multiplicador de fuerza. 

CONCLUSIÓN. Los últimos acontecimientos en torno a las Coreas nos hablan de una realidad geopolítica más desafiante en el este de Asia y, a su vez, nos obliga a estar atentos.

Esta región, que tiene evidentemente un peso económico y demográfico significativo, parece estar perdiendo estabilidad militar, lo que obliga a las partes a reforzarse. La posibilidad de diálogo parece inexistente y los organismos diplomáticos se encuentran un tanto inmovilizados, en especial el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas.

Ciertamente, la industria bélica surcoreana sorprende por su potencia y llama a examinarla cada vez más de cerca.

Juan Pablo Toro, director ejecutivo de AthenaLab

22 de septiembre de 2023

Fotos: France Presse

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