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COLABORACIÓN | Guerra en Ucrania y el Indo-Pacífico, ¿dónde se conectan?

5 de Octubre de 2023
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COLABORACIÓN | Guerra en Ucrania y el Indo-Pacífico, ¿dónde se conectan?

La invasión rusa de Ucrania en febrero de 2022 marca una escalada de la guerra ruso-ucraniana que se originó en 2014 con la ocupación de Crimea y Donbas por parte de Rusia. Se trata de la más significativa operación militar convencional desde la Segunda Guerra Mundial, que está afectando alineaciones estratégicas, doctrinas militares y cadenas de suministro. Además, contribuye a una creciente bipolarización en el sistema internacional.

Los países y territorios del Indo-Pacífico mostraron diversas respuestas ante el conflicto bélico en cuestión. En primer lugar, Estados Unidos se convirtió en el país que más ha apoyado a Ucrania, brindándole ayuda financiera y militar. De manera directa, ofrecieron más de 76 mil millones de dólares, lo que superó la ayuda proporcionada a Israel en 1979, Pakistán en 1962 y Taiwán en 1960. Además, Australia, Canadá, Japón, Nueva Zelanda, Taiwán, Singapur y Corea del Sur expresaron un apoyo total a Ucrania. De los 47 países que brindaron apoyo militar, 11 pertenecen al Indo-Pacífico.

En Japón, la guerra ruso-ucraniana ha tenido un profundo impacto en su política de defensa. El país decidió aumentar su presupuesto militar de 1 al 2% del PIB hasta 2027 para enfrentar a China y fortalecer sus capacidades de contraataque. También están considerando ampliar la lista de países que pueden recibir armas japonesas para asistir a naciones que sufren un ataque militar. Por último, se observa una intensificación de la cooperación entre Japón y la OTAN.

Al mismo tiempo, las principales potencias emergentes de la región, como China, India e Indonesia, han optado por una posición más favorable hacia Rusia.

El gobierno chino adoptó una postura cautelosa en el conflicto, sin respaldar la condena de la ONU a la invasión rusa en Ucrania. Un año después del inicio de la invasión, China publicó un “Plan de Paz” que instó al respeto de la soberanía de “todos los países”, llamó a dejar atrás la “mentalidad de la Guerra Fría” y a sentarse a la mesa de negociaciones. Además, el documento abogaba por el cese de las “sanciones unilaterales” y no hacía referencia a la retirada de las tropas rusas de Ucrania, reafirmando la relación de China con Rusia como socio en energía y armas, así como para contrarrestar el poder de Estados Unidos.

En cuanto a India, ha optado por no condenar la invasión rusa y ha rechazado las sanciones occidentales. Durante el último año, ha aumentado en 22 veces su adquisición de combustible ruso y se ha abstenido en muchas votaciones de la ONU. El primer ministro Narenda Modi ha declarado que India respaldará los esfuerzos para poner fin al conflicto. No obstante, durante su reunión con Vladimir Putin, enfatizó la “inquebrantable” amistad entre ambos países. La pregunta clave es cómo India, la democracia más grande del mundo, equilibrará su relación con su antiguo aliado Rusia, y sus nuevos socios geopolíticos como Estados Unidos y Japón.

Hablando de la posición del sudeste asiático, a excepción de Singapur, la mayoría de los países adoptaron una respuesta moderada. Relacionado con Indonesia, durante el Diálogo de Shangri-La, el ministro de Defensa, Prabowo Subianto, propuso un plan de paz para poner fin a la guerra en Ucrania, que incluye la creación de una zona desmilitarizada y un referéndum de las Naciones Unidas en lo que él denominó “territorio en disputa”.

En el contexto del Pacífico Latinoamericano, Chile condenó de manera explícita la invasión rusa en Ucrania y el presidente Gabriel Boric calificó la guerra como “inaceptable” y una “agresión injusta”, lo que se puede explicar por la estabilidad de sistema de Estado en el país. Chile y México recibieron al presidente ucraniano Volodimir Zelenski, de manera virtual, en sus respectivos congresos. Asimismo, Chile y Colombia se comprometieron a prestar asistencia en la labor de desminado.

Hablando de Colombia, un cambio en su postura diplomática ocurrió en junio de este año, cuando el mandatario Gustavo Petro condenó por primera vez a Rusia por un ataque en Ucrania, tras el bombardeo en Kramatorsk que afectó a tres ciudadanos colombianos.

En lo que respecta a la seguridad del Indo-Pacífico, surgen preocupaciones significativas acerca de la interconexión de focos de tensión que podrían verse afectados por la situación en Ucrania. Entre estos, se destacan Taiwán, las islas Senkaku y la disputa en el Mar del Sur de China.

A un nivel más alto dentro del Partido-Estado chino, las declaraciones que vinculan la llamada “unificación nacional” con Taiwán han sido una parte fundamental del discurso político desde la era de Deng Xiaoping. Esta manera de abordar el asunto establece un plazo para la incorporación de Taiwán por parte de China, coincidiendo con el centenario de la República Popular en 2049.

Xi Jinping ha ordenado una modernización de las fuerzas armadas de China para el año 2035, además, Beijing ostenta la marina más grande del mundo, con más de 340 buques y una flota expedicionaria de despliegue rápido. En 2017, estableció una base permanente en Djibouti y está explorando la posibilidad de ubicaciones adicionales, desde el Pacífico Sur hasta la costa este de África. Esto claramente evidencia un ascenso militar de China, que podría tener consecuencias negativas en el futuro.

En cuanto a la disputa en el Mar del Sur de China, China ha aplicado el mismo principio que Rusia en Ucrania, conocido como el principio de los “derechos históricos”. En 2009, China presentó el “Mapa de la línea de los nueve puntos”, en 2014 el “Mapa de la línea de los 10 puntos” y en 2023 el “Mapa estándar”, ampliando cada vez más los territorios reclamados. Está construyendo islas artificiales en dicho mar y promueve una estrategia de salami slicing, que utiliza una serie de acciones incrementales para cambiar gradualmente el statu quo a su favor. Esto representa un paralelo entre Ucrania y el Mar del Sur de China, que desafía el orden mundial basado en derecho internacional.

Finalmente, se observa una creciente bipolarización del mundo. Rusia ha reforzado alianzas con China y Corea del Norte. Recientemente, también ha intentado presentar la Organización de Cooperación de Shanghái (SCO), que incluye a Rusia, China, países de Asia Central, India, Pakistán y, desde 2023, Irán, como una contraparte de la OTAN. Moscú ve la SCO como un núcleo de un bloque antioccidental. China, Rusia y, especialmente, Irán, enfrentan aislamiento y sanciones occidentales y buscan ampliar su grupo de países promoviendo, según ellos, un mundo “multipolar”, es decir, con un Estados Unidos menos influyente.

Otra alianza relevante es el grupo BRICS liderado por China y en que participa Rusia. Más de 40 países han expresado su interés en unirse a este foro, según el país anfitrión de la cumbre de

2023, Sudáfrica. Seis países: Argentina, Egipto, Etiopía, Irán, Arabia Saudita y los Emiratos Árabes Unidos, se unirán a BRICS en 2024.

En conclusión, la guerra entre Rusia y Ucrania tendrá un impacto profundo y prolongado en la región. Rusia se está debilitando estratégicamente, lo que podría abrir la puerta al fortalecimiento del dominio chino en la región. A pesar de las tensiones entre Estados Unidos y China, es probable que ambos busquen mantener un equilibrio de poder para evitar una escalada que tenga graves consecuencias regionales y globales.

Sin embargo, en caso de que estallen hostilidades, Asia Oriental sería la región más vulnerable a las consecuencias. La experiencia histórica nos ha enseñado que los conflictos en una parte del mundo pueden desencadenar una mayor militarización a nivel global.

La clave para un futuro estable radica en la formación de una coalición de países democráticos que trabajen juntos para neutralizar las amenazas que representan Rusia y China. Además, es esencial mantener un orden mundial basado en reglas y normas internacionales que promuevan la paz y la estabilidad en un entorno geopolítico cada vez más complejo.

Violetta Udovik, doctora en Historia de la Universidad Nacional Mechnikov de Odesa y magíster en Derecho Universidad de Tokio

6 de octubre de 2023

Foto: France Presse

*Ponencia realizada en el seminario “América Latina frente a Asia-Pacífico/Indo-Pacífico: perspectivas, narrativas y oportunidades”, organizado por AthenaLAB, CEIUC y CEI-UCA

**Este artículo representa el pensamiento del autor, no necesariamente de la institución.

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